Dabid Lazkanoiturburu
Dabid Lazkanoiturburu
Nazioartean espezializatutako erredaktorea

Frases lapidarias y premonitarias de Merkel y Johnson

Transcurrido de largo más de un mes –que sepamos– desde la pandemia del coronavirus llegó cabalgando cual jinete del Apocalipsis, y en un intento de salir de la vertiginosa vorágine de datos sobre muertos, positivos, tests y asintomáticos, una reposada reflexión me trae a la memoria lo que la canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro británico, Boris Johnson, dijeron en aquellos lejanos tiempos en los que asistíamos a los prolegómenos de la crisis.

El exalcalde de Londres advirtió entonces, en un intento de justificar su política contraria al confinamiento y defensora de la inmunidad tribal o colectiva, que muchos deberían de asumir que sus familiares se irían antes de tiempo. Seguro que con lo que no contaba es con que él mismo estuvo a punto de engrosar la lista de muertos-víctimas colaterales de su temerario plan.

La dirigente alemana, a la que no pocos daban ya por muerta (políticamente), puso las pilas a su Ejecutivo que, siguiendo la estela de la autosuficiencia europeo-occidental, insistía en ver la epidemia como algo ajeno, chino y, a lo más, confinado en el «atrasado» sur del Viejo Continente.

La canciller impulsó con su actitud una gestión, que incluyó tests masivos que parece haber dado sus frutos. Para ello, advirtió de que  el 60-70% de la población alemana se contagiaría en los próximos meses.

Con desigual fortuna en uno y otro caso, las frases lapidarias de Johnson y de Merkel fueron interpretadas por muchos –y para mí– como exageraciones.

Mes y medio después de un confinamiento que parece haber conjurado el riesgo real de colapso de muchos sistemas sanitarios y evitado decenas de miles de muertos más, ambas frases marcan el inicio de eso que se ha dado en llamar desescalada. 

Los expertos contemplan preocupados los bajos índices de infectados registrados por los tests. Y, lo que es no menos preocupante, las pruebas hallan, de momento, pocas personas que han desarrollado anticuerpos contra la Covid-19. Ambos elementos cuestionan, o cuando menos alargan sine die, la inmunidad colectiva.

Lo que nos sitúa ante la tesitura de futuros nuevos picos de la pandemia, con el consiguiente precio a pagar en muertos por el coronavirus. Que, incluso sin sumar a Johnson, ya son demasiados.

 

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