Dabid Lazkanoiturburu
Dabid Lazkanoiturburu
Nazioartean espezializatutako erredaktorea

Trump da alas al Brexit mientras cambia cartas con París-Berlín

El presidente de EE.UU., Donald Trump, ha prometido a Gran Bretaña un acuerdo bilateral de comercio "bastante rápido" y «sin problemas» en su encuentro-desayuno de trabajo con Boris Johnson, sobre quien se ha deshecho en elogios presentándolo como «el hombre adecuado para el trabajo» de formalizar la salida del Reino «Unido» de la UE el 31 de octubre y augurando que será «un gran primer ministro».

Por su parte, Johnson, quien se ha estrenado en este tipo de cumbres con una reunión que ha marcado el inicio de una serie de encuentros bilaterales, ha augurado que Washington y Londres concluirán «un fantástico acuerdo comercial una vez que se superen los obstáculos».

Obstáculos que, para el inquilino de la Casa Blanca, se resumen en uno, en la pertenencia de Gran Bretaña a la UE.  Superado este, levantada «el ancla alrededor del tobillo» en palabras de Trump, el acuerdo llegará «bastante rápido» ya que «no prevemos ningún problema»,  concluyó el magnate.

Más allá de las bonitas palabras y de los guiños, el problema es que las cosas distan de ser tan sencillas y el propio Trump puede encontrarse con un ancla en su propio tobillo con las presiones del poderoso lobby irlandés en EEUU contra una eventual reinstauración de la frontera física entre el norte y sur de la isla.

Tampoco Johnson tiene un panorama político institucional fácil. La oposición, desde las Tierras Altas escocesas hasta Belfast pasando por Gales y la capital británica, amaga con boicotear en bloque un Brexit sin acuerdo. escenario frente al cual no le quedaría sino la peligrosa opción de pasar literalmente por encima de la Cámara de los Comunes de Westminster,  una medida sin precedentes en un país que se reclama modelo y faro del parlamentarismo.

En fin, tampoco la UE debe sentirse muy tranquila ante este esbozo de eje anglosajón entre EEUU y Gran Bretaña escenificado hoy en Biarritz. Menos cuando, en un claro desafío a su arquitectura legal, Trump ha asegurado, y Johnson no ha negado, que «estamos trabajando en un acuerdo comercial muy amplio». Ningún país miembro de la UE, y Gran Bretaña sigue siéndolo, puede negociar un tratado de comercio con terceros. ni siquiera con Washington.

En ese alambicado cruce de mensajes, la diplomacia consiste a su vez en rebajar tensiones e incluso en ceder la mano al rival, pero eso sí, reservando las propias cartas.

Así puede interpretarse que en la cena de trabajo de ayer los dirigentes del G7, incluido Trump, acordasen autorizar al anfitrión y presidente francés, Emmanuel Macron, a que «hable y dirija un mensaje a Irán» en torno al acuerdo nuclear que precisamente EEUU ha puesto en peligro al abandonarlo hace un año.

La autorización a Macron, que llegó a la cumbre con un mensaje del jefe de la diplomacia iraní y muñidor con Barack Obama del acuerdo, Mohamad Javad Zarif,  ha sido presentada como fruto del almuerzo de trabajo con que el inquilino del Elíseo agasajó a Trump a su llegada a Biarritz.

El objetivo, sin embargo, está tasado y pasa por «evitar a toda costa que Irán se dote del arma nuclear» y «detener la escalada en la región».  Fuentes diplomáticas francesas aseguraron que Macron presentó al magnate estadounidense una propuesta para negociar una pausa que permita a Irán exportar cierta cantidad de petróleo  a cambio de que vuelva al pacto nuclear en todos sus términos y condiciones.

Como contraprestación a esta deferencia para con el anfitrión, los líderes del G7 se mostraron el sábado dispuestos a «reforzar el diálogo y la coordinación con Rusia», expulsada del grupo (G8) en 2014 por la crisis de Ucrania, pero consideran que es «demasiado pronto» para su reintegración, que exige abiertamente Trump.

Demasiado pronto es, como toda perspectiva temporal, muy relativo, y no es descartable que el inquilino de la Casa Blanca logre su objetivo al ser EEUU el anfitrión de la 46ª edición de la cumbre del G7 el próximo año. Menos cuando el propio Macron está propiciando un acercamiento con Rusia que ha escenificado esta misma semana con el recibimiento a Vladimir Putin en su residencia de verano.

Alemania, Canadá y Gran Bretaña son los que más reparos ponen al final del castigo a Rusia por la anexión de Crimea y el apoyo a los rebeldes del Donbas en la guerra ucraniana.

Una oposición ante la que Trump no pierde los nervios. Hoy mismo, el presidente estadounidense ha alardeado de que «nadie» en el G7 le ha pedido que frene la guerra comercial con China. Y eso que el propio Johnson, sentado junto a él, ha señalado que «en general, estamos a favor de la paz comercial« y ha mostrado su oposición, «en principio», a la imposición de nuevos aranceles.

Como se ve, lo ha hecho con la boca pequeña y pidiendo perdón a un Trump que ni se ha dado por aludido. Toda una premonición de la «potencia» en la que se volverá a convertir Gran Bretaña cuando «recupere su soberanía de las garras de la UE». Un viejo imperio bufón. Como el propio Johnson.








 

Recherche