Era cuestión de tiempo. Trump llevaba meses anunciando que si vencía en las presidenciales tardaría 24 horas en acabar con la guerra de Ucrania.
No tenía tiempo. Desde la primera noche en la Casa Blanca, el convulsivo magnate comenzó una frenética firma de decretos con los que no ha dejado títere con cabeza. Adios al acuerdo contra el cambio climático. Bienvenida a la persecución criminal de los inmigrantes sin papeles y a los aranceles como arma diplomática. Réquiem por el Estado federal de la mano del gran señor tecno-feudal Elon Musk. Nada ni nadie se salva. Ni la USAID ni la OMS, ni los militares trans, ni la educación, los fiscales, la CIA, el FBI, el Pentágono...
Rencoroso, el showman televisivo no olvida que en su primer mandato (2016-2020) el sistema le paró los pies y le trató como lo que es, un outsider infantil y enrabietado. Esta vez no. Esta vez va en serio.
Su propuesta de deportar a la población gazatí y construir un gigantesco resort made in USA en la castigada Franja bañada por el Mediterráneo, que lleva implícita la presión a Jordania y a Egipto para que se hagan cargo de los 'restos humanos palestinos', ha supuesto la defunción del alto el fuego y ha dejado a Hamas ante la disyuntiva de ganar uno pocos días y lograr la puesta en libertad de unos cientos de prisioneros palestinos pero a cambio de perder su única baza, los rehenes, vivos o muertos.
Enfrascado en un avispero, el de Oriente Medio, que le valió las críticas de los sectores más aislacionistas del movimiento MAGA, Trump ha decidido lanzar un guiño a esa parte de su electorado y ha comenzado a esbozar sus planes para Ucrania. Su objetivo pasa por quedarse con las tierras raras del país como pago a las ingentes ayudas militares entregadas por EEUU a Kiev.
Para reforzar su exigencia, el pésimo empresario de la construcción neoyorkino acaba de lanzar un dardo que ha dejado con el culo al aire al presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, quien lleva meses tratando de encandilarle y semanas despreciando a la UE, una UE que en conjunto ha gastado más dinero que EEUU en ayudas a Kiev.
Ya no es que Zelenski acceda a negociar directamente con Putin y que asuma convocar presidenciales antes de final de año -para perderlas, claro-. Ya no es que Ucrania trague con perder Crimea (en realidad nunca la tuvo) o el territorio en manos de Rusia en el Donbass y en el sureste del país. Trump le ha dicho que se la trae al pairo que el Kremlin se anexione todo el país.
¿Farol? Posiblemente. El problema es que la mayor parte de las tierras raras están en territorio en disputa entre ambos ejércitos.
Se acerca el tercer aniversario del inicio de la invasión. Zelenski tiene prisa porque su Ejército da señales de colapso. Putin tiene prisa por tomar el control de todo el Donbass. Trump no tiene prisa. Las tierras raras siguen y seguirán ahí.
