Me sorprendo día a día viendo cómo va mutando la desconfianza de la izquierda en torno a las medidas que acompañan esta pandemia. Primero fue la mascarilla, luego la vacuna, más tarde la tercera dosis y ahora el pasaporte sanitario.
Digamos que algunas variantes quieren ser benignas. Desde la buena voluntad, reclaman que prime la convivencia y que no se discrimine a nadie pidiéndole el pasaporte, por ejemplo, porque existe el derecho a no vacunarse. Por encima de todo lo que pueda decir la ciencia, afirman, está el criterio político y ése es el que debe tener prioridad. ¡Primera sorpresa! ¿En una crisis sanitaria, hay que obviar lo que continuamente están afirmando los epidemiólogos? ¿Para qué destinamos nuestros impuestos a la investigación científica? Aunque la vida social no es un laboratorio, me parece de sentido común que en una crisis como la que vivimos, los científicos tengan protagonismo. Y, además, ¿el no vacunado está primando la convivencia?
Pero hay otras variantes que me parecen más peligrosas. Todas ellas se refugian bajo el techo de los derechos o la libertad o la mala gestión. La crítica al neoliberalismo se convierte en ultraliberal. ¡Segunda sorpresa! No hay búsqueda de convivencia: la libertad individual es sagrada y está por encima de cualquier medida sanitaria o política. Si se posponen operaciones o consultas; si las UCIs están saturadas y el personal sanitario agotado, si crecen las muertes en las residencias, si el miedo se adueña de la vida de las personas ancianas o vulnerables, el problema reside únicamente en el despiadado capitalismo y las medidas sanitarias provienen del autoritarismo. Así se diluye toda responsabilidad individual o de grupo. No hay vacuna para esta variante, porque no se fia de ningún criterio científico, político o ético.
Afortunadamente, hay muchas personas –a veces, menos politizadas– que tienen claro que ahora es importante fortalecer el sentimiento de comunidad y no ser tan egocéntricos y desconfiados. Gracias a ellas no perdemos la fe en el ser humano. Es gente decente y con sentido común.
Izquierda mutante
Afortunadamente, hay muchas personas –a veces, menos politizadas– que tienen claro que ahora es importante fortalecer el sentimiento de comunidad y no ser tan egocéntricos y desconfiados.
