Cualquier ideología que tenga como objetivo cambiar el mundo corre el riesgo de caer en un cierto puritanismo. Es inevitable, diría yo. El feminismo, por ejemplo, ha mostrado siempre un lado puritano mediante su rechazo a la pornografía, aunque hoy en día hay feministas que reivindican una pornografía dirigida a las mujeres. Desde el socialismo utópico, pasando por el comunismo y el republicanismo o incluso el ecologismo, cuando se ha imaginado una sociedad nueva, más justa, más igualitaria, también se ha imaginado un ser humano «nuevo», más feliz y de alguna manera virtuoso. ¿Podemos imaginarnos borracho perdido a ese nuevo ser humano? Es evidente que no. Por eso, me cuesta compartir algunas interpretaciones optimistas sobre la película "Otra ronda", ganadora de un flamante Oscar, del director danés Thomas Vinterberg: un (ambivalente) canto al alcoholismo y la pérdida del control como la alegría de la vida y la inspiración para el arte. De hecho, el propio Vinterberg decía en una entrevista que la película es alegre y amarga a la vez. ¡Y que él no tiene tiempo para beber alcohol! No se puede ser más puritano.El caso es que la película da pie a la reflexión sobre el protagonismo que le damos al alcohol en nuestra sociedad. En mi opinión, es preocupante. ¿Alguien ha visto alguna vez preguntarle a un adolescente la edad antes de servirle alcohol? Muchas fiestas, por ejemplo, a favor de los presos o el euskera, suelen llegar a convertirse en borracheras de grupo, y la media de edad en la búsqueda del descontrol es cada vez más baja. Nos encanta criticar que los nórdicos, por ejemplo, se emborrachan en casa para, así, sentirnos orgullosos de nuestro alcoholismo «social». Pero el alcoholismo, o la dependencia del alcohol, en soledad o en grupo, puede tener mucho de alegre y, a veces, incluso de poético, ¿pero tiene algo de transformador? Aunque podemos hablar sobre otras adicciones, es claro que nos incomoda hablar de esta. Quizá creamos que es muy puritano debatir sobre nuestro alcoholismo social. Y esquivamos la discusión pidiendo otra ronda.