Iñaki Zaratiegi

Poeta, bohemio y distinguido

Programa: ‘Rafa. In memoriam’ (doble sesión con solistas, dúos, grupos). Fechas: 19/20-V-2021. Escenario: Teatro Victoria Eugenia (Donostia). Asistencia: unas 270 y 400 personas por día (aforo reducido). Precio: 24 euros.

Homenaje a Berrio en el teatro Victoria Eugenia de Donostia. (@josebamondarain)
Homenaje a Berrio en el teatro Victoria Eugenia de Donostia. (@josebamondarain)

En marzo de hace un año falleció el cantautor Rafael Berrio García, con 56 años. Había acumulado en cuatro décadas una decena de discos como ‘UHF’, ‘Amor a Traición’, ‘Deriva’ o con su propio nombre. Del ‘Donosti sound’ a Lou Reed, Dylan, explosiones a lo Brel, orquestaciones y cuerda y hasta zarzuela barojiana. ‘Ser autor de culto da para vino corriente’ dejó como posible epitafio. O para hacer amistades, se podría añadir. Así lo ha atestiguado el denso homenaje de aniversario con exposiciones, conciertos, debates y otras celebraciones, rematadas con dos citas colectivas en el Victoria Eugenia.

Autodidacta (pintor de brocha gorda de día, culto bohemio de noche), quien se auto cantara como ‘el hijo ingobernable de la luz del sol’ fue poliédricamente original. Independiente, variado y atrevido en lo sónico. Lúcido, profundo y perfeccionista en la rima. Casi treinta amigos-colegas de profesión intentaron resumir su legado: Joseba Irazoki, Pavlyuchenko, Virginia Pina, Abraham Boba, Julia Cristina, Amateur, Rafa Rueda, Paul San Martín, La Oreja de Van Gogh, Petti, Txetxo Bengoetxea, Sanchís y Jocano, Miren Iza, Mursego + Txap (que faltaron el miércoles), Mikel Erentxun y Diego Vasallo, con un mariachi de aperitivo. Con Joserra Senperena, Fernando Neira, J. Irazoki y Karlos Aranzegi como perfecto grupo de apoyo y un buen trabajo de proyecciones.

Se escucharon una veintena de himnos tiernos, despechados, descreídos, terminales (‘Como Cortés’, ‘Niño futuro’, ‘Simulacro’, ‘Dadme la vida que amo’, ‘Santos mártires yonquis’, ‘Cómo iba yo a saber’, ‘No pienso bajar más al centro’...). Con ‘Mis amigos’ («balarrasas queridos, amados, carnales, cabrones») como obligada despedida. Debe emocionar más el cariño y reconocimiento entre colegas que sonar en la radio fórmula. La bohemia que dejó huérfana el pequeño gran Rafa, romántico, irónico, coqueto, provocador, desganado nihilista ciorániano, bebedor, tertuliano errante. El salvaje niño grande que no entendía «la manía que nos hace amanecer», que pensó poseer «el don de vivir dos veces» y legó un futuro de afecto. Queden absueltas sus paradojas.