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La muerte de ballenas en Argentina, un fenómeno natural a punto de finalizar

La mortandad de ballenas francas australes en el santuario de la Patagonia argentina podría terminar al detectarse una fuerte reducción en las biotoxinas que presuntamente han matado a quince ejemplares, según asegura un alto funcionario ambiental.

Una ballena franca austral, cerca de Puerto Madryn, en Argentina.
Una ballena franca austral, cerca de Puerto Madryn, en Argentina. (Luis ROBAYO/AFP)

La muerte de ballenas en Argentina es un fenómeno natural que puede estar a punto de finalizar. «Las unidades de toxina en aguas del Golfo Nuevo han bajado mucho, de 18.000 a 2.700 unidades, con lo que hay expectativa de que esté llegando a un fin» este fenómeno, según ha señalado Fernando Bersano, director de Flora y Fauna Silvestre de la provincia de Chubut.

El Golfo Nuevo y Península Valdés, paraísos del turismo y de los biólogos marinos, han recibido este año unas 1.420 ballenas francas australes, el mayor número en 51 años y a un siglo de prohibirse su cacería comercial, una noticia alentadora que se ha visto empañada por la mortandad registrada desde el 24 de septiembre, a 1.300 km al sur de Buenos Aires.

El Instituto de Conservación de Ballenas (ICB) ha confirmado que ha contabilizado un total de quince cuerpos de cetáceos y que «no descarta que se puedan reportar nuevos casos en los próximos días», tal vez los últimos.

Una de las ballenas que ha aparecido muerta en la costa Argentina. (Luis ROBAYO/AFP)

Acerca del fenómeno llamado «marea roja», Bersano ha indicado que «no se puede prevenir ni predecir el grado de toxicidad ni cuánto va a durar, es un ciclo, y ahora esperamos que concluya».

En ausencia de «lesiones anormales o traumáticas que puedan explicar la muerte» y dado «el buen estado general» de los animales muertos examinados, la hipótesis preferente es la «intoxicación por proliferación de microalgas nocivas», ha concluido el ICB.

«Cada año hay más ballenas. Aunque un año se puedan relevar menos, la tendencia es al aumento», ha destacado Mariano Sironi, director científico del iCB.

Adoptar una ballena

Según el investigador, «una razón muy importante por la cual la población de la ballena franca austral está creciendo es que fue protegida legalmente de la cacería comercial en la década de 1930, hace casi un siglo».

Desde entonces, las poblaciones fueron creciendo en el hemisferio sur, excepto las de Chile y Perú, «que siguen estando amenazadas y son muy pequeñas», ha detallado.

Crecen las poblaciones de Argentina, Brasil, Sudáfrica y Nueva Zelanda, «simplemente desde que se las dejó de matar», ha destacado.

Una ballena eleva su cola cerca de la playa La Cantera. (Luis ROBAYO/AFP)

«El número es de quince ballenas adultas y juveniles muertas en un lapso de diez días. Animales sanos, en buen estado físico, pero que han muerto todas juntas en la misma zona», ha precisado Sironi.

Dentro de dos semanas estarán los resultados de los análisis, pero «la hipótesis principal se relaciona con las floraciones algales nocivas, lo que se conoce como ‘marea roja’», ha agregado.

Apasionado de su trabajo, Sironi habla de las «ballenidades» como si fueran personas. Así, invita a sumarse a un programa de adopción de ballenas, ideado por el ICB para adherirse a la causa con donación de fondos.

Los adoptantes puede elegir alguna de las 4.100 ballenas catalogadas por el instituto, con sus historias de vida, fotos y seguimientos. Están ‘Nube’, ‘Luminosa’ y ‘Hueso’, entre otras ballenas, pero ‘Mochita’ es su «favorita», confiesa Sironi.

«A ‘Mochita’ la conocemos desde que nació en 1999. Ahora tiene 23 años y tuvo su primera cría en 2006, que se llama ‘Medialuna’, porque tiene una mancha blanca en forma de medialuna en la cola», se enternece.

Grupo de ejemplares, entre los que figura alguna cría. (Luis ROBAYO/AFP)