Sergio Iglesias
Entrevue
Lilas Mayassi
Guiarrista de Slave to Sirens

«A través de la música expreso mis miedos, mis frustraciones y mi rabia»

Esta semana se presenta en Zinegoak la película documental ‘Sirens’, de Rita Baghdadi. Narra la historia de la banda de metal libanesa Slave to Sirens, centrándose en la figura de su guitarrista Lilas Mayassi, un ejemplo de lucha, en un país en el que la libertad individual es casi una quimera.

Lilas Mayassi, guitarrista de la banda metal Slave of Sirens.
Lilas Mayassi, guitarrista de la banda metal Slave of Sirens. (ZINEGOAK)

Cuéntenos, para comenzar, cómo surge la idea de hacer esta película.

En 2018, la directora Rita Baghdadi se pone en contacto conmigo porque se había enterado de la historia de nuestra banda, Slave to Sirens, y quería hacer una película sobre nosotras. Buscando información sobre ella, vi que incluso había ganado un premio Emmy, así que vimos muy interesante el proyecto y decidimos hacerlo. Tras unas cuantas charlas por videochat, Rita vino a mi casa y ahí estuvo rodando dos semanas con mi familia, con mis amigas y con la banda…

¿Qué era lo que querían transmitir con ‘Sirens’?

Al principio, lo que queríamos es que fuera una manera de inspirar a otras personas, para que nunca dejen de perseguir sus sueños, tal y como nosotras lo estamos haciendo con la música; para nosotras también era importante resaltar la importancia de la libertad de expresión y de que cada uno y cada una de nosotras viva la vida que quiere. Los primeros días sí que me fijaba, sobre todo, en las mujeres, pero viajando y conociendo otros lugares, me di cuenta de que hay muchas personas de cualquier género, que también necesitan esa inspiración.

¿Hay también una reivindicación del concepto de amistad, centrada sobre todo en la relación personal entre usted y Shery?

La historia de esta película ha sido un largo viaje, porque Rita estuvo rodando cuatro años. Al principio, a la hora de grabar, yo quería centrarme en la música y en las relaciones con mis compañeras, especialmente con Shery, que es con quien monté la banda, y por eso, finalmente, acabamos hablando de esa amistad. Lo que queríamos también era dar la imagen de que, aunque en esa zona del mundo todo está muy jodido, en nuestras vidas también hay amor, amistades, relaciones, música y sueños.

Por otra parte, era difícil hablar con las demás sobre estas cosas, porque cada una nos comunicamos de una forma, y para nosotras fue conflictivo hablar sobre sentimientos. Además, la homosexualidad es un tabú, y el colectivo LGTBIQ+ está muy perseguido en Líbano, por lo que, entre nosotras, también es un tema muy delicado.

«Aunque en esa zona del mundo todo está muy jodido, en nuestras vidas también hay amor, amistades, música y sueños»

Lo que se ve en el documental es que hay un comportamiento muy natural por parte de todas las personas que aparecen. ¿Hubo un momento en que, incluso, se olvidaron de que había cámaras grabando?

La manera en que nos filmaba Rita al principio, grabándonos todo el tiempo, sí que hizo que en esos primeros días estuviéramos un poco nerviosas, e incluso incómodas; así que lo hablamos con ella y le explicamos que tenía que entender que hay muchas diferencias culturales y de personalidad entre Estados Unidos y Líbano, y en cuanto ella se dio cuenta de esto, cambió su forma de ver las cosas, y todas nos sentimos mucho más cómodas y fue todo mucho más natural.

¿Ha habido avances en cuanto a derechos sociales y del colectivo LGTBIQ+ en los últimos tiempos, a raíz de los cambios políticos?

¡Qué va! Al contrario, creo que, realmente, hemos ido hacia atrás, especialmente si hablamos de derechos humanos, de las minorías y las comunidades LGTBIQ+. De hecho, todos los eventos que había en este ámbito se están cancelando y la gente que los apoya está amenazada. 

En ese sentido, en ‘Sirens’ se cuenta el caso de la banda Mashrou Leila, que sufrió la censura por parte de ciertos grupos religiosos. ¿Les ha sucedido algo parecido alguna vez a Slave to Sirens?

Sí. En 2019 íbamos a telonear a Whitin Temptation, precisamente junto a Mashrou Leila, pero se tuvo que cancelar porque un grupo religioso, denominado ‘Los defensores de Cristo’, nos acusaron de satanismo. Nos enteramos de la cancelación cuando estábamos en Alemania, y fue muy frustrante, porque nosotras solo hacemos música, no hacemos religión ni política.

Integrantes de Slave of Sirens. (ZINEGOAK)

Pero, es todo una locura, porque desde entonces hay muchas campañas de este tipo. Por ejemplo, había una marca de patatas fritas, cuya imagen era un muñequito con un arco iris, y tuvieron que cambiarlo, porque parece que pierden la cabeza con cualquier cosa que, aunque sea de lejos, se pueda identificar con el movimiento LGTBIQ+… es muy absurdo.

¿Y qué supone para usted la música, en esta situación tan restrictiva?

La música me dio voz y encontré en ella la única manera de poder hablar sobre ciertas cosas sobre las que no se puede hablar en persona; yo, a través de la música, expreso mis miedos, mis frustraciones y mi rabia, y es mi vía de escape ante todo lo que sucede a mi alrededor.

Lo que también se aprecia en el film es la tensión que existe entre usted y su madre, para quien supongo que tampoco será fácil vivir esta situación, ¿no?

Sí, pero es que hay mucha tensión en mi país, sobre todo a raíz de la crisis económica que, actualmente, estamos sufriendo con la devaluación de un 99% de la libra libanesa. Aparte, como te decía antes, también hay una crisis política y los padres están preocupados por el futuro de sus hijos, por que estudiemos para poder salir de ahí, y tener un futuro, algo muy complicado porque la educación también ha sufrido un retroceso importante. Todo esto son factores estresantes, que se notan, como tú dices, en la relación con mi madre. Pero es que también hay que tener en cuenta que somos generaciones diferentes, ya que ella viene de la generación de la guerra civil, y yo de una situación de crisis salvaje, que no facilita la comunicación con los familiares, pero tampoco con el resto de la banda, porque no nos sentimos seguras.

«En 2019 íbamos a telonear a Whitin Temptation, pero se tuvo que cancelar porque un grupo religioso nos acusó de satanismo. Es todo una locura»

La situación no era muy buena anteriormente, pero todo fue a peor con la explosión del 4 de agosto de 2020 en el puerto de Beirut. ¿Cómo les afectaron estos sucesos?

En 2019 estalló una revolución social en la que todo el mundo salió a las calles para reivindicar derechos básicos, como la electricidad o el agua. Fue una reacción en cadena que, lamentablemente, se acabó pronto, porque la apagaron los políticos y, para mí, fue un momento en que perdí la esperanza. Después, la explosión en la que murieron más de 200 personas fue algo muy traumático, que dejó una herida que yo pienso que no va a cicatrizar nunca…  se nota en la tristeza en los rostros de la gente, y perdimos la sensación de sentimiento de pertenencia a esta tierra, porque por parte de los políticos no ha habido ninguna investigación acerca de la explosión, ni justicia para las personas afectadas.

¿Y cómo es actualmente la vida en Líbano?

Después de la explosión hubo otra revolución y se convocaron elecciones. Se supone que iban a cambiar las cosas, pero los políticos son como un cáncer muy difícil de eliminar; siempre son las mismas caras desde hace 30 años, porque el poder se va perpetuando de padres a hijos.

De todas formas, si te digo la verdad, yo fui muy esperanzada a votar, pero un año después, todavía no se ha formado un gobierno. Al final, en el país hay más de 18 sectas, y es muy difícil que se sienten a dialogar y que lleguen a un acuerdo, porque todos quieren su parte del pastel.

Lo que está claro es que ser mujer, joven, lesbiana y hacer música metal, en un país como el suyo, ya es una revolución absoluta, ¿no?

La revolución representaba a mucha gente y se unieron a ella todas las minorías, así que ser representante de esta causa como mujer joven era mi obligación, porque todos y todas estábamos luchando por una única causa, como era la consecución de unos derechos básicos. Aunque la revolución no salió adelante yo seguí con mi deber en la vida, que era viajar y descubrirme en la vida a través de la música. Sí que me gustaría también ser una representante del colectivo LGTBIQ+, pero no me siento segura para hacerlo, y por eso sigo haciéndolo a través de mi compromiso con la música, esperando que sea otra forma de dar visibilidad a lo que pasa en mi país.

¿Sienten que, de alguna manera, son una inspiración para otras chicas jóvenes en Líbano?

Cuando empezamos, recibíamos mensajes de chicas que nos decían que las inspirábamos, y eso nos daba fuerzas para sentir que estábamos habiendo algo bueno por nuestra sociedad. Todo eso todavía es más evidente ahora que se ha estrenado la película, aunque en Oriente Medio no se pueda proyectar. Por eso, yo me siento muy agradecida con la oportunidad que me dan festivales como Zinegoak para mostrar una perspectiva diferente de nuestras historias y dar visibilidad a nuestra causa.

¿Cómo músicas, habéis notado en alguna ocasión el rechazo, en un mundo también muy masculinizado, como el de la música metal?

Creo que el reto más importante, a la hora de empezar a hacer música, era demostrar que, como mujeres, valemos para ello, porque, normalmente, no nos tienen en cuenta… pero no solo en la música, el machismo está presente en todos los ámbitos. Con la película, hemos visto una oportunidad para mostrar que lo que hacemos va muy en serio; de hecho, ya hemos estado en importantes festivales como el Wacken, en Alemania, en Glastonbury y en Marruecos, donde nos han tratado con mucho respeto… así que ahora, lo que queremos es centrarnos en seguir con la banda y con nuestra música, y espero que en poco tiempo, podamos publicar nuestro disco.

Más allá de las personalidades de cada una y de los problemas que haya en nuestro país, nuestra meta principal es hacer música, y eso es lo único que queremos ahora.