Nora Franco Madariaga
Entrevue
Xelo Giner
Saxofonista

«En los conciertos multidisciplinares hay que dejarse llevar»

El ciclo de Música Contemporánea de Quincena cierra con un concierto muy especial de la mayor vanguardia y música electroacústica de la mano de Xelo Giner, una mujer atrevida y apasionada de la interpretación, que trae una muestra de lo que la música electroacústica y multidisciplinar ofrece.

Foto de archivo de Xelo Giner.
Foto de archivo de Xelo Giner. (NAIZ)

Estar a la última en música de vanguardia es complicado por el trabajo que supone como músico y por la reticencia del público a lo nuevo. ¿Por qué, entonces, dedicarse a este tipo de música?

La música es algo esencial en mi vida, sin distinciones estéticas. Yo centré mi vida en la interpretación por una cuestión esencial: la pasión. Y no es que esté completamente dedicada a la música de vanguardia –hace muy poco estuve tocando Debussy con la orquesta de Valencia, por ejemplo–, es que para mí la música no tiene diferencia estética. Estudios neurocientíficos demuestran que la música tiene la capacidad de cambiar estados de ánimo y activa cada una de las estructuras emocionales del cerebro. Cuando tú como intérprete te acercas al público, lo que esperas es una reacción, llegar a ellos; y las nuevas tecnologías nos permiten expresar a través de elementos electroacústicos otro tipo de emociones.

El público, muchas veces, es reacio a escuchar este tipo de música porque venimos de una trayectoria de música demasiado conceptual, mucho más compleja que la pintura, por ejemplo. Nuestra vista nos permite ver cuadros abstractos de una manera mucho menos exigente que la escucha. Pero la música nos permite despertar todo tipo de emociones. Y no importa qué tipo de emociones sean: puede ser susto, rechazo… y es perfectamente válido. Por eso me encanta este tipo de música que yo realizo: por la capacidad de investigación, de experimentación y por la cantidad de expresión que podemos llegar a alcanzar, provocando emociones más viscerales, y que no tienen por qué ser siempre de agrado.

En mi última grabación con Naxos ‘De profundis’ rompo una lanza en contra de que la música contemporánea no es expresiva, con una colección de obras con un fondo muy emocional; y en el próximo CD voy en la misma línea. Mismamente, este nuevo proyecto que presento en Quincena, por ejemplo, está basado en la inteligencia emocional y la inteligencia emocional artificial, comenzando en Kurtág, que es pura música acústica pero se considera uno de los compositores poéticos por excelencia de los siglos XX-XXI, y terminando en obras de las tecnologías más avanzadas desde el punto de vista multidisciplinar y audiovisual. Pero es importante explicar las obras al público, porque si saben lo que van a escuchar cambia la forma de escucha.

Trabaja usted mucho con proyectos multidisciplinares. ¿Cómo se integra la música en este tipo de proyectos?

El eje vertebrador de una obra multidisciplinar, sobre todo con los creadores con los que yo trabajo, que son todos compositores, es la música. Luego ya, a partir de ahí, hay compositores que están más especializados en la rama electroacústica, o en la audiovisual… cada compositor es un mundo diferente. De aquí viene también la pasión que yo tengo por el feedback que se genera entre compositor e intérprete, sobre todo durante el proceso creativo. Creo que es esencial en el inicio del trabajo.

«Nuestra vista nos permite ver cuadros abstractos de modo menos exigente que la escucha. Pero la música permite despertar todo tipo de emociones»

Los elementos multidisciplinares que pueden ir adjuntos a la música pueden ser electrónica en vídeo, vídeo en vivo, u otros enfoques más puristas como la electrónica en música de cámara. Algunos compositores, como Mikel Chamizo, ponen el discurso del saxofón como eje central; otros, sin embargo, priorizan la electroacústica. Es muy importante para el público entender que cada compositor es un gran pensador, y es necesario conocer su concepto de obra. Al final, como dice Aurélio Edler-Copes, se trata de reflexionar acerca de la relación entre lo humano y lo mecánico, que me parece tremendamente poético.

El gran público, cuando escucha hablar de electrónica o electroacústica, en el mejor de los casos piensa en alguna pieza sinfónica que incluya grabaciones. Con todo lo que han avanzado la música electroacústica y las tecnologías, ¿qué nos podemos encontrar hoy en día en un concierto?

En un concierto multidisciplinar, que es lo que yo más trabajo últimamente, podemos encontrar de todo. Puedes salir feliz, puedes salir pensando, sorprendido… todo depende de cómo vengas preparado para escuchar un concierto de este tipo. Dependiendo de lo abierto que uno acuda a un concierto, se puede obtener un cúmulo de sensaciones. Hay que dejarse llevar y luego, como con todo en la vida, quedarse con lo bueno. Aquí se trata de evocar y transmitir sensaciones.

La saxofonista Xelo Giner.

Luego, tecnológicamente, estamos experimentando con las últimas vanguardias. Por ejemplo, en 2024 estrenaré una obra de Miguel Ángel Berbis en la que, en una pantalla gigante, se proyectará mi imagen en tamaño real varias veces, y no se sabrá realmente cuál de ellas soy yo realmente, porque estaré integrada con las imágenes. Visualmente, esto es algo novedoso e impactante. Y es que el elemento visual está teniendo ahora mismo una gran repercusión, porque la vista ayuda mucho más a captar la música. El trabajo de audiovisuales es una forma de acercamiento al público muy interesante, pero muy compleja al mismo tiempo.

En el concierto podremos escuchar la obra ‘SSSOOOOOMMMM’ de Aurélio Edler-Copes, que es prácticamente un estreno. Háblenos de ella.

‘Som’ quiere decir sonido en portugués, y es que el compositor es brasileño y es tremendamente expresivo a la hora de hablar. Y su música es, como él, muy expresiva, es mucho sonido, más bien relacionada con el ruido. Para esta obra, él ha creado un instrumento electrónico y con él, a través de un controlador midi y unos pedales, voy a realizar una serie de transformaciones en el sonido del saxofón amplificado –con un micrófono colocado en el interior del instrumento–, afectando en vivo a la música –y también con otros efectos pregrabados–, creando la base compositiva de la obra. Esta obra es pionera tanto en concepto como en tecnología y demuestra cómo obras de los años 90, por ejemplo, van quedando desfasadas por la evolución tecnológica. Esta obra la estrenamos en el Guggenheim de Bilbao a través de Musikagileak, que hacen muchísimo por la música contemporánea en el País Vasco con compositores como Helga Arias, Ramón Lazkano o Gabriel Erkoreka entre muchos otros.

«El elemento intelectual es muy importante para la aceptación de la música contemporánea y de cualquier otro arte, en realidad»

El ciclo de música contemporánea de Quincena es corto pero suele traer artistas de calidad y acoger muchos estrenos. ¿Es un buen espacio para la música contemporánea? ¿Se sienten entendidos por programadores y público?

Quincena, junto con el festival Ensems en Valencia, son dos de los festivales más importantes de Europa en cuanto a música contemporánea y otros que siguen una línea más conceptual, más intelectual.
Recuerdo haber escuchado un concierto hace casi 20 años de Mario Caroli, el flautista italiano, y me sorprendió muchísimo la aceptación y la escucha del público, fue una grata sorpresa. Y es que el País Vasco es uno de los referentes con mayor cultura, donde se cree realmente en la cultura en general; y es que la música va muy ligada al pensamiento contemporáneo y a la evolución de cada uno de los territorios donde se desarrolla. El elemento intelectual es muy importante para la aceptación de la música contemporánea y de cualquier otro arte, en realidad. El cine, la pintura, la escultura, la literatura, los audiovisuales, todo es un conjunto de evolución.

El saxofón es un instrumento muy versátil que, sin embargo, no ha terminado de encontrar su espacio en las orquestas sinfónicas. ¿Hay suficiente literatura musical para saxofón? ¿Se ha sabido, por parte de los compositores, darle su sitio?

Los compositores no lo han puesto en plantilla orquestal porque se mantiene la plantilla clásica pero, aun así, yo he tocado mucho con orquestas sinfónicas, hay muchas obras con partes significativas para el saxofón porque a los compositores les llamaba la atención el timbre del instrumento. Y luego está la música de cámara, que es algo que me encanta. Pero los saxofonistas tenemos muchas vertientes que explorar y ahí estamos, creando repertorio. Luego será el tiempo el que decida qué obras merecen la pena y cuáles no, pero el repertorio se está creando y algo bueno quedará.

La música contemporánea cada vez tiene más mirada femenina. Las niñas y jóvenes de hoy en día, ¿tienen suficientes referentes femeninas en la música?

Mira, en este concierto interpreto ‘Sainth Wich’, que es una obra de la joven compositora Isabel Latorre quien, haciendo un doctorado en Londres, descubre unas imágenes nunca editadas en colaboración con Marcel Duchamp de una cineasta ucraniana llamada Maya Deren –y, fíjate, son unas imágenes que nunca han sido vistas y ya están tratándolas no de forma independiente, sino ligándolas al trabajo de un hombre–. Y son unas imágenes con un lenguaje seductor, casi ritual –y es que las compositoras tienen un elemento expresivo muy potente, de una sensibilidad muy especial–.

«Soy una mujer saxofonista con una evolución de 25 años de conciertos: sí, las mujeres tenemos referentes, pero lo que falta es programarlos»

Estas imágenes de Deren hacen alusión a los hacedores de magia de la edad media, por lo que Isabel Latorre se ha inspirado en la compositora Kassia, que fue una poetisa y compositora del imperio romano, una de las primeras mujeres de las que se conservan transcripciones notadas de sus obras, para elaborar las melodías. Y con estos tres elementos –Isabel Latorre, Maya Deren y Kassia–, esta obra recoge una cantidad de fuerza femenina que me parece fantástica. Para mí esta obra es un eje muy importante, porque procuro programar siempre mujeres compositoras.

Soy una mujer saxofonista con una evolución de 25 años de conciertos y esto responde un poquito a si las mujeres tenemos referentes: yo creo que sí. Tenemos muchísimos referentes, pero lo que falta es programarlos. Pero se está haciendo, he visto una gran evolución y creo que merece la pena mencionarlo y seguir trabajando sobre ello. Las jóvenes de ahora cuentan con un apoyo social y cultural que las está ayudando mucho. Mujeres como la violinista Anne-Sophie Mutter o compositoras como Sofiya Gubaidúlina o la recientemente fallecida Kaija Saariaho han marcado camino, porque, si hay un ambiente cultural bien preparado, la calidad prevalece. Yo, por ejemplo, en los festivales a los que me invitan soy muy bien recibida no como mujer, sino como músico, y eso es algo que me enorgullece. Nos ha costado y nos sigue costando, porque hay mundos, como el del saxofón, que son de hombres, pero no me importa: seguiremos haciendo nuestro trabajo. ¡Vamos por muy buen camino!