Koldo Landaluze
Especialista en cine y series de televisión
La adaptación al teatro y al cine contribuyó a su popularidad, permitiendo que la historia llegara a un público aún más amplio. Abriendo el reportaje, una imagen de Irvine Welsh.
La adaptación al teatro y al cine contribuyó a su popularidad, permitiendo que la historia llegara a un público aún más amplio. Abriendo el reportaje, una imagen de Irvine Welsh. (Maria Teresa Slanzi)

‘Trainspotting’, el gran chute literario de Irvine Welsh cumple 30 años

Hace 30 años, un grupo de jóvenes de Edimburgo se embarcó en una peripecia vital cuyo combustible era la droga, «el elixir que les da la vida, y se la quita». Se llamaba ‘Trainspotting’.

Su publicación en el año 1993 fue como el descorche de una botella de champán. Una explosión inesperada que fue saludada de manera inmediata por la crítica y el público pero, sobre todo, por quienes no tenían entre sus prioridades la lectura de un libro.

El ‘Sunday Times’ la saludó desde sus páginas como «la voz del punk que creció más sabia y elocuente», y la comparación con la Biblia que hizo la revista literaria escocesa “Rebel Inc.” reflejó la impactante impresión que había causado entre los lectores. La novela se convirtió en un fenómeno tanto dentro como fuera del mundo literario, trascendiendo las páginas impresas y asumió una nueva condición de fenómeno social y cultural.

La adaptación al teatro y al cine contribuyó a su popularidad, permitiendo que la historia llegara a un público aún más amplio. Danny Boyle fue el encargado de rodar la adaptación cinematográfica que ayudó a llevar la historia y sus personajes a una nueva escala de reconocimiento.

Sobre el papel, todo lo que emana de la novela transcurre en una trastienda escocesa no apta para todo el mundo. Sus protagonistas son retratados como jóvenes desesperados que no ven un futuro prometedor. Viven en un Edimburgo oscuro y olvidado, machacado por el sida, el desempleo, la miseria y la prostitución. La droga es para estos personajes una vía de escape, aun sabiendo que es su perdición, un elemento vital en su zigzagueante periplo existencial.

El creador de este imaginario vitriólico fue Irvine Welsh. Nacido el 27 de septiembre de 1958 en Edimburgo, creció en el barrio portuario de Leith, una zona obrera, castigada por los desajustes socioeconómicos y un entorno proclive a la presencia de quienes le inspirarían su inolvidable galería de personajes.

Antes de dedicarse por completo a la escritura, Welsh tuvo una serie de trabajos diversos y dispersos, incluyendo empleos en la administración de bienestar social y como vendedor de electrodomésticos.

Durante su tiempo en Edimburgo, se vio inmerso en la subcultura juvenil de la época, participando en peleas de fútbol entre hooligans y explorando la vida nocturna de la ciudad en toda su intensidad.

La adicción a las drogas también formó parte de su vida. En su juventud, consumió heroína y fue testigo de primera mano de los estragos que causaba en su entorno más cercano.

Fue en la década de 1990 cuando Welsh comenzó a escribir y publicar sus primeras obras. Su debut literario fue precisamente con la novela por la que siempre será reconocido, ‘Trainspotting’.

Sus páginas presentaban un estilo de escritura enérgico y lleno de jerga, capturando la esencia callejera de quienes habitaban aquellas salpicadas de interrogantes y vías muertas.

Su propio título es una referencia a un pasaje del libro en el que Renton y Begbie conocen a un borracho en una estación de ferrocarril abandonada. Ambos usan la estación para orinar y el borracho les pregunta, intentando hacer un chiste, si están haciendo ‘Trainspotting’, un término anglosajón que se utiliza para referirse a la afición relativamente popular en Gran Bretaña de observar el paso de los trenes y apuntar sus horarios. Pero también resulta un juego de palabras, debido a que los heroinómanos utilizan el término ‘trains’ para referirse a la forma de las venas del brazo -veins-, y el gerundio ‘spotting’ se intercambia con facilidad por ‘potting’ (meter en un tarro).

Sobre los motivos que le llevaron a la escritura, Welsh explicó que «a veces, nuestras experiencias y las personas que nos rodean tienen una gran influencia en nuestras inclinaciones artísticas. El hecho de que haya crecido rodeado de personas que contaban historias puede haber despertado en mí un amor por la narración y la escritura de historias. Es fascinante cómo encontré mi voz a través de la escritura de historias en lugar de canciones para mi banda de punk. La escritura puede ser una forma poderosa de transmitir historias y emociones, y cada persona encuentra su propia vía de expresión artística. Cuando me adentré en la escritura, descubrí una nueva pasión y un medio a través del cual puedo canalizar mis ideas y experiencias. La narración de historias es una forma ancestral de comunicación y expresión. Puedo explorar diferentes géneros y estilos, y descubrir cuál se ajusta mejor a mi voz y a las historias que deseo contar. Ya sea en forma de canciones o como narraciones, la escritura me brinda, en definitiva, la oportunidad de dar vida a mis ideas y compartir mis historias con el mundo».

La estructura literaria de la novela es fragmentada y utiliza una narrativa no lineal. Está compuesta por una serie de capítulos independientes que se conectan a través de los personajes y sus experiencias compartidas.

Cada capítulo está narrado desde la perspectiva de un personaje diferente, lo que permite al lector obtener una visión más completa de la historia gracias al variado coro de voces de sus protagonistas:

1. Mark Renton: Es el protagonista de la novela. Renton es un adicto a la heroína que lucha por superar su adicción y escapar del ciclo destructivo de su vida. Es inteligente y cínico, pero también está lleno de autodesprecio y autoengaño.

2. Simon ‘Sick Boy’ Williamson: Es otro miembro del grupo de adictos. Sick Boy es un manipulador y estafador, siempre buscando su próximo esquema para obtener dinero. Es conocido por su carisma y su obsesión por las películas.

3. Francis ‘Franco’ Begbie: Es un personaje violento y temperamental. Begbie es un matón que disfruta de los enfrentamientos físicos y tiene poco control sobre su ira. Aunque no es adicto a las drogas, su presencia en el grupo a menudo genera tensión y peligro.

4. Daniel ‘Spud’ Murphy: Es un adicto a la heroína y uno de los personajes más vulnerables de la novela. Spud es ingenuo y tiene dificultades para mantenerse alejado de las drogas. A pesar de sus defectos, es considerado el más amable del grupo.

Además de estos personajes principales, la novela también suma otros secundarios que interactúan con este círculo y contribuyen a enriquecer con sus anecdotarios la trama central. En líneas generales, es una novela que explora temas como la adicción, la alienación, la violencia y la búsqueda de una identidad en un entorno urbano marginalizado y a través de un estilo narrativo distintivo y unos personajes muy bien perfilados. Un conjunto que captura la cruda realidad de la vida de los adictos a las drogas y, sobre todo, cuestiona las normas sociales y culturales.

La historia de cómo Welsh comenzó a escribirla se remonta a principios de los noventa. En ese momento, trabajaba como director de programas de la Fundación de Salud Mental de Edimburgo. Durante su tiempo en esta organización, tuvo la oportunidad de interactuar con personas afectadas por la adicción a las drogas y la enfermedad mental. A todo ello sumó su propia experiencia.

Sobre el detonante que motivó la escritura de su novela más reconocida, dijo que «quería contar una historia auténtica sobre la vida en las calles de la ciudad y reflejar las luchas y los desafíos de la juventud marginada de la década de 1980. Mi propia experiencia como exdrogadicto y mi conocimiento directo de la escena de la droga en Edimburgo fueron la base de la historia. Observé y viví de cerca las realidades de la adicción, la violencia y la alienación social. Quería capturar esa realidad cruda y presentarla en toda su fealdad y autenticidad».

En esta su primera aventura literaria tuvo presente las influencias de Hubert Selby Jr., Charles Bukowski y William Burroughs. En palabras de Welsh, «me inspiraron con su estilo provocador y su capacidad para retratar la realidad en bruto. También me interesaba explorar el uso del dialecto escocés y dotar de esta voz a los personajes. A medida que escribía ‘Trainspotting’, mi objetivo era romper con las convenciones literarias establecidas y contar una historia sin censura, sin concesiones y sin filtros. Quería capturar la energía y la intensidad de la vida en las calles y transmitirla a través de la página. La novela fue un intento de dar voz a aquellos que a menudo se pasan por alto o se consideran marginales en la sociedad».

«Esas páginas nacieron de mi propia experiencia, así como de mi deseo de contar una historia realista y audaz sobre la vida en Edimburgo. Fue una forma de explorar temas como la adicción, la pobreza y la desesperanza, pero también de destacar la humanidad y la resistencia que pueden encontrarse en los lugares más oscuros», añadió el autor.

Siguiendo la senda de ‘Trainspotting’

La publicación de ‘Trainspotting’ marcó el comienzo de una prolífica carrera para Welsh y, nueve años después de su publicación, el escritor escocés tuvo la idea de un reencuentro con sus personajes en la que es considerada como su secuela directa, ‘Porno’.

Su trama se desarrolla diez años después de los eventos ocurridos en la primera y se centra en Mark Renton, Sick Boy, Spud y Begbie, quienes ahora han rebasado la frontera de los treinta años.

Renton ha regresado a Edimburgo después de haberse mudado a Ámsterdam, y se reencuentra con sus viejos amigos mientras intenta establecer un negocio legítimo en la industria del entretenimiento para adultos.

La novela incide en temas como la adicción, la amistad, la traición y la decadencia moral. Mantiene el estilo característico de Welsh, con una narrativa cruda, lenguaje explícito y personajes disfuncionales.

A lo largo de la historia, los personajes se ven involucrados en un plan para filmar una película pornográfica y se enfrentan a diversos obstáculos y dilemas personales.

Al igual que ‘Trainspotting’, ‘Porno’ es conocida por su estilo narrativo fragmentado y por su uso del dialecto escocés, lo que añade autenticidad y distintividad a la obra. La novela recibió críticas variadas, algunos periodistas elogiaron la continuación de la historia y la exploración de los personajes, mientras que otros consideraron que no alcanzaba el impacto de la obra original.

Veinte años después de ‘Trainspotting’, el autor publicó ‘Skagboys’, una precuela en la que relata cómo los protagonistas se engancharon a las drogas en los ochenta, una década desde la que, según detalló Welsh, «todo se ha paralizado y momificado».

El novelista y dramaturgo optó por regresar a una época que siempre ha considerado clave y a partir de la cual, «a nivel político y económico, todo sigue prácticamente igual».

Tal y como detalló durante su presentación en 2014, «hacía mucho tiempo que quería escribir sobre los 80, porque para mí fue entonces cuando empezó la economía neoliberal, el paro, las drogas y la masiva redistribución de la riqueza entre los más ricos, una situación que me demuestra que, desde los ochenta, todo se ha paralizado y momificado».

Considerando ese contexto, se dio cuenta de que los personajes de ‘Trainspotting’ eran perfectos para hacer el análisis de aquella época, por lo que el autor decidió retomar todas las notas y el material que había escrito durante el proceso de creación de su debut literario.

‘Skagboys’ añadió más conciencia política y carga social y se muestra como un fresco demoledor de una Gran Bretaña conducida al desastre por las políticas neoliberales y en la que rugía el “no-futuro” que era clamado desde el punk.

Con las políticas de Margaret Thatcher como telón de fondo, las huelgas mineras y el aumento del paro a un ritmo enloquecido, la heroína corrió como un reguero de pólvora prendido por las calles de Edimburgo, llevándose por delante la vida de muchos jóvenes.

En opinión del escritor, «para ellos, caer en la heroína significaba sentirse parte de alguna cosa. Sus acciones no respondían a un espíritu kamikaze, sino más bien eran fruto de una locura por haberse encontrado los unos con los otros».

En su novela, este es uno de los motivos por los cuales Renton y Sick Boy se enganchan a las drogas y empiezan una de las relaciones más destacadas de toda la obra, que va madurando con el paso del tiempo.

«La suya -añadió- es una amistad que te arrastra hacia un mundo destructivo, al final son relaciones que, o bien acabas con ellas, o bien acaban contigo».

En 2016 regresó al submundo de su primera novela con ‘El artista de la cuchilla’ para incidir en la persecución a la que somos sometidos por parte de nuestros fantasmas del pasado, y para ello rescató al temible Francis Begbie.

En clave de novela negra y en versión trepidante y ultraviolenta, con toques de humor feroz a costa del arte contemporáneo, esta nueva entrega retoma la vida de Begbie después de los eventos de ‘Trainspotting’ y lo presenta como un exitoso escultor de arte contemporáneo en California.

Begbie ha dejado atrás su pasado violento en Edimburgo, pero pronto se ve arrastrado nuevamente a su antiguo mundo criminal cuando recibe noticias que afectan a su vida y a su familia.

En sus páginas se dan cita la redención, la identidad y los efectos duraderos de la violencia y, en opinión de su autor, «los personajes se estrellan contra su conciencia. La editorial me pidió que hiciera una historia de Navidad hace un tiempo y Begbie es la encarnación perfecta de un infierno navideño, violento y lleno de odio. Pensé que sería bueno invertir todo, que Begbie fuera el tipo más autocontrolado de la sala. Esta idea me cautivó».

También detalló que el eje central de este libro fue la tensión que persigue al protagonista constantemente: «En ‘El artista de la cuchilla’ sus dos bandos luchan. Ha aprendido a controlarse a sí mismo a través del descubrimiento del arte y la educación, pero todavía tiene ira, violencia y sadismo dentro de él».

Más allá del imaginario de ‘Trainspotting’, Welsh ha escrito ‘Acid House’, ‘Éxtasis’, ‘Escoria’, ‘Cola’, ‘Secretos de alcoba de los grandes chefs’, ‘Si te gustó la escuela, te encantará el trabajo’, ‘Crimen’, ‘Col recalentada’, ‘La vida sexual de las gemelas siamesas’ y ‘Un polvo en condiciones’, todas ellas publicadas en castellano por la editorial Anagrama. Finalmente, y en relación a los 30 años que han transcurrido desde su debut literario, el autor quiso compartir unas reflexiones en las que dice que «en 2023, el libro se mueve en otro contexto. En su día, casi se convirtió en una especie de advertencia inspiradora: vamos a consumir drogas, hombre. Estamos jodidos de todos modos. Vamos a por ello. Hoy en día, la gente no puede conseguir trabajo. La gente nunca comprará una casa. No pueden comprar cosas bonitas. Todo está jodido aunque no estés drogado».

Y llegó el cine

«Elige la vida. Elige un empleo. Elige una carrera. Elige una familia. Elige un televisor grande que te cagas. Elige lavadoras, coches, equipos de compact-disc y abrelatas eléctricos». Con este monólogo, recitado por un joven actor escocés llamado Ewan McGregor, y que venía acompañado por el ‘Lust for Life’ de Iggy Pop, arrancaba en plena carrera la célebre adaptación cinematográfica que rodó Danny Boyle en 1996.

El director de ‘Slumdog Millionaire’ destacó la importancia de capturar la autenticidad de la cultura juvenil y la adicción. Quería que la película reflejara la energía y el espíritu de la novela de Welsh, y trabajó estrechamente con el autor durante el proceso de adaptación.

Fruto de ello es un encadenado de secuencias que lograban transmitir la intensidad y el caos de la vida de los personajes, combinando una narrativa ágil con una dirección visual muy audaz. Todo ello con el limitado respaldo de un presupuesto de tan solo 1,2 millones de euros, lo que obligó a que la mayoría de sus escenas se rodaran en una sola toma.

A ello habría que sumar las recordadas interpretaciones que realizó un reparto que, además de Ewan McGregor, incluía a Ewen Bremner, Jonny Lee Miller y Robert Carlyle.

Otro aspecto muy destacado del filme es su impagable y ecléctica banda sonora. Una mezcla diversa de géneros que va desde el britpop hasta el rock alternativo, pasando por el tecno y la música electrónica, y que aportó frescura y dinamismo al conjunto.

El tema principal, ‘Lust for Life’, interpretado por Iggy Pop, se ha convertido en un himno icónico asociado con la película, y otros artistas como Underworld, Blur y Pulp también contribuyeron con canciones originales. A estos temas se sumaron clásicos como ‘Golden Years’ de David Bowie, ‘Heroin’ y ‘Perfect Day’ de Lou Reed, ‘Atomic’ de Blondie y ‘Temptation’ de New Order, entre otros.

En 2017, las pantallas acogieron el estreno de ‘T2: Trainspotting’, la prolongación de la película original que retomaba las peripecias accidentadas del mismo grupo de personajes.

Renton (Ewan McGregor), Sick Boy (Jonny Lee Miller), Spud (Ewen Bremner) y Begbie (Robert Carlyle), se reencuentran en Edimburgo después de haber estado separados durante veinte años y su engranaje argumental vuelve a explorar temas como la adicción, la amistad y la nostalgia, mientras los personajes se enfrentan a su pasado y las consecuencias de sus acciones.

Danny Boyle volvió a repetir detrás de la cámara y Irvine Welsh volvió a colaborar en su argumento y asumió un nuevo cameo encarnando a un gángster.

Para el cineasta, «en la película del 96, eran jóvenes a los que solo les preocupaba disfrutar de los placeres de la vida, sin importarles ni la gente que les quería, ni la salud o el paso del tiempo. En cambio, en ‘T2’ y con veinte años más, la vida les ha pasado factura y el relato está lleno de hijos y mujeres decepcionadas, que son un reflejo del fracaso de estos hombres y sus decisiones».