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Eguzki y Araba sin Garoña reclaman que el cierre de la central nuclear sea «irreversible»

La iniciativa Araba sin Garoña espera que la central nuclear de Garoña no vuelva a retomar su actividad nunca, mientras el colectivo Eguzki ha deseado que su cierre sea «irreversible».

El portavoz de Araba sin Garoña, Alberto Frías, ha valorado el cierre de la central en rueda de prensa. (Juanan RUIZ/ARGAZKI PRESS)
El portavoz de Araba sin Garoña, Alberto Frías, ha valorado el cierre de la central en rueda de prensa. (Juanan RUIZ/ARGAZKI PRESS)

El portavoz de Araba sin Garoña, Alberto Frías, ha comparecido en rueda de prensa para recordad que este jueves el pleno del Congreso español debatirá las enmiendas del Senado sobre el proyecto de ley de medidas fiscales para la sostenibilidad energética, que establece nuevas tasas sobre el combustible nuclear y que puede condicionar el futuro de Garoña.

La central alavesa comenzó el pasado domigno una parada programada de su reactor, tras lo cual, en opinión de Frías, Garoña no va a estar operativa nunca más.

Frías ha insistido en que la parada «no tiene vuelta atrás» porque Garoña «no supone más allá de 466 megavatios de producción», mientras que en los últimos años, según han recordado, se han instalado más de 22.000 megavatios en térmicas de gas, lo que supone que hay una oferta de potencia «muy superior a la demanda».

Frías ha confiado en que este jueves se aprueben en el Congreso los citados tributos, aunque no han descartado que se rebajen por el «cantaje» que están tratando de llevar a cabo las compañías eléctricas, a las que ha calificado de «pandilla de trileros», y ha acusado de intentar que el desmantelamiento de Garoña se pague con dinero público.

«Cierre irreversible»

Por su parte, el colectivo ecologista Eguzki ha mostrado a través de una nota su deseo de que el cierre de Garoña sea «irreversible».

Eguzki ha alertado de que Garoña es una central nuclear «de primera generación, con defectos de fabricación y graves fisuras en la vasija del reactor», y ha considerado que su mantenimiento en activo «supondría poner cada vez más en jaque la seguridad de más de un millón de personas de su entorno».

Además, ha recalcado que tras cuarenta años de actividad, Garoña está «totalmente amortizada» y ha instado a diseñar y poner en marcha un plan de desmantelamiento de las instalaciones y otro de dinamización laboral en la zona.