Pablo GONZÁLEZ

Putin se impone a la Unión Europea en Ucrania

Moscú consigue frenar la firma de un acuerdo de asociación entre Ucrania y la UE. La economía está siendo la clave para que Kiev prefiera mirar por ahora al este. La propuesta europea y su torpe política exterior ya no seducen de la misma manera en estos tiempos de crisis económica. Entre Rusia y Ucrania ya existe un acuerdo de libre comercio. Si Kiev firma un acuerdo similar con la UE nada impediría que los bienes producidos en los 28 países de la Unión se reexporten a Rusia sin pagar ningún tipo de aranceles, para lo cual, según Putin, Rusia no está preparada.

La Unión Europea se ha visto frenada inesperadamente en su expansión hacia el este del continente. En la cumbre celebrada en Vilna, la capital de Lituania, los 28 países miembros de la UE se reunían con seis repúblicas ex soviéticas (Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Georgia, Moldavia y Ucrania) con la intención de firmar con varias de ellas importantes acuerdos económicos. Si ya en setiembre se supo que Armenia renunciaba a la firma de su tratado, poco antes de empezar la cumbre era Ucrania la que se echaba atrás.

Desde Bruselas esto se ha calificado como la sumisión ucraniana a la presión ejercida desde Moscú para evitar dicho acuerdo. Según Bruselas Moscú no desea seguir perdiendo su área de influencia, y utiliza para ello la presión política y las medidas económicas de las que dispone, principalmente el gas y las sanciones económicas, como el bloqueo de importaciones.

El presidente ruso, Vladimir Putin, no ha negado que Rusia no desea la firma de este acuerdo entre Kiev y Bruselas, pero ha esgrimido azones puramente económicas y ha dejado claro que son los ucranianos los que deben tomar la decisión final. Como ha subrayado Putin, entre Rusia y Ucrania ya existe actualmente un acuerdo de libre comercio por el cual gran cantidad de productos ucranianos se exportan hacia Rusia sin pagar grandes aranceles.

En el caso de que Kiev firme un acuerdo similar con la UE, nada impediría que los bienes producidos en los 28 países de la Unión se reexporten a Rusia sin pagar ningún tipo de arancel, algo para lo cual, según Putin, Rusia no está preparada hoy en día si quiere proteger su propia industria.

Por ello, la postura rusa se resume en que si Kiev firma un acuerdo de libre comercio con Bruselas, se anulará el acuerdo similar entre rusos y ucranianos. Esta variante no interesa a día de hoy a Kiev, ya que las relaciones comerciales, y sobre todo industriales, entre Ucrania y Rusia superan a las que existen con la UE. Esta postura fue la que le comunicó Putin al presidente ucraniano Yanukovich en una reunión que mantuvieron a principios de noviembre en Moscú, y que no se hizo pública hasta varios días después.

De esta manera Bruselas ha visto cómo se le ha cerrado, aunque sea temporalmente, un mercado de 44 millones de personas (el ucraniano), una puerta hacia el mercado ruso, y sobre todo ha visto cómo se ha frenado su continua expansión hacia el este. Expansión esta, que se había convertido en la única política común de los 28 países miembros. Todo ello no ha sentado nada bien, sobre todo entre los países excomunistas que ya forman parte de la UE.

Se ha acusado a Rusia de ejercer una fuerte presión sobre Yanukovich, siendo sin embargo las presiones europeas no menos intensas. El comisario europeo para la ampliación, Stefan Füle, ha viajado en numerosas ocasiones a Ucrania en las últimas semanas para intentar persuadir al presidente ucraniano para firmar el acuerdo.

Figuras políticas de renombre como Lech Walesa han realizado minigiras por Ucrania con el objetivo de apoyar los movimientos pro UE. En vano. La principal razón del fracaso europeo se debe buscar tanto en formas, como en contenidos. La imposición europea de que se pusiese en libertad a la ex primera ministra ucraniana Yulia Timoshenko ha irritado notablemente a Yanukovich, quien la considera enemiga casi personal de cuando él se encontraba en oposición. Timoshenko, quien está en prisión por corrupción, ha sido rápidamente olvidada por la UE poco antes y durante la cumbre mientras se buscaba la firma ucraniana.

Aun así, la mayor laguna en la propuesta europea ha sido la compensación económica ofrecida a Ucrania. A modo de premio por la firma del acuerdo se ofreció a Kiev 610 millones de euros. Una cantidad muy alejada de los 160.000 millones pedidos por Yanukovich para compensar la pérdida del mercado ruso y la adaptación ucraniana a los estándares de la UE.

La paralización de la firma del acuerdo es una victoria temporal de Putin sobre la diplomacia europea, y ya van varias (Irán, Siria o Armenia). Esta victoria puede convertirse en significativa si Moscú consigue que Kiev entre en la Unión Aduanera, una especie de Unión Europea entre los países de la exURSS. Ya se han unido a ella Rusia, Bielorrusia y Kazajstán, y recientemente Armenia ha anunciado su intención de unirse en detrimento del acuerdo con Bruselas. Ucrania sería la pieza clave que le daría el impulso definitivo a dicha unión.

Por su lado la UE deberá contentarse por ahora con el premio menor de la firma de acuerdos de asociación con Georgia y Moldavia. La posibilidad del acuerdo con Kiev sigue abierta, pero ya ha quedado claro que no va a ser tan sencillo, y sobre todo tan barato como se esperaba en Bruselas.

Corren malos tiempos para la política común de la UE. Los desacuerdos a nivel interno y externo son más visibles en esta época de crisis económica. La UE, que antes era vista en los países del este europeo como una especie de realización del sueño americano, va perdiendo atractivo paulatinamente. A ello contribuye tanto la crisis económica, especialmente el paro, dentro de la propia UE, como la paulatina recuperación económica y con ello mejora del nivel de vida que van experimentando, aunque lentamente, los países excomunistas.