Arantxa MANTEROLA

No hay distancias si la constancia es tan fuerte como el reto marcado

Aviso previo: no es un chiste. ¿Qué tienen en común un cura misionero, el oso panda y un ciclista chino? Ezpeleta. Allí convergieron ayer los tres insólitos elementos a la llegada de Luo Weixiao, tras recorrer 15.000 kilometros en bicicleta con el objetivo de conocer el pueblo natal del padre Armand David, que presentó el oso panda gigante al occidente. A

Sonriente, discreto, con la cara y los brazos bien curtidos, Luo Weixiao no paraba de inclinar la cabeza con las manos juntas en signo de agradecimiento por la acogida que le hicieron ayer en la localidad labortana. Partió hace cuatro meses con su bicicleta desde Baoxing, localidad situada en el distrito de Ya'an, región de Sichuan, y ha logrado su reto.

«Hace 145 años, el padre David llegó a nuestras tierras y presentó el panda gigante al mundo. Quiero insistir en la necesidad de preservar esta especie y llamar a todos aquellos que aman la vida a hacerlo» dijo ayudado por un compatriota que reside en París y que ejerció como intérprete en el sencillo acto de bienvenida que le reservaron en el Ayuntamiento.

Carta de su alcalde

Allí le entregaron una carta del alcalde de Ya'an que había avisado de su llegada a su homólogo ezpeletarra, Jean-Marie Iputcha. De su lectura se desprendía la fuerte relación que mantienen las dos localidades. No en vano están hermanadas. Así, el primer edil chino recordó la visita que les hizo hace ya quince años un grupo de ezpeletarras con el alcalde de la época, Anddé Darraidou, que también se encontraba presente en el acto. La visita ha sido correspondida varias veces.

No es la primera vez que Weixiao hace uno de estos peculiares viajes. A sus 64 años, este obrero jubilado y verdadero apasionado de la bicicleta, ha recorrido miles de kilómetros y completado rutas tan difíciles como la de la seda. Incluso ha escrito alguna guía dirigida a los jóvenes, en la que les enseña la manera de sacar el mejor partido a los viajes en velocípedo.

Además, es miembro de la asociación para la Investigación y Protección del Oso Panda de Sichuan. Fue allí, en el país de los Mantze precisamente, donde el padre Armand David, que además de misionero lazarista, era zoólogo y botanista, se encontró la piel de un oso blanco con las patas y el entorno de los ojos negros, en casa de un lugareño que le había invitado a tomar el té al volver de una expedición en la montaña.

Así prosiguió su investigación hasta procurarse los animales vivos. Fue gracias a sus datos y notas recopiladas durante doce años que pudo realizarse la descripción científica del oso panda gigante. Del mismo modo, el ezpeletarra que también era taxidermista, envió desde esta región del Tibet oriental 676 especímenes de plantas, 441 de pájaros y 145 mamíferos al Museo de Historia Natural de París y participó en la elaboración de reseñas científicas de animales desconocidos hasta entonces en Europa.

El obrero ciclista no llegará seguramente a alcanzar tal nivel de reconocimiento en los anales de la historia natural pero, a buen seguro, quienes lo recibieron ayer en Ezpeleta no lo olvidarán tan fácil.

Pimientos de regalo

La diputada socialista Sylviane Alaux, que también hizo sus pinitos en el arte del saludo chino, le reconoció su «valentía» para abordar y llevar a buen término tamaño viaje: «Deseo que su iniciativa sirva para ahondar en los lazos de amistad entre China y Francia y, más concretamente, el País Vasco», manifestó.

En un tono más distentido, el alcalde Iputcha le relató el «sobresalto» que tuvo anteayer cuando se enteró de la grave caída de un corredor del Tour. «Temí que fuera usted» le dijo antes de obsequiarle con un presente y, por supuesto, una buena muestra de botes del emblemático pimiento local.

Weixiao, inclinándose una vez más, prometió que como lo hiciera el padre David al dar a conocer al mundo su región, también él va a dar a conocer Ezpeleta allí. Algunos de sus compatriotas que viven en Euskal Herria se acercaron a saludarlo. Fue un momento en el que no pudo disimular su sorpresa y sus ojos emocionados reflejaron el mismo afecto que despierta la tierna mirada del oso panda.