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El día que quemaron la Casa Blanca

Grabado que recoge la retirada de las tropas británicas de Washington tras incendiar los edificios más emblemáticos de la capital de EEUU.
Grabado que recoge la retirada de las tropas británicas de Washington tras incendiar los edificios más emblemáticos de la capital de EEUU.

Muchos han soñado con hacerlo, pero solamente los ingleses han sido capaces de lograr el codiciado objetivo de quemar la Casa Blanca. ¿Cuándo tuvo lugar semejante humillación para Estados Unidos? El próximo 24 de agosto se cumplirán doscientos años del incendio no solo de la residencia del presidente del país, sino también del Capitolio, la sede del Congreso estadounidense.

La explicación a este curioso acontecimiento arranca en 1812. Por aquel entonces, Gran Bretaña estaba inmersa en la guerra contra Napoleón. Con el objetivo de poner en los mayores apuros posibles al emperador galo, los ingleses decretaron un embargo comercial a Francia que afectaba especialmente a Estados Unidos, que pocas décadas antes se había independizado de Londres con la ayuda de París.

Ese perjuicio económico se sumó al afán expansionista de Washington, que quería aumentar su territorio extendiéndose por el oeste a costa de los indios y por el norte, donde se encontraban las colonias inglesas en territorio del actual Canadá. Así que aprovechando que Gran Bretaña ya estaba inmersa en el conflicto europeo, el presidente James Madison declaró la guerra a la antigua metrópoli el 18 de junio de 1812.

Los dos primeros años de la Guerra anglo-estadounidense se convirtieron en un tira y afloja en suelo canadiense, ya que las tropas británicas rechazaban una y otra vez los intentos de invasión lanzados desde Washington, aunque los atacantes consiguieron quemar varios edificios de York en una ofensiva contra la capital de Canadá Superior.

Esta situación de estancamiento se iba a romper en 1814. Con la guerra contra Napoleón prácticamente encauzada en su favor (aunque ya había comenzado el episodio de los Cien Días), Gran Bretaña decidió dejar la actitud defensiva adoptada hasta entonces, forzada por las circunstancias, para pasar al ataque. En una operación que tomó por sorpresa a su enemigo, a mediados de agosto, los británicos desembarcaron en la bahía de Chesapeake un contingente de 5.000 soldados, lo que provocó el caos y el pánico en el Gobierno estadounidense, ya que el enemigo repentinamente se encontraba a tan solo 60 kilómetros de la capital.

El 22 de agosto, el presidente Madison salía de la capital para pasar revista a sus tropas, pero ya no regresó, ya que los soldados huían en desorden, dejando el camino libre a los británicos, que dos días después llegaban a la ciudad. Un pequeño contingente de soldados se adelantó para solicitar la rendición de la capital, pero un grupo de francotiradores abrieron fuego contra ellos desde una casa cercana. Ante la contundente respuesta de los ingleses, los únicos estadounidenses que defendieron la ciudad abandonaron su posición, que poco después fue incendiada.

A continuación, los ingleses se dirigieron al Capitolio. Después de disparar contra las ventanas por si existía otro grupo de resistentes, entraron en el edificio y le dieron fuego, presuntamente en venganza por los incendios provocados por los estadounidenses en York. El siguiente objetivo era la Casa Blanca.

Mientras el presidente Madison seguía huyendo de los invasores en compañía de tropas y funcionarios de su Gobierno, en su residencia oficial, su esposa, Dolley Madison, se afanaba por salvar todos los enseres posibles. Con la ayuda de Paul Jennings, un esclavo de 15 años, puso a salvo el famoso retrato de George Washington, mientras Stephen Pleasonton, un secretario mayor, se encargaba de sacar la Declaración de Independencia, que fue guardada en un molino situado cerca de Georgetown. La primera dama consiguió enviar un cargamento con objetos de oro y plata de la Casa Blanca a un Banco de Maryland y escondió varios documentos del gabinete de su marido en troncos.

Dolley Madison permaneció en la residencia presidencial hasta que los primeros «casacas rojas» aparecieron por las inmediaciones de la Casa Blanca. Entonces accedió a subir a un coche de caballos, que salió a la carrera protegido por un solo oficial, ya que el resto de los militares que debían protegerla había huido antes.

Los ingleses entraron en la abandonada residencia, donde se encontraron con las viandas que iban a ser utilizadas en un banquete para cuarenta comensales que iba a ofrecer el presidente Madison. Tras dar buena cuenta de la comida, apilaron los muebles en el salón principal y con la ayuda de unos carbones encendidos, les prendieron fuego. Poco después, la Casa Blanca estaba envuelta en unas llamas que eran contempladas desde la distancia por las personas que habían abandonado la ciudad.

Los británicos permanecieron en Washington tan solo durante 26 horas, ya que no disponían de las tropas necesarias para hacer frente al contraataque que ya estaba organizando el humillado presidente Madison.

Con la retirada inglesa, el mandatario de EEUU pudo regresar a su maltrecha residencia con su reputación por los suelos y su primera dama encumbrada a la categoría de heroína del crítico momento. A pesar del duro golpe, Madison se rehizo y consiguió imponerse a las fuerzas británicas y a sus aliados indios en las diversas batallas que se libraron entre setiembre de 1814 y enero de 1815. Esos triunfos impidieron que Gran Bretaña invadiera definitivamente el país y que se creara un estado indígena independiente en la región del Medio Oeste, bajo la protección de Londres.

La guerra finalizó con la firma del Tratado de Gante, en el que las naciones enfrentadas regresaban a las fronteras existentes antes del comienzo del conflicto. Ni Estados Unidos consiguió ampliar su territorio por el norte, ni Inglaterra logró recuperar las colonias perdidas en el siglo XVIII, pero los británicos se apuntaron un tanto que es la envidia de los numerosos enemigos que se ha ganado la Casa Blanca a lo largo de la historia.