Arantxa MANTEROLA BAIONA

El edificio de Ikea empieza a emerger entre recelos y esperanzas

La primea piedra del nuevo almacén Ikea y del gran centro comercial adjunto -Inter Ikea- se colocó en diciembre de 2013 y se espera que para el verano que viene pueda abrir ya sus puertas. Su implantación en la capital labortana sigue suscitando reacciones contradictorias. Mientras unos esperan poder optar a uno de los 1.000 empleos anunciados, otros -en concreto, los pequeños comerciantes del centro de la ciudad-, temen por el futuro de sus negocios.

Fue uno de los proyectos más mimados de los últimos años de Grenet. El exalcalde de Baiona y también los de Hiriburu y Mugerre, municipios que comparten terrenos en la zona Ametzondo, no solo avalaron la instalación de Ikea, sino que la promovieron con gran ímpetu ensalzando las bonanzas que acarrearía al territorio.

De hecho, se lo pelearon para que, entre otras alternativas, la empresa sueca no se fuese al entorno de Irun. Sus principales argumentos eran, obviamente, de orden económico y social, ya que auguraban una gran aportación de riqueza y mucha creación de empleo. Si acaso asomaba alguna reticencia, esta se centraba en las eventuales consecuencias que el nuevo centro comercial tendría en el pequeño comercio del centro urbano. Pero pronto despejaron esa sombra diciendo que, en realidad, sería complementario y que las principales marcas que abrirían nuevas tiendas en Ametzondo están instaladas ya en la ciudad.

Sin embargo, esas aseveraciones no han apaciguado los temores de los pequeños comerciantes que intentan defenderse del poder de atracción que tendrá el centro comercial que, además del almacén de muebles, contará con un hipermercado Carrefour, 12 establecimientos de mediana superficie, otros tantos restaurantes y bares y 80 boutiques. A ello se añade, en el mismo área de consumo, la importante ampliación del BAB2 y la apertura de otro gran centro con numerosas galerías comerciales en la localidad landesa de Ondres.

Comercios del centro

Los pequeños comerciantes ven así peligrar sus negocios, máxime cuando los electos están autorizando ciertas modificaciones en el proyecto. A principios de verano, la Unión Comercial de Baiona presentó un recurso contra la decisión de la Comisión departamental de ordenación comercial que aprobó varios cambios en la distribución de los espacios interiores del centro Ametzondo para facilitar la instalación en 5.000 metros cuadrados de una marca irlandesa de ropa low cost (Primark) que hasta ahora no está presente en la zona.

Las palabras de la teniente-alcalde bayonesa de derecha, Sylvie Durruty, que aduce que es preferible «una locomotora comercial a la multiplicación de pequeñas tiendas» que ofrezcan lo mismo que las del centro de la ciudad, así como que se crearán «sinergias» entre los dos ámbitos comerciales, no han tranquilizado a los comerciantes que estiman que sus ventas van a caer un 25%.

Con todo, empieza a emerger la cara positiva de la moneda. Esta misma semana, el diario «Sud-Ouest» informaba de la primera fase de contrataciones que estaría preparando ya Ikea junto con la Oficina de Empleo de Baiona. El fabricante de muebles busca 200 empleados, esencialmente para puestos de vendedores, almacén y restauración.

Sus responsables afirman que, «como mínimo», el 80% de los puestos previstos para Ametzondo se contratarán localmente. El resto debería ser ocupado por personal que pertenece ya al grupo.

El proceso de contratación no está más que en ciernes. Desde la propia Oficina de Empleo, aseguran que la apertura del plazo para poder presentar las candidaturas no se abrirá antes de enero de 2015. Los tipos de trabajo, la cualificación que exigirá la empresa y la formación de la que se encargará el propio Ikea no se conocen aún.

Diferentes lecturas respecto al impacto medioambiental

El impacto medioambiental que generarán los desplazamientos de los 8 millones de visitantes anuales previstos por los estudios es también objeto de debate.

Las instituciones municipales y prefectorales competentes no han realizado sus propios análisis y se han basado en los estudios del aire y del impacto previsible proporcionados por la propia Ikea para conceder el permiso de construcción. Estos sitúan en torno a las 4.200 toneladas anuales las emisiones de CO2 en la atmósfera.

Sin embargo, un ciudadano de Hiriburu, Olivier d'Arexy, ha calculado que, entre los desplazamientos y el funcionamiento del centro, las emisiones de gases de efecto invernadero alcanzarán las 100.000 toneladas por año. El experto en economía y medio ambiente ha tomado como referencia las cifras del balance de carbono de 2009 realizado por el mismo Ikea, los 8 millones de visitantes previstos en el proyecto y la distancia media que deberán recorrer los mismos en una aglomeración con un peso demográfico menor que la mayoría en las que está instalado el fabricante sueco.

La asociación Mugerre Cadre de Vie también ha denunciado reiteradamente los riesgos de inundaciones en Ametzondo.

Por su parte, los promotores del proyecto aseguran que se trata de una construcción eficiente en agua y energía, respetuosa con la biodiversidad de los humedales del entorno, con una inserción paisajística adecuada y que tratará selectivamente los residuos, que se reciclarán al 78%. A.M.