Beñat ZALDUA

El independentismo de izquierdas se prepara para las elecciones

El adelanto electoral, en clave plebiscitaria o constituyente, es el escenario más probable en la Catalunya post 9N. Los partidos independentistas de izquierda, que rechazan la lista unitaria propuesta por CDC, toman posiciones.

Hay muchas razones para pensar que Catalunya vivirá un adelanto electoral en las próximas semanas o, como mucho, meses. Su convocatoria es una prerrogativa exclusiva del president, Artur Mas, pero el éxito del 9N, pese a reforzar su imagen, no le deja demasiado margen de maniobra. Como él mismo ha expresado en más de una ocasión, el Estado no ha dejado más salida que unas elecciones como mecanismo imperfecto para convocar el referéndum sobre la independencia. Así se lo piden además las otras dos fuerzas nítidamente independentistas, ERC y CUP, por lo que la única forma de evitarlo sería pactar un acuerdo de estabilidad con el PSC. Todo es posible en el país de la puta y la ramoneta, pero cuesta creer que Mas haya convocado a 2.000 personas el 25 de noviembre para anunciar que renuncia al proceso a cambio de aprobar unos presupuestos con el PSC, tal y como le piden sus socios de Unió Democràtica.

De hecho, dentro de Convergència también se defiende el adelanto electoral como fórmula para realizar la «consulta definitiva», para lo que reclaman al resto de partidos soberanistas una candidatura unitaria con un único punto programático: la independencia. Una idea que tanto la CUP como ERC rechazan de plano. Y por si alguien tenía dudas al respecto, ambos espacios políticos presentaron a lo largo de la última semana sus respectivos planes de cara a un adelanto electoral

El que más detallada tiene su hoja de ruta, al menos sobre el papel, es ERC. Consciente de que la presión convergente a favor de de la lista unitaria está dirigida sobre todo a él, Oriol Junqueras la presentó el pasado miércoles, y en ella no contempla ninguna candidatura conjunta. Las razones son varias, algunas más confesables que otras. Los republicanos creen -y hay datos que lo corroboran- que los partidos independentistas pueden cosechar más votos presentándose por separado que juntos, ya que el voto más ideologizado podría espantarse ante una unidad acrítica de derechas e izquierdas -a ERC le dificultaría la OPA sobre los críticos del PSC-. Los líderes de ERC también temen que desde el primer minuto de la campaña electoral, la caverna mediática saque a relucir los dossieres de corrupción, reales y ficticios, que todos dan por hecho que el Estado guarda contra dirigentes de Convergència. Y por último, la Esquerra de hoy en día se gusta, las encuestas le van de cara y no quiere renunciar a medirse en unas elecciones que a día de hoy ganaría.

Así, acompañado por personalidades de la cultura y la sociedad civil como Lluís Llach y por exsocialistas como Toni Comín, Junqueras presentó el manifiesto «Crida a un nou país: la República catalana». Una propuesta que consta de cuatro pasos bien marcados. En primer lugar, unas elecciones que ERC califica -como lo había hecho con anterioridad la CUP- de «constituyentes», en las que los partidos independentistas incorporen «puntos programáticos compartidos». El segundo paso, en caso de que el independentismo logre la mayoría absoluta, será formar un Govern de concentración -algo que podría facilitar que CDC acepte concurrir en solitario- con tareas muy definidas: construir las estructuras de Estado necesarias, iniciar la redacción de una constitución e impulsar una declaración de independencia en el Parlament, mientras en paralelo se invita al Estado a negociar los términos de la separación.

El tercer escalón pasa por un referéndum vinculante sobre la nueva Constitución de la República catalana, que, en caso de aprobación, daría pie al cuarto y último paso: la proclamación, a todos los efectos prácticos, del nuevo Estado catalán.

La crida constituent

Mientras ERC pugna por aprovechar la dimisión del PSC como referente del espacio de centro-izquierda catalán para ocupar su lugar, a su izquierda ya hace semanas que se lanzó la Crida Constituent (CC), un llamado a «construir una candidatura unitaria por la ruptura constituyente». No es la candidatura de la CUP, si bien en ella se volcarán, previsiblemente los militantes de la Esquerra Independentista. El objetivo es ahondar el camino ya trazado en las elecciones de 2012: tratar de superar unas siglas que tienen su principal razón de ser en el ámbito municipalista y aglutinar a buena parte de los activos y plurales movimientos sociales que se extienden por todo el territorio. Y de paso, tratar de incorporar a otros movimientos políticos como Procés Constituent, o al menos aquellos sectores de dichos movimientos que no ven con demasiados buenos ojos el flirteo con Podemos, que ya ha anunciado que se presentará a unas hipotéticas elecciones anticipadas pero que, evidentemente, no incorporará la independencia en su programa.

En un comunicado publicado esta misma semana, la CC se felicitó por la jornada desobediente del 9N y pidió la convocatoria de elecciones. Rechazan, sin embargo, nada que se parezca a una lista unitaria: «No solo votaremos una manera de plantear la ruptura política con el Estado español, sino que también tendremos que evitar que se forme un Govern que, solo o junto a sus aliados, continúe implementando las políticas de la austeridad y de la deuda, elaborando presupuestos antisociales y gestionando el país según los intereses de los poderes económicos y en contra de la mayoría de la población».

Por estos motivos, los impulsores -una larga lista de activistas de diversos movimientos sociales- realizan una llamada «a articular una candidatura unitaria de izquierdas, radicalmente democrática y que asuma la independencia en clave de ruptura constituyente». En las próximas semanas se celebrará una primera asamblea de la Crida, de la cual tendrá que salir, más pronto que tarde, un programa común y una hoja de ruta