Alberto PRADILLA

Nikos Romanos: el triunfo de una huelga de hambre que volvió a incendiar Grecia

El preso anarquista griego Nikos Romanos puso ayer fin a 31 días de huelga de hambre tras lograr que el Parlamento reconociese su derecho a acudir a la universidad, aunque controlado con una pulsera telemática. Su caso ha desatado una ola de solidaridad en un país lastrado por las políticas de recortes impuestas por la Troika.

Lo único seguro es que esta victoria es la consecuencia de la presión política que ejercimos y que la gente de la lucha y la anarquía militante es ética, moral, política y pragmáticamente la gran vencedora». A través de un escueto comunicado, el preso anarquista griego Nikos Romanos, de 20 años, ponía fin a un mes de huelga de hambre para reivindicar persmisos con los que poder acudir a la universidad. Romanos, ya muy débil después de 31 días sin ingerir alimentos, había dado un paso más en su protesta negándose también a beber agua. Al mismo tiempo, en el Parlamento, se debatía una enmienda del ministro de Justicia, Jarálambos Athanasíu, que permitiría al preso (y por extensión, al resto de prisioneros) abandonar la cárcel para estudiar, aunque controlado por una pulsera telemática. Con el país envuelto en una fuerte tensión política, sometido a los recortes impuestos por la Troika y con una «gran coalición» entre conservadores y PASOK que, previsiblemente, se verá obligada a convocar nuevas elecciones ante la falta de apoyos en la elección del jefe de Estado, prevista para la semana que viene. Todas las encuestas vaticinan una futura victoria de Syriza, lo que supondría un terremoto en uno de los países del sur de Europa más castigados por las políticas de austeridad que se dictan desde Bruselas.

El caso de Romanos se ha convertido en un símbolo. Lo es desde el momento de su detención, junto a otros compañeros, en febrero de 2013. Fue acusado de perpetrar el atraco a dos bancos y de formar parte de un grupo armado anarquista. Tras el arresto, su rostro amoratado, que pudo verse mientras era trasladado con las esposas a la espalda, dejó en evidencia las torturas a las que fueron sometidos tanto él como los otros tres detenidos (Andreas-Dimitris Bourzoukos, de 24 años, Yiannis Michailidis, de 25, y Dimitris Politis de 24). Las fotografías policiales eran también explícitas. De hecho, tan reveladoras eran las marcas del tormento que la Policía griega llegó a utilizar Photoshop para maquillar el rastro del maltrato en las imágenes que distribuyó a la prensa. Una evidencia de las prácticas policiales que volvieron a incendiar las calles. Cuando llegaron las denuncias públicas, los agentes argumentaron que habían disfrazado los efectos de los golpes con el objetivo de «favorecer el reconocimiento» a los testigos. Todo un ejemplo de cinismo a pesar del cual los cuatro fueron condenados a 16 años de prisión.

Un amigo muerto por la Policía

Romanos es un ejemplo de qué efectos ha provocado la política de austeridad y la represión desatada contra las protestas en Grecia. Ya con 15 años vio cómo la Policía mataba delante suyo a su amigo Alexis Grigorópulos, de su misma edad, que cayó en un barrio de Atenas a balazos en 2008. El recuerdo de aquella muerte provocada por los agentes, unida a la huelga de hambre, que ha desatado una amplia solidaridad, generó importantes disturbios la semana pasada, cuando llegaron a ocuparse edificios públicos y se generalizaron los enfrentamientos.

«La enmienda que se ha votado en el Parlamento conmigo como único beneficiario, tiene grandes diferencias con las propuestas iniciales del ministro de Justicia, ya que ahora sí se aceptan mis exigencias incluso teniendo que llevar `la pulserita'», aseguraba el comunicado hecho público por Romanos, quien agradeció a los sanitarios del hospital donde se encontraba recluido por negarse «a cumplir con las presiones del fiscal para una alimentación forzada». Tras el «triunfo» de Romanos, no parece previsible que la tensión de las movilizaciones descienda. La voracidad de la Troika sigue asfixiando Grecia mientras que la alianza que la sustenta pierde apoyos ante una sociedad harta.