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BRASILIA

Rousseff promete un ajuste «severo» con pocos sacrificios para los más pobres

La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, ha asumido su segundo mandato con la promesa de aliviar a los más pobres del ajuste fiscal que prepara y la propuesta de un «pacto nacional» contra la corrupción, que ha generado su último escándalo en la estatal Petrobras.

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, durante los actos de investidura. (Roberto STUCKERT FILHO/AFP PHOTO)
La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, durante los actos de investidura. (Roberto STUCKERT FILHO/AFP PHOTO)

«Más que nadie sé que Brasil necesita volver a crecer y los primeros pasos para ello pasan por un ajuste fiscal y un aumento del ahorro público, pero haremos eso con el menor sacrificio posible para la población, en especial para los más necesitados», ha declarado la mandataria.

Esos han sido los puntos centrales del discurso que ha pronunciado al jurar el cargo ante el pleno bicameral y delegaciones de 70 países, entre los que estaban los presidentes de Bolivia, Chile, Costa Rica, Paraguay, Uruguay y Venezuela, y los vicepresidentes de Estados Unidos y China, los dos mayores socios comerciales de Brasil.

El Gobierno aún no ha dimensionado el ajuste, pero ha adelantado que será «severo», algo frente a lo cual Rousseff aclaró que se hará sin tocar las proteccionistas leyes laborales brasileñas.

«Reafirmó mi compromiso con la manutención de todos los derechos laborales y de los derechos de la seguridad social», ha asegurao.

Sobre la corrupción, que promete ser una piedra en su zapato en este segundo mandato, ha propuesto en forma vaga combatirla con «un gran pacto nacional» que implique a «todas las esferas del Gobierno y todos los segmentos de poder».

También se ha referido directamente a Petrobras, empresa en la que durante la última década se enquistó una mafia de directores, que operaba en combinación con políticos y empresarios, y que la Policía calcula que se apropió de unos 10.000 millones de reales (unos 3.760 millones de dólares).

Rousseff ha garantizado que se investigarán las irregularidades en la empresa «con rigor» y que se crearán «mecanismos» para evitar que se repitan, pero también ha instado al país a «defender» a la compañía de «predadores internos y de enemigos externos».

En materia de política exterior, ha afirmado que en su nuevo mandato mantendrá como «prioridad» la integración de América Latina y el Caribe, sin «discriminaciones de orden ideológico».

También ha asegurado que pondrá más «énfasis» en las relaciones con África, Asia y el mundo árabe y que se propone «mejorar» los nexos con Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y Japón.

Aunque no lo ha citado entre sus objetivos principales, Rousseff ha dado indicios de que pretende recomponer las relaciones con Estados Unidos, golpeadas desde mediados de 2013, cuando el exanalista de la CIA Edward Snowden denunció que la mandataria brasileña era espiada por las agencias estadounidenses.

«Es de gran importancia mejorar nuestra relación con Estados Unidos, por su importancia económica, política, científica y tecnológica, además del volumen de nuestro comercio bilateral», ha dicho Rousseff.

De hecho, el vicepresidente estadounidense, Joe Biden, ha sido objeto de una deferencia especial por parte de Rousseff, pues ha sido la única autoridad extranjera que ha tenido una audiencia particular con ella.

Ni Brasil ni Estados Unidos han informado sobre lo tratado y Biden tampoco ha querido aclararlo en unas breves declaraciones a periodistas.

«Es un nuevo año, un nuevo comienzo», ha dicho Biden tras su reunión con Rousseff.

Biden ha sido una de los últimos dignatarios extranjeros en retirarse de un cóctel ofrecido por Rousseff en el Palacio de Itamaraty, sede de la cancillería, que ha marcado el fin de los actos de su investidura.

Este viernes, en su primer día de trabajo efectivo tras su investidura, la primera actividad de Rousseff será una audiencia privada con el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.

Luego, recibirá al primer ministro sueco, Stefan Lofven, al vicepresidente de China, Li Yuanchao, y al presidente de Guinea Bissau, Mario José Vaz.