Ruben PASCUAL BILBO
Entrevue
Felipe de la Cruz
Portavoz de las familias de los 43 estudiantes de Ayotzinapa

«Los militares que deben velar por la seguridad están matando a los jóvenes»

Nacido en el municipio de Malinaltepec, uno de los más pobres de México, Felipe de la Cruz es maestro y padre de cuatro hijos, entre ellos Ángel, un estudiante de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa que logró sobrevivir al ataque armado del pasado 26 de setiembre, en el que participaron polícías municipales y que se saldó con la muerte de seis jóvenes y la desaparición de otros 43. Desde entonces, Felipe de la Cruz presta su voz a las familias de estas víctimas.

Cuando su hijo Ángel le llamó para decirle que los estudiantes estaban siendo atacados en Iguala, Felipe de la Cruz, radicado en Acapulco, quiso volar a Iguala para socorrer a los jóvenes, según él mismo explica. Con una dilatada trayectoria de lucha, no dudó en asumir la portavocía de las familias de Ayotzinapa, lo que le ha convertido también en objetivo y foco de graves amenazas.

¿Cuál es la situación en México a cuatro meses de los acontecimientos de Iguala?

No hemos descansado un solo día en la búsqueda. A pesar de las declaraciones de la Procuraduría [Fiscalía Federal] que nos quiere hacer creer que los jóvenes fueron muertos e incinerados en el vertedero de Cocula, creemos que siguen vivos.

La Procuraduría y el propio Estado parecen decididos a dar carpetazo al caso cuanto antes...

El hecho de que ellos quieran cerrarlo a nosotros nos da más fuerza, no vamos a descansar. Quieren que quede en el olvido como otros muchos crímenes en México, pero no podemos permitir que de nuevo sea así.

Nosotros no solo contamos con los testimonios de nuestros vecinos, sino que los resultados científicos de los equipos argentinos contradicen la versión oficial y eso nos da la validez y el derecho para seguir en la lucha.

Desde el primer momento han denunciado la implicación del Ejército en lo sucedido. ¿Qué datos tienen al respecto?

Principalmente, contamos con los testimonios de los supervivientes. Una de nuestras exigencias ha sido siempre abrir una investigación a los militares porque, además de los policías municipales, ellos también participaron en este crimen.

¿Cuál fue el papel concreto del Ejército?

Lo más cruel que podemos mencionar es que, en lugar de velar por la seguridad de los mexicanos, hoy sean los propios militares quienes están matando a los jóvenes solo por protestar.

La noche de los ataques, unos compañeros heridos fueron llevados a una clínica para resguardarlos y que les curaran las heridas y fue allí donde intervino el Ejército para atacarlos, golpearlos y robarles los teléfonos móviles. Les acosaron gritándoles que si era eso lo que buscaban y que «si eran tan hombrecitos, que le entraran». ¡Cómo le iban a entrar si no eran más que estudiantes desarmados!

Es por eso que decimos que la intervención del Ejército no fue correcta, porque debían haber protegido a los estudiantes, cuando lo que hicieron fue poner a los jóvenes en peligro de volver a ser alcanzados por las balas.

¿Qué esperaban encontrar cuando solicitaron que se les permitiera el acceso a las instalaciones militares?

El objetivo es principalmente buscar evidencias, pistas. Si ellos participaron [en los hechos de Iguala], nosotros tenemos la seguridad de que algo tiene que haber en los cuarteles.

¿Cómo valoran el papel que han jugado las instituciones en general y el presidente Enrique Peña Nieto en particular?

Es decepcionante ver que en México hay un presidente inhumano, insensible al dolor que vivimos los padres de familia en Ayotzinapa y en todo el pueblo, porque muertos y desaparecidos hay miles en este país.

A él no le importa más que su política económica, que sigan llegando más recursos a México para embolsarse más dinero.

Ha habido muchas protestas porque, por ejemplo, a los maestros no se les han pagado dos quincenas. Se les olvida que los maestros trabajan por necesidad y que detrás de ellos tienen familias y niños con hambre. Al presidente no le importa en qué condiciones viven los habitantes de este país.

La respuesta social, en cambio, ha sido masiva.

La gente, de por sí, ya estaba cansada de tanta impunidad. Lo ocurrido en Ayotzinapa ha sido como abrir una olla exprés y dejar salir todo lo que había dentro. Eso es lo que ha pasado en nuestro país, que la gente inconforme ha salido a protestar y rechazar al Gobierno de Enrique Peña Nieto.

Hay que dar un giro total. No podemos vivir gobernados por la delincuencia o por políticos corruptos y rateros que se llevan la riqueza mientras hunden al pueblo en la pobreza.

El Gobierno parece decidido a dejar que el tiempo pase para que las movilizaciones se debiliten. ¿Temen que eso ocurra?

No, al contrario. Cada día que pasa vemos que las manifestaciones son mayores porque los diferentes gobernantes de este país siguen cometiendo errores, como las agresiones a estudiantes en Puebla o en el Estado de México.

El pueblo no aguanta y se manifiesta. Y ellos, en lugar de buscar soluciones pacíficas tratan de hacerlo mediante la agresión y la represión policial.

Acaban de realizar una gira por Europa para recabar apoyos. ¿Cómo ha sido la experiencia?

Muy beneficiosa. Los compañeros que fueron a Ginebra dieron a conocer la problemática que tenemos y el Gobierno de México no supo dar respuesta. El hecho de que la ONU haya reconocido, en su comisión sobre desapariciones forzadas, el caso de Ayotzinapa como tal a nosotros nos da la seguridad de que la justicia va a llegar y que no se va a castigar a inocentes, sino a los responsables de los hechos. Fue un crimen de Estado y como tal se tiene que castigar.

¿Han obtenido algún compromiso concreto?

La ONU está ya haciendo las recomendaciones pertinentes a las que el Gobierno de México tendrá que dar respuesta. Esto es un gran avance. Nosotros la exigencia la vamos a seguir haciendo igual o más fuerte. No podemos quedarnos sentados esperando a que la justicia llegue, porque no va a llegar si no la buscamos.

Ha dicho públicamente que teme por lo que pueda pasarles a los forenses argentinos que trabaja en el caso. ¿Tienen constancia de alguna represalia?

Aún no, pero en las declaraciones del procurador [Jesús Murillo Karam] afirmando que no tienen el perfil o la calidad para decir lo que dicen, queda clara la intención de empezar a limitar su trabajo y sacarlos del caso. Dijimos lo que dijimos como prevención, porque sabemos cómo reacciona este Gobierno.

Hacían al Gobierno mexicano responsable directo de lo que pudiera pasarle a ese equipo de forenses...

Sí, definitivamente. Los compañeros argentinos no tienen enemigos en México, no hay nadie que pudiera afectarles. Si algo les pasara, el mundo tiene que saber que el Gobierno tiene ciertas estrategias para callar la voz de quien no está de acuerdo con lo que ellos dicen.

¿Un último mensaje?

Pedimos a la comunidad internacional que no nos dejen solos, porque necesitamos ese apoyo para seguir buscando a los jóvenes. Si tienen un hijo, cuídenlo mucho, que es muy doloroso verlos afectados de esta manera o no volver a verlos nunca.

(*) Portavoz de los familiares de los 43 estudiantes de Ayotzinapa

«Me dijeron que si quería celebrar el próximo cumpleaños de mi esposa, me callara»

¿Teme que el hecho de ser portavoz de las familias pueda convertirle en objetivo ?

He recibido amenazas fuertes. En la primera amenaza que recibí por parte de la delincuencia, me dijeron que no anduviera `chingando', porque eso les estaba afectando a ellos también. Decían que si seguía insistiendo tendrían que venir a por mí para callarme. También me dijeron que saben dónde vivo y que si quería festejarle el próximo cumpleaños a mi esposa tendría que callarme, porque si no vendrían a por ella o a por mi nieta.

Su hijo sobrevivió a la masacre. ¿Cómo recuerda aquellos momentos?

Él me llamó desde Iguala y me dijo: «Papá, ya mataron a uno, la Policía Municipal nos está atacando». Le dije que se cubriera o que se tirara al suelo. No hacía más que decirme que la Policía los tenía rodeados y que los iban a agarrar a todos. Yo estaba en Acapulco y él, por teléfono, fue contándomelo todo: cuando los sacaron de la clínica, cuando caminaban por las calles de Iguala, cuando una mujer abrió la puerta de su casa a 25 muchachos para que pudieran salvarse... Fue todo muy desesperante, lleno de ansiedad. En ese momento hubiera querido volar hasta Iguala, pero queda alejada de Acapulco.

¿Le ha dejado secuelas?

Está muy afectado. A cada rato revive la situación y me dice que no se puede quitar de encima la pesadilla. Ha cambiado su actitud, ya no es el mismo joven de antes. Menciona constantemente que, desde que mataron a unos de sus compañeros y se llevaron a otros, él también está muerto. Es muy difícil para uno como padre ver cómo le ha cambiado la vida radicalmente a un hijo. Me llena de rabia y de coraje y por eso estamos en la lucha.

¿Es ese coraje el que le da la fuerza cada día para seguir prestando su voz a los familiares de los estudiantes?

Sí. Nadie en el mundo puede permitir, como padre, que se lastime a un hijo de esta manera.

La búsqueda de los jóvenes ha servido para sacar a la luz la tragedia cotidiana del Estado de Guerrero y del conjunto del país, sembrado de fosas comunes.

Lo sucedido con los estudiantes de Ayotzinapa ha destapado la podredumbre que existe en los gobiernos de Guerrero y de todo el país, porque no es algo exclusivo de un estado. R. PASCUAL