Alberto PRADILLA
MADRID
Entrevue
JAVIER NART
EURODIPUTADO DE CIUDADANOS

«Ciudadanos y Podemos damos un elemento de estabilidad»

Javier Nart es un hombre polifacético. Abogado criminalista, periodista de guerra, tertuliano y esporádicamente dedicado a la política (militó junto a Enrique Tierno Galván a finales de los 70 y tuvo un breve paso por el PSOE), actualmente es uno de los dos eurodiputados de Ciudadanos, el partido unionista que se ha convertido en el fenómento mediático tras dar el salto desde Catalunya a todo el Estado.

Habitual de mil tertulias, Javier Nart presenta el auge de Ciudadanos a través de la épica de un coche alquilado y cuatro políticos recorriéndose el Estado. Apela a la «regeneración» desde «lo posible» y exhibe un implacable unionismo español como hilo conductor de un partido con muchas indefiniciones.

Su formación está en auge. ¿Considera que son los «Podemos sin coleta»?

Con Pablo Iglesias coincidimos en un análisis y discrepamos en los remedios. Esquemáticamente: Pablo es partidario de la autopsia y yo de la cirugía.

Sin creer en las teorías de la conspiración, a nadie se le escapa de que existía un interés en construir un partido que «no diese miedo». Especialmente, tras la campaña lanzada contra Podemos. ¿Hay una «operación Ciudadanos»?

Podemos no es consecuencia de una conspiración. El movimiento del 15M fue tomado como una especie de cosa simpática y amena, pero irrelevante. A mí no me lo pareció. Podemos es consecuencia del hartazgo ciudadano respecto a la situación de la estructura política de la nación: la crisis económica, la crisis moral y la crisis institucional. Nosotros somos consecuencia de lo mismo, pero desde la posición del cambio de lo posible y no de lo utópico.

¿Se han convertido en un problema para el PP?

Somos un problema para todos. Para el PSOE, porque en Andalucía está claro que van a tener que irse por la puerta el señor Griñán y el señor Chaves. O por honestos incompetentes o por competentes imputados y, en consecuencia, responsables. No se puede conjugar el agujero repulsivo de robar a los parados con ‘aquí no ha pasado nada’. Parte de nuestros votos vienen del PSOE. También somos un problema para el PP. ¿O crees que participa de una conspiración judeomasónica bolchevique, como decía Francisco Franco, con el objeto de pegarse un tiro en la pierna?

En términos partidistas sí que pueden suponer una amenaza para el PP. Sin embargo, una de las aspiraciones de Rosa Díez fue convertirse en un partido bisagra desde una perspectiva unionista. ¿No serán así un elemento de más estabilidad?

Sí, y a dios gracias. Lo que uno no puede es ir desfigurando la estructura de una nación en función de unos objetivos tácticos para mantenerse en el poder como hacen PP y PSOE. Tanto Podemos como nosotros damos un elemento de estabilidad. Podemos también cree en algo que significa la nación, que significa la unión. Cree exactamente en lo que creemos nosotros. Con un planteamiento de una cosa etérea y deletérea, ambigua, respecto al derecho a decidir que nosotros no tenemos.

Se ha vaticinado mucho la muerte del régimen de 1978, pero no parece que termine de certificarse. ¿El sistema tiene una mala salud de hierro?

El bipartidismo ha desaparecido. Ahora existe un cuatripartidismo. Se van a presentar cuatro partidos en cercanía unos de otros. Hubiera sido muy buena una estabilidad en dos partidos siempre que hubieran estado limpios y hubieran sido democráticos. Pero lo que han practicado ha sido el criterio leninista, no de la ‘dictadura del proletariado’ sino de la ‘dictadura del secretariado’. Observa lo que ha pasado en Madrid con las primarias del PSOE. En el PP son más claros y no las hacen. También es fundamental que los partidos respondan de las trapisondas de sus dirigentes.

Rosa Díez aseguró que Albert Rivera tiene que estar «disfrutando» de la crisis en UPyD. ¿Comparte el análisis?

Disfrutar de los problemas ajenos es miserable y nosotros no lo somos. Respecto a UPyD, cada idea política se corresponde con una institución. Nosotros, cuando ellos eran más importantes, afirmamos que la unidad se hacía por arriba o por abajo. Se está haciendo por abajo. A Rosa Díez le deseo la mayor felicidad.

Los orígenes de su formación están en la defensa de la unidad de España en Catalunya.

No hay nada más reaccionario que cuando la bandera esconde la cartera, caso de Catalunya, o la incompetencia. La nación se compone de personas que tienen problemas todos los días.

¿Puede uno definirse como «antinacionalista» y construir buena parte de su discurso apelando a la nación española?

Yo participo de algo que además significa Europa. Estamos en un proceso en el que cada vez las fronteras son más irrelevantes. El 70% de nuestra soberanía reside en Bruselas. Los gobiernos son los implemen- tadores de las decisiones que se toman en la Comisión, que es el Gobierno de Europa. Cuando Artur Mas ha pretendido prestentar su proyecto independentista ni está ni se le espera en Europa. No lo ha recibido nadie. Es un proyecto que no tiene recorrido.

En Escocia se celebró un referéndum y no pasó nada.

La situación es distinta porque era consecuencia de un pacto de unión. Es un caso único.

¿Cómo observa las elecciones del 27 de setiembre?

En Catalunya hay una gente que piensa que tiene que tener una mayoría para lograr la independencia. Vamos a ver si la tienen. Para modificar cualquier Constitución hay que tener una mayoría determinada, no puede ser por el 50% más uno. Además, se puede dar el caso de que haya una mayoría de votantes que no esté por la independencia y una mayoría de diputados que sí. Pero, ¿crees que en este momento el problema de Catalunya es ir a la Ítaca mítica o salir de la crisis? ¿Cuánto nos está costando en inversiones la incertidumbre? Mientras perdemos el tiempo en cuestiones de independencia, la crisis toca todos los días. Habrá que explicar a los catalanes, cosa que ni izquierda ni sindicatos han hecho, que cuando se produzca la independencia vamos a perder mercado español. Y que eso significa paro. ¿Fuera de la UE hay vida? ¿Al cabo de cuánto? ¿Saben que hay cola de países para entrar?

En el Estado se les percibe como centro-izquierda mientras que en Catalunya se les ubica en la derecha. Usted se define «de izquierdas». ¿No se siente incómodo recibiendo la mayor parte de votos del PP?

No, y además no es verdad, porque nos viene voto de todas partes. En Catalunya existe un concuerdo de la superestructura política en la ortodoxia nacionalista y a cualquiera que confronte le sitúan inmediatamente en la derecha. La principal preocupación para el PSC era saber si eran suficientemente nacionalistas. Así está, desaparecido en combate. La ciudadanía está harta de que le cuenten cuentos nacionalistas.

Sin embargo, se han sumado a planes propuestos por el PP, como retirar la asistencia sanitaria a migrantes irregulares.

El PP ha hecho algo peor. Después de decir una cosa dice lo contrario por aquello del qué dirán. En los países de Europa a estas personas se les garantizan los derechos que determina la OMS: natalidad, infancia, urgencias, situaciones de riesgo personal... Lo otro podemos decirlo, pero no hay dios que lo pague. Esto son las historias zapateriles como la Ley de Dependencia. ¿Cómo la pagas? Has dejado a miles de personas con la expectación y sin la posibilidad. Dicen que quitas la tarjeta sanitaria, como si estuviésemos dejando a centenares de miles de personas muriéndose en la calle. Eso es demagogia. Nosotros no somos hipócritas, decimos lo que se puede hacer.

 

«El fuero se acabará por la armonización»

¿Qué líneas estratégicas prevén para su programa?

Hay dos: sanidad y educación. A lo que le sumamos la I+D vinculando universidad a empresas. No puede haber desarrollo sin educación. Cada Gobierno que llega, por pura ideología, monta un plan de estudios distinto del anterior. No hay un acuerdo estratégico nacional.

¿Implica eso una recentralización?

El problema no reside en las competencias, si en centralizarlas o no, sino en racionalizar una educación que tiene que ser estratégica. Por ejemplo, en País Vasco y Catalunya hay otras lenguas. La mitad de catalanes pensamos y hablamos en castellano y no somos chinos. Eso de la lengua propia e impropia es otra excrecencia. La lengua propia es la de cada persona. Y la lengua no es bandera, es herramienta de comunicación. Ciertamente hay una particularidad cultural y lingüística. Pero a partir de ahí construir que tienes que tener un sistema educacional diferenciado, propio y distinto, es crear dificultades para ser competitivo en el mundo.

¿Acabaría con los fueros?

El primer fuero que va a acabarse es el de cada lugar por la armonización europea. Pero carece de todo sentido que cada uno de los territorios dentro de una nación tenga una fiscalidad en concurrencia con la del vecino.A. P.