Lograr un vino de «calidad diferenciada» sin abandonar la Denominación de Origen Rioja. Este es el deseo de los productores de Rioja Alavesa, que insisten en la necesidad de crear tres subzonas que permitan identificar la procedencia de los caldos, ya que no son igual las viñas de Eltziego que las de La Rioja Baja.

En declaraciones a GARA, la gerente de la Asociación de Bodegas de Rioja Alavesa (ABRA), Inés Baigorri, destacó las diferencias existentes entre las pequeñas bodegas de la orilla norte del Ebro y las «grandes factorías de vino», donde la calidad está supeditada al volumen de la producción.

«Son otro modelo de negocio. Necesitamos un diferenciación, que a cada zona se le asocie con una valores, con unas singularidades», afirmó tras recordar que la legislación comunitaria y estatal, así como la normativa del Consejo Regulador, impiden que los bodegueros puedan resaltar el origen de la uva.

En este sentido, insistió en que los productores de Rioja Alavesa deberían tener la opción de poner en la etiqueta la ubicación de las viñas, «de una manera visible para que el consumidor pueda identificarnos facilmente». «Y eso ahora mismo está muy limitado», manifestó Baigorri, que ayer dirigió la jornada “Retos de la vitivinicultura: supervivencia y evolución”, incluida en los cursos de verano de la UPV-EHU.

Definir la procedencia

La cita, celebrada en Guardia, comenzó con la ponencia de Paco Berciano, gran conocedor de los caldos de Borgoña y socio de Alma de Vinos Únicos. Este analizó la tranformación de las denominaciones de origen europeas y propuso una batería de medidas dirigidas a garantizar el valor de las pequeñas explotaciones vinícolas, ajenas a las grandes cooperativas, convertidas en «bodegas industriales».

Así, hizo hincapié en la necesidad de poner en valor los «vinos de pueblo» y, al igual que Baigorri, apostó por incluir en la etiqueta información sobre el lugar donde se han plantado las vides. A este respecto, censuró que la normativa beneficie a las embotelladoras, ya que una bodega de Haro, por ejemplo, puede emplear uva de La Rioja Baja sin tener que indicar su origen.

También criticó el papel de algunos enólogos, a los que acusó de «tunear» los vinos. «Quien tiene un buen viñedo no lo tunea, busca la singularidad de su vino», afirmó tras advertir de que el Estado español es el estado «que más vino vende, y el que más barato lo vende». «Se vende vino en condiciones deplorables», añadió.

Para acabar con esta situación, Berciano abogó por crear subzonas en el seno de las denominaciones de origen. Nuevas categorías en las que se recojan los vinos de mejor calidad. En el caso de la D.O. Rioja, los vinos de Rioja Alavesa y La Rioja Alta.

Después de Berciano, tomaron la palabra Michelle Williams, Denise Medrano y Juel Mahoney, tres blogueras anglosajonas que presentaron en Guardia nuevas fórmulas para promocionar los vinos de Rioja Alavesa en el extranjero.

Williams detalló las ventajas de las catas virtuales. «Las bodegas envían los vinos a los blogueros y se citan en una sala virtual, donde se pueden hacer preguntas e interactuar con los productores», subrayó, y habló de la influencia de portales especializados, como Snooth, que tiene 1,8 millones de suscriptores, o, mejor dicho, 1,8 millones de posibles prescriptores.

Medrano, por su parte, detalló las posibilidades que ofrece Twitter a las bodegas, que se pueden servir de esta red social para captar clientes en cualquier lugar del planeta. Tal como señaló, Twitter es una herramienta de «marketing libre» en la que participan millones de personas, una plataforma publicitaria en la que difundir los valores y las virtudes del vino.

Juel Mahoney puso en valor los vinos de autor, los «vinos auténticos», que tienen detrás una buena historia. «La gente busca uvas raras, se aprecia que venga de una bodega pequeña, que la etiqueta tenga un buen diseño, y que ofrezca una imagen artesanal. Y vosotros, los productores de Rioja Alavesa, ya tenéis una historia y una cultura», concluyó la bloguera.