Maitane ALDANONDO

Un sencillo cambio para renovar un producto común

Un ingeniero donostiarra ha desarrollado unas muletas ergonómicas que evitan el dolor que el uso prolongado provoca en manos y muñecas. La empresa que dirige ha sido seleccionada como uno de los 10 mejores proyectos de emprendimiento social del Estado.

Las muletas son aparatos de uso común que han evolucionado muy poco a lo largo del tiempo, pese a provocar dolores a los usuarios habituales. El donostiarra Ignacio Mañero las sufrió en varias etapas de su vida debido a lesiones deportivas y un día se le ocurrió darle una vuelta a su diseño para hacerlas más ergonómicas. Así surgió KMINA. La sociedad limitada constituida en Madrid en febrero de 2016 ha sido designada por la Destilería de startups como una de las 10 mejores empresas de emprendimiento social del Estado y ha ganado el premio Accesit I+D+i de la Fundación CASER Dependencia y Sociedad, cuya entrega se realizará a finales de mes. Además ha sido seleccionada por la aceleradora de empresas Lanzadera. La iniciativa del dueño de Mercadona Juan Roig les ayuda tanto con formación y asesoramiento como con financiación.

La fuente de inspiración de Mañero fue un cascanueces. «El que tenemos en casa tiene un muelle en medio del palo que parte la nuez. Viendo los dos palos y el muelle se me ocurrió», recuerda el joven ingeniero mecánico. Investigó el mercado y vio que, aunque se habían hecho mejoras en la empuñadura o en las conteras, el diseño se mantenía. «No podía explicarme cómo no habían evolucionado. Ya en el Antiguo Egipto utilizaban las mismas que en América, las que llegan a la axila». La muleta común es un palo y una empuñadura donde todo el peso recae sobre la mano y la muñeca. Mañero lo modificó inclinando el apoyo del antebrazo para repartir el peso y colocó un sistema de amortiguación para liberar parte del que se traslada a esa zona. El cambio es sencillo, «no es ninguna panacea de la ingeniería», admite el emprendedor.

En 2012 solicitó la patente, que le fue concedida en 2014, y al año siguiente construyó el primer prototipo de madera aprovechando el tiempo que le dejaba su trabajo. Al ver que el proyecto tenía sentido decidió crear la empresa para lo que contactó con un antiguo compañero de trabajo, Alejandro Vañó. Posteriormente fueron a ver al doctor Jaime Usabiaga, que hasta setiembre ha sido jefe de Traumatología del Hospital Donostia y sigue en la práctica privada. Acostumbrado a ver gente quejándose de dolor en las manos por el uso prolongado de las muletas, se sumó a la idea como inversor y asesor en la parte más técnica. Los dos jóvenes dejaron sus trabajos por apostar por su idea, lo que en palabras de Mañero «es muy duro, pero también muy bonito».

Crowdfunding y preventa

El desarrollo del producto lo han llevado a cabo con fondos propios. Gracias a ellos han realizado seis prototipos, que han probado con usuarios de la calle y modificado de acuerdo a sus opiniones. La estructura de aluminio y las piezas del antebrazo y la base son de plástico. En breve empezarán a fabricarlas para lo que cuentan con casi 100.000€ de inversión entre fondos propios, el apoyo de Lanzadera y los 21.930€ conseguidos en una campaña de crowdfunding que han llevado a cabo en octubre. 274 mecenas han contribuido, la mayoría son del Estado, aunque ha habido compras también desde Estados Unidos, Reino Unido y Europa. En total se han adquirido anticipadamente 400 muletas –algunas de ellas para donarlas a asociaciones– a mitad de precio. Acabada la campaña están en preventa en la página web de la empresa con un descuento del 10%, es decir, a 89€ la muleta.

Actualmente están contactando con proveedores para construir los moldes necesarios, y en paralelo, cerrando acuerdos comerciales con ortopedias y farmacias. Ya los tienen en Donostia, Madrid y Valencia; pero su idea es que cuando las comercialicen en marzo «todas las ortopedias las conozcan y al menos estén en las mejores». En ese sentido, invitan a todos los establecimientos interesados a contactar con ellos. También venderán online, pero a corto plazo no es su prioridad. Como señala Mañero «el mercado es como es. El usuario común de muletas es una persona mayor que baja a la ortopedia de su barrio». Creen que pueden llegar tanto a los usuarios de larga duración como a los temporales. Pensando en estos últimos «estamos trasladando como valor diferencial a las ortopedias la posibilidad de alquilarlas. Pagar 10€ por una común y luego tenerla en casa dando vueltas o alquilar estas».

El foco de la empresa está puesto en la mejora de la movilidad desarrollando productos ortopédicos. A medio plazo se centrarán en las muletas y a largo plazo buscarán nuevas líneas de negocio. Ya tienen captadas necesidades en andadores o sillas de ruedas. Su objetivo en 2017 es llegar a todo el Estado, aunque ya les han contactado distribuidores de otros países como Dubai. «No queremos desvirtuarnos, sino ir paso a paso», admite.