Joseba VIVANCO

Susaeta soñaba con ser One Club Man del Athletic y «no esperaba que llegara este momento»

Con un nudo en la garganta, Markel Susaeta, sin la presencia del presidente Aitor Elizegi a su lado, que estaba en frente junto a sus compañeros y cuerpo técnico, ha dado lectura en Lezama a un comunicado, sin preguntas, en el que ha ofrecido una lección de «Gure estiloa». «Mi sueño era ser un One Club Man del Athletic, pero las circunstancias –en las que no ha querido ahondar– no me lo han permitido», ha resumido.

Markel Susaeta abandona la sala de prensa tras leer un comunicado. (Luis JAUREGIALTZO/FOKU)
Markel Susaeta abandona la sala de prensa tras leer un comunicado. (Luis JAUREGIALTZO/FOKU)

Markel Susaeta ha esbozado un sonrisa antes de dar lectura a un esperado comunicado, alternando euskera y castellano, en el que ha dejado entrever que no se quería ir, que quería seguir ligado al club, pero que circunstancias que no ha querido explicar porque ya habrá tiempo para ello cuando acabe la temporada, se lo han impedido. Solo, sin el presidente del club a su lado –que se encontraba sentado con los jugadores–, con silencios para tragar saliva, con voz entrecortada a veces y visiblemente emocionado en su discurso, ha dicho adiós como un señor. Las lágrimas han corrido por cuenta de algunos de sus compañeros presentes.

«Ha sido un honor», se ha despedido. Antes, ha admitido que «es un momento muy dificil para mí», y ha querido «reflejar mis sensaciones actuales con estas breves palabras». El eibartarra ha puesto en valor que «siempre he puesto todo mi empeño para devolver el cariño de la gente, mi granito de arena.. siempre he intentado dar lo máximo en el campo, donde he hablado todos estos años». Pero no ha podido evitar referirse a estos últimos meses. «Soy discreto, no me gustan los titulares, por eso la controversia en la que me he visto envuelto me duele mucho, y quizás el culplable sea yo por nunca haber dicho una palabra más alta quela otra, por haber antepuesto el interés del club por encima del mío, o por haber aceptado siempre el rol que me tocara, en cualquier circunstancia o momento».

A continuación ha detallado que comunicó «a la dirección del club que no sigo porque es lo mejor para ambos. Cuando me senté a hablar el jueves con el club les dije que no quería ni conocer la oferta, que les agredezco que insistieran en que siguiera... A pesar de que mi sueño era ser un One Club Man del Athletic, las circunstancias no han ayudado a que esto suceda. Permitidme no entrar en ellas y que siga siendo un jugador discreto». Y ha añadido: «Es el momento de dar un paso al lado y apoyar al club como socio, no como jugador».

Como despedida, ha dado las gracias a la afición «sobre todo en los malos momentos», a sus entrenadores, empleados, familia, «me llevo amigos con los que te irías a la guerra –retomando aquella frase que hace poco Mikel San José dijo sobre él–, os echaré de menos», ha terminado emocionado . «Ha sido un honor». Aplausos de sus compañeros y prensa, y, en silencio, con cara de resignación y de momento delicado, se ha ido sin hacer ruido. En unas semanas será historia, historia viva del Athletic.

Decía el siempre atinado periodista argentino Dante Panzeri que «el buen jugador no brilla. Brilla el juego que produce ese jugador. Y a veces brillan por él jugadores menos jugadores que aquel que hace brillar el juego». Markel Susaeta era de los que hacía y hace brillar al resto. De los que ponía brillo al juego. Incluso con su voz apagada y siempre alejada de los focos mediáticos, hoy ha brillado.

Nació con una pelota en los pies, decía su ama, y hoy ejemplifica el final del sueño de cualquier niño que crece queriendo ser de mayor jugador del Athletic. Queriendo ser Susaeta, por qué no, qué narices... Futbolista de triste figura, encorvado, siempre al paso, casi flotando sobre la yerba, con ese quiebro hacia dentro al inicio del regate, toco y me voy, listo. Introvertido, generoso, buena persona. Y números en el Athletic al alcance de muy pocos en la historia del club. La barrera de la treintena superada y solo esa áspera barba de encender cerillas, que envidiaría el mismísimo Clint Eastwood, delata que un día dejó de ser cachorroro para mutar en león. Ahora, se corta, le cortan, la melena. Las explicaciones llegarán a su debido tiempo. Ahora, como ha dicho el propio jugador, hay partido. Todos a una.