Dabid Lazkanoiturburu

Estreno de Kamala Harris y mosca tras la oreja no de Pence, sino de Trump y Biden

Era el bautismo de la número dos demócrata Kamala Harris y salió airosa. El vicepresidente y cristiano ultraconservador, Mike Pence, se encontró con que la gestión del coronavirus centraba el debate, como la mosca que se posó en su cabeza. Metáfora del insecto díptero que tanto Trump como su rival Biden tienen tras la oreja. Uno por miedo a perder. El otro por pavor a no ganar.

Dabid Lazkanoiturburu (Gorka RUBIO/ARGAZKI PRESS)
Dabid Lazkanoiturburu (Gorka RUBIO/ARGAZKI PRESS)

El vicepresidente de EEUU, Mike Pence, y su rival y candidata demócrata, Kamala Harris, protagonizaron un debate clásico, alejado del caos del cara a cara de la semana pasada entre sus jefes de filas, Donald Trump y Joe Biden, y que estuvo marcado por la gestión de la pandemia, en un claro reflejo de la polarización que vive el país a menos de un mes de las presidenciales.

La mayoría de los analistas coinciden en que no hubo ganadora o ganador claro, pero el empate puede ser interpretado como una victoria de Harris. Y es que, por un lado, era el bautismo de fuego de la senadora demócrata negra –hay que decir que le sobran cualidades oratorias y dialécticas, quizás las que le faltan a Biden–.

Pero, sobre todo, porque el vicepresidente estaba obligado a dar un golpe de efecto para intentar acortar la desventaja del actual presidente estadounidense respecto a quien fue antecesor del propio Pence en el cargo de segundo de a bordo en la Casa Blanca.

Pence, que sí logró vencer en el debate de vicepresidentes de 2016 al senador por Virginia Tim Kaine, segundo de Hillary Clinton, y trató ayer de reeditar la estrategia de presentarse como el adalid de las convicciones conservadoras en materia de reducción de impuestos y de defensa de las posiciones ultrarreligiosas.

Pero no pudo hacerlo, porque el debate estuvo marcado desde el principio por la cuestión del coronavirus, omnipresente en el escenario del debate con las barreras de plexiglás que le separaron de Harris.

La anécdota de la mosca que se posó sobre la cabellera canosa de Pence durante casi dos minutos sin que él mismo se percatara es una metáfora de la «impotencia» de un político elegido en su día para amarrar el voto tradicional del Grand Old Party y al que le tocó la, como poco, ardua tarea de justificar la gestión de la Covid-19 de un Trump que la minimizó y acabó infectado.

La que fuera fiscal general de California fue a la yugular: Trump y los republicanos «han perdido el derecho a la reelección» después de que «el pueblo estadounidense haya sido testigo del mayor fracaso de cualquier administración presidencial en la historia de nuestro país», señaló, en referencia a la crisis del coronavirus, que ha dejado más de 210.000 muertos en EEUU y una devastación económica sin precedentes.

La moderadora, Susan Page, periodista del diario USA Today, trato de poner en un brete a ambos. Preguntada sobre si se pondría la vacuna que ha prometido Trump para antes de fin de año, Harris señaló que lo haría si lo aconsejaran los médicos, no si lo ordenara Trump.

Más problemas tuvo Pence al ser inquirido sobre el homenaje hace once días a la fallecida jueza del Supremo Ruth Bader Ginsburg en la Rosaleda de la Casa Blanca, que parece ser el foco de los contagios en la mansión presidencial: «¿Cómo espera que los ciudadanos sigan las recomendaciones si ustedes en la Casa Blanca no lo hacen?».

El vicepresidente se limitó a echar el balón fuera y señaló, en referencia a la falta de medidas de prevención y de distancia, que «nosotros respetamos la libertad».

Más allá de la pandemia, y conscientes de que el primer objetivo era intentar no cometer ningún error, los dos vice-candidatos recurrieron al libreto para responder o esquivar preguntas, como la relativa a la transparencia sobre el estado de salud y la edad de sus dos jefes de filas.

La ex fiscal Harris, hija de madre india y padre jamaicano, fue sin embargo muy directa al salir al paso del intento de Pence de enredarle con la tesis de que los  demócratas «insultan» a los policías estadounidenses cuando denuncian el racismo sistémico en EEUU.

Por lo demás, el debate finalizó con los habituales cruces de acusaciones sobre la política internacional y la guerra comercial con China.

Al punto de que lo que quedó al final fue la anécdota de la mosca. La mosca que tienen detrás de la oreja tanto Trump, quien trata de convertir su contagio del coronavirus en una palanca para conjurar su anunciada derrota, como Biden, obligado a apuntalar su débil candidatura escudándose en la senadora Harris para confirmar su insegura victoria.