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Ucrania quiere inscribir a Chernóbil en el patrimonio mundial de la Unesco

La idea de inscribir la zona de exclusión de Chernóbil en la Unesco parte del nuevo ministro de Cultura, Oleksandre Tkachenko, para quien los hechos del 26 de abril de 1986 no se resumen en una tragedia, pues la catástrofe «obligó» a las autoridades soviéticas a «decir la verdad».

Turistas, junto a un parque de atracciones abandonado de la ciudad de Prípiat. (Genya SAVILOV/AFP)
Turistas, junto a un parque de atracciones abandonado de la ciudad de Prípiat. (Genya SAVILOV/AFP)

Para protegerlas del tiempo y atraer a los turistas, Ucrania quiere que las ruinas de Chernóbil, testigos de la peor catástrofe nuclear de la historia, pasen a formar parte del patrimonio mundial de la Unesco.

En estos primeros días de diciembre, escasos copos de nieve recubren los edificios y los parques infantiles abandonados de la ciudad de Prípiat, en la zona de exclusión de Chernóbil, al noroeste de Ucrania. «La zona de Chernóbil ya es una atracción célebre en todo el mundo», indica Maksym Polivko, de 38 años, un guía profesional, durante una visita al lugar con periodistas de AFP. «Por desgracia, este lugar no tiene estatus oficial», continúa, esperando una ayuda para el «desarrollo de infraestructuras turísticas».

Detrás de la idea de inscribir la zona de exclusión de Chernóbil en la UNESCO se encuentra el nuevo ministro de Cultura, Oleksandre Tkachenko, en el puesto desde hace seis meses. «Es uno de los territorios más emblemáticos de Ucrania», y hay que «preservarlo para la humanidad», señala en una entrevista con AFP.

En caso de éxito, Chernóbil se unirá así al mausoleo de Taj Mahal en India, al santuario de Stonehenge en Inglaterra o a la abadía del Monte Saint-Michel en Francia.

Un lugar para la memoria

Del tamaño de Luxemburgo, la zona de exclusión de Chernóbil rodea en un radio de 30 kilómetros la central, cuyo cuarto reactor explotó el 26 de abril de 1986 contaminando, según algunas estimaciones, hasta tres cuartas partes de Europa. Después de haber intentado ocultar el accidente, la URSS, de la que entonces formaba parte Ucrania, reconoció finalmente su magnitud y evacuó a cientos de miles de personas.

Con motivo del 30 aniversario que se conmemoró en 2016, el periodista Pablo González viajó al corazón de la catástrofe para narrar en las páginas de 7K los rescoldos de aquel horror tres décadas después.

En Prípiat, a unos kilómetros de la central, se desaconseja formalmente entrar a los edificios residenciales debido a los riesgos de derrumbe pero el año pasado, el éxito mundial de la miniserie ‘Chernóbil’, de la cadena estadounidense HBO, creó una nueva generación de visitantes amantes de los selfis.

Antes del parón provocado por la pandemia de covid-19, Chernóbil tuvo un récord de 124.000 visitas en 2019, frente a 72.000 turistas el año anterior. El sitio podría incluso recibir hasta un millón al año, según estimaciones de Tkachenko.

No obstante, el ministro insiste en la necesidad de hacer comprender a los visitantes que no se trata de una «simple aventura en territorio prohibido». Con la ayuda de expertos, su ministerio quiere preparar programas de viaje destinados a «percibir la zona como un lugar de memoria que debe enseñarnos cosas», en una época de crisis medioambiental global.  Para Tkachenko, el legado histórico de Chernóbil no se resume en una tragedia, pues la catástrofe «obligó» a las autoridades soviéticas a «decir la verdad».

Ucrania prepara un dossier para presentarlo en la UNESCO antes de finales de marzo. Después, un grupo de expertos de la organización deberá visitar el lugar en verano y la decisión final se espera como pronto en 2023.