
La editorial Erein ha presentado este miércoles ‘El ruido de entonces’, una obra de Anton Arriola que trata de la muerte del ingeniero José María Ryan a manos de ETA. Ryan era amigo y vecino de la familia del autor, «un hombre inocente atrapado en una encrucijada».
El ruido de la segadora que cada sábado por la mañana escuchaba la familia de Anton Arriola, autor de esta combinación de ficción alegórica y crónica autobiográfica, no dejó de sonar en la cabeza de la madre de este después de la muerte de quien manejaba la máquina, José María Ryan.
«Tenemos a Ryan, de Iberduero». La llamada recibida en la delegación de Bilbo de ‘Egin’ confirmaba que el ingeniero, quien salió de la central de Lemoiz a las 19.45, nunca regresaría a casa.
La publicación de la novela coincide con el 40 aniversario del secuestro de Ryan a manos de ETA. El autor llevaba años trabajando en la obra, superando intentos fallidos, rescatando los recuerdos de quien era su vecino y amigo de sus padres y conociéndolo de nuevo a través de su entorno más cercano. Su padre trabajaba en Iberduero y había hecho el servicio militar obligatorio con Ryan.
«Mi intención era, primero, contar la historia de un hombre inocente, que hacía su trabajo, jefe técnico de la central nuclear de Lemoiz. Pero me parecía un tema interesante para reflexionar sobre la reacción de la sociedad vasca», ha aclarado el autor.
La recopilación de recuerdos, desde el movimiento antinuclear hasta la reacción de la sociedad vasca a las acciones de ETA contra la central de Lemoiz, y en concreto a la acción contra Ryan que ha asegurado Arriola cambió el pensar de muchos y muchas vascas, junto con la construcción de la memoria mediante esa documentación sentimental, tiene como objetivo recorrer el camino, según el autor, a una reconciliación.
«Todos los relatos tienen que tener una aspiración autocrítica», ha señalado, para con ello, poder construir una sociedad «más moral».
Los sábados por la mañana José María Ryan cortaba el césped de su jardín. La habitación de la madre de Anton Arriola daba a la parcela de Ryan, y el día después de la muerte del ingeniero, ese sábado, la madre se despertó con el ruido de la segadora, como sucedería los sábados venideros durante años.
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