La cultura es uno de los sectores más castigados en Irán por la represión y la censura políticas, y el esfuerzo durante años de sus cineastas poco ha podido hacer contra esta situación que se alarga en el tiempo, visto lo visto en las recientes elecciones. Mohammad Rasoulof no pudo acudir a la Berlinale para recibir el Oso de Oro a la Mejor Película por ‘La vida de los demás’ (2020), a pesar del prestigio internacional del que goza.

Actualmente se encuentra bajo arresto domiciliario, acusado de difundir propaganda contra el régimen. Por tal motivo rodó su nueva película en la clandestinidad, en localizaciones remotas y aisladas que pasaran desapercibidas a las autoridades, a las que no les importa el prestigio del cine iraní en el exterior.

Desde que Rasoulof ganó el Premio Especial del Jurado en el Festival de Xixón con ‘La isla de hierro’ (2005), se convirtió en un habitual del Festival de Cannes, con premios en la sección Un Certain Regard para ‘The White Meadows’ (2009), ‘Goodbye’ (2011), ‘Manuscripts Don’t Burn’ (2013) y ‘Un hombre íntegro’ (2017).

No es de extrañar que su estilo haya sido fabulador y alegórico, ante la imposibilidad de manejar mensajes directos, aunque en su último trabajo el tema social que trata le obliga a ser más realista y buscar las escenas costumbristas, de ahí que el primer segmento haya sido comparado con Berlanga y ‘El verdugo’ (1963).

La primera de las cuatro historias se títula ‘El mal no existe’, y es la que da título a la película en la versión original. Muestra la vida cotidiana y familiar de una persona cualquiera, salvo porque su trabajo consiste en ejecutar sentencias de muerte.

Las siguientes son ‘Ella dice: puedes hacerlo’, ‘Cumpleaños’ y ‘Bésame’. Revelan cómo en Irán el ahorcamiento es una practica normalizada, y que afecta sobre todo a jóvenes cumpliendo el servicio militar obligatorio.