Iker Fidalgo
Crítico de arte

Búsqueda

El arte es una práctica que se extiende en el tiempo. A pesar de ser un desempeño profesional, su ejercicio está estrechamente ligado con lo vocacional y con la vivencia de quien lo realiza. Es por eso que cada artista desarrolla un camino personal que evoluciona a través de disciplinas, intereses y objetivos. La creación artística admite, entre muchas otras, opciones tales como procesos de investigación, análisis o experimentación. En definitiva es una búsqueda constante que no acaba. Lo material, lo plástico y lo poético se engarzan en el desarrollo de lenguajes propios y de proyectos que se concatenan unos con otros. Es con este objetivo por lo que las artistas trabajan constantemente. Encontrar espacios de seguridad desde los que poder ejercer y reivindicarse como lo que son, una de las patas más importantes del sistema cultural de un contexto concreto. El arte enseña a imaginar, a pensar sobre lo que ha sucedido o lo que vendrá y sobre todo a entender las relaciones en las que lo objetual, lo matérico y lo conceptual conviven creando nuevos significados. Para que esto suceda, el ámbito de lo público debe asumir una responsabilidad ineludible. Si bien es complejo y algo tramposo volcar todo el sustento de una comunidad creativa únicamente en las instituciones públicas, es cierto que se les debe exigir una política de cuidado y promoción de las diferentes manifestaciones culturales de su territorio.

Este año 2021, hemos asistido a la apertura de una nueva edición de la Muestra itinerante de artes visuales, Ertibil Bizkaia. Un compromiso asumido por la Diputación Foral de Bizkaia con el ecosistema creativo de su entorno que alcanza en este curso su edición número 39. La entrega de premios, correspondientes a cada nombre ganador, se acompaña de una exposición que como cada año acoge la Sala Rekalde de Bilbo para posteriormente realizar una itinerancia entre los municipios de Sestao, Elorrio y Balmaseda. Un periplo que acabará la primera semana de enero del próximo 2022.

Ertibil se ha convertido con el paso del tiempo en una de las citas ineludibles del calendario cultural de Bizkaia y de Euskal Herria. Es uno de los escaparates más interesantes para medir la temperatura de la creación artística local. Suelen darse convivencias entre artistas muy jóvenes y nombres cuya carrera comienza a alcanzar ya una presencia reseñable en el tejido del territorial. Si bien es una muestra de concurso en la que las obras no tienen porque soportar ninguna ligazón temática o formal entre ellas, la exposición nos permite conocer de primera mano aquellos trabajos que han sido seleccionados y a los que conviene seguir la pista.

En esta ocasión los tres premios han recaído en Iñigo Varona, Nora Aurrekoetxea y Natalia Suárez Ortíz de Zarate, que junto con el resto de seleccionados completan un elenco de 18 artistas. La pieza de Varona nos presenta un trabajo en torno al proyecto de edificación de viviendas sociales en Otxarkoaga. La reflexión sobre la memoria de los procesos de transformación urbanística de Bilbo llega de la mano de diferentes componentes que de manera instalativa componen la obra. Aurrekoetxea presenta un trabajo afincado en la práctica escultórica que viene desarrollando. Convive la contundente presencia de materiales como el hierro con unas planchas a medio camino entre el registro orgánico y la producción industrial seriada. Por último, Natalia Suárez, cuyo trabajo pudimos ver el año pasado en la misma sala como parte del programa Barriek 2020, habla en su pintura ‘Crema’ desde un lenguaje pictórico plagado de gestualidad. Además de estas piezas destacamos entre otras, las obras de Miren Barrena, Tana Garrido o Izaro Ieregi, como representativas de las diferentes líneas de interés abarcadas por esta edición de Ertibil.