Natalia Arroyo: «Todavía no he hecho todo lo que quiero hacer en la Real»

Natalia Arroyo se siente «cómoda» en el club, a cuyo proyecto quiere «aportar mi granito de arena». Reconoce que el verano «no fue sencillo» y que ha tenido que «bunkerizarse» en algunos momentos por el ruido.

Natalia Arroyo charla con los medios esta mañana en Zubieta. (Gorka RUBIO/FOKU)
Natalia Arroyo charla con los medios esta mañana en Zubieta. (Gorka RUBIO/FOKU)

Natalia Arroyo ha mantenido esta mañana en Zubieta una reunión con los medios que siguen la actualidad de la Real. Un contacto más personal que las habituales ruedas de prensa pre-partido, en el que la entrenadora catalana ha hablado de pasado, presente y futuro; tres tiempos de color muy diferente. Porque las txuriurdines, con Arroyo a la cabeza, viven ahora mismo un momento esplendoroso de fútbol y juego que invita a mirar adelante con optimismo. Pero también de armonía, lo que permite reflexionar con más calma sobre lo que sucedió la temporada pasada.

Después de muchos meses de silencio, la técnica se ha referido a la marcha de diez futbolistas, muchas ellas de peso específico dentro de la plantilla, y las heridas que quedaron, ya en proceso de cicatrización. «No fue sencillo –ha admitido–. Ni el verano ni el final de temporada, que ya íbamos viendo venir. Había gente que consideraba que sus objetivos no iban con los nuestros o no estaba satisfecha con su rol en el equipo o buscaba otras opciones… Jugadoras que quisieron escucharnos, jugadotas que no...».

Cree que, al margen de situaciones personales específicas, el momento que vive el fútbol femenino, todavía dando sus primeros pasos en el profesionalismo, tampoco facilita ciertas cuestiones. Por un lado, «las jugadoras vienen cada vez más preparadas desde abajo y hay futbolistas que han jugado mucho pero que con la irrupción de otras lo tienen más complicado y hay que saber asumir cuál es el nivel de cada una en cada momento. Tampoco es fácil que se comprometan por mucho tiempo, hay una mirada más “joven” y hace falta avanzar en estructuras profesionales, clubes que siempre apuesten...». Aunque se trató, principalmente, de la búsqueda de objetivos diferentes –no hay más que ver, como recordaba Arroyo, a qué equipos se ha ido la mayoría de las jugadoras– y de las dificultades para asumir un menor protagonismo, en algunos casos.

Buena parte de la opinión pública vio a la entrenadora como la mala de la película y esta reconoce que hubo «dolor» por el «ruido» que se generó alrededor y que llegó a afectarle «porque se personalizó» aunque sabía que «me tocó jugar un «papel» y que en «el moment en el que jugadoras que jugaban mucho lo hacen menos, sabes que puede pasar». «Ponía en duda hasta cosas de la profesión», así que hubo «mis momentos de bunkerizarme un poco».

No fue una cuestión exclusiva del entorno y reconoce que no todos los momentos que se vivieron dentro del vestuario «fueron maravillosos. Había tensón por jugar, esa competencia interna nos dejó muy buen nivel y ayudaba entrenando pero en el momento de dar la alineación, había algún calentón». «No fue la temporada en la que estuve más cómoda con el grupo de jugadoras y ellas probablemente tampoco. Lo que pasa es que ganábamos, así que había menos fuerza para hacer cosas», desliza.

Ahora, «con la distancia», la reflexión es más calmada. Arroyo tiene «la conciencia tranquila porque todos tratamos de ser honestos y ser claros» y vuelve «a tener luz, que en verano a veces costaba». «El fútbol sigue, las jugadoras están rindiendo bien en otros lugares, además reestimuladas, y la Real también está funcionando bien. Yo he intentado reconectar con la energía que vine el primer día y estoy en el lugar que quería y con la gente que quería».

Y donde quiere seguir. Porque la entrenadora catalana deja claro que «todavía no he hecho todo o que quiero hacer en la Real». «El club no tiene un proyecto que termine mañana ni esta temporada. Y e apoyo que siento hace que me sienta cómoda en el club, en la ciudad, me hace tener ganas de formar parte y aportar mi granito de arena al proyecto del club. Me siento identificada con todo eso, conecta conmigo y han conseguido que me sienta cómoda en un entorno tan competitivo como es la elite».

El hecho de que la temporada haya empezado tan bien ayuda, evidentemente. No le sorprende porque la plantilla es buena y competitiva. Muchas jugadoras «han dicho “quiero formar parte de eso”», con lo que «igual no somos los malos de la película» y el proyecto es lo suficientemente atractivo para que «la gente quiera ser parte de eso». «Sabíamos que las que firmábamos iban a venir con ganas de apretar, aprender… Que conservábamos gol, lo sabíamos, trabajo, manos en la portería… Así que sorpresa no. Quizá que rindiéramos todas tan bien en tantos momentos… podía no pasar. Pero es que tienen talento, son buenas y tienen ganas de mejorar. Y en un ambiente un poco más relajado y con esa cosa de renovar órdenes en el vestuario, todo es como más ligero. Y eso ayuda».

Otra cosa es hasta dónde se pueda llegar. Arroyo es optimista, incluso admitiendo que «de primeras espadas la plantilla es algo corta. Pero quizá es más fácil de gestionar y el ser poquitas también nos está dando estar más rodadas todas». Y además está Zubieta, que «es casi infinito. Siempre vas a tener de dónde coger si hubiese necesidad y las que hemos cogido siempre nos han funcionado».

Es, además, una apuesta clara dentro del proyecto que desarrolla la Real. «Mirari, Izarne, Clau…, hoy hay dos txikis más con nosotros… Eso también es una intención y tuvo que ver con cómo se daba el verano. En algunos casos no se ha querido mirar fuera porque tenemos abajo. ¿Que nos puede debilitar? Bueo, son jóvenes, vienen con su inexperiencia y van a cometer sus errores pero como los cometen las de arriba».

Porque el proyecto pasa por «consolidar la sección de muchas maneras. Lo que haga el primer equipo es relevante. Cómo lo haga, también. Y que Zubieta se consolide, también; el B ya tiene unos añitos, el C como nueva estructura, seguir tecnificando…». Y tomarlo como una «inversión constante. No un año si y otro no. Tienes que darle coherencia y constancia. A nivel de infraestructuras también. Y lo que se va a hacer en el Z7 nos va a dar más posibilidades porque se va a trabajar en las mejores condiciones posibles. Todo va unido».