Mikel Insausti
Crítico cinematográfico

Globos que se desinflan

A la HFPA (Asociación de la Prensa Extranjera en Hollywood) le ha venido muy bien la pandemia como excusa para convertir la ceremonia de entrega de los Globos de Oro en un evento privado, sin alfombra roja, sin retransmisión televisiva y sin presencia de las estrellas.

La entrega de los Globos de Oro ha pasado sin pena ni gloria.
La entrega de los Globos de Oro ha pasado sin pena ni gloria. (Emma MCINTYRE | AFP)

Y sin embargo, ni la mascarilla más grande del mundo puede tapar las vergüenzas de esta camarilla de periodistas internacionales que se dan la gran vida en Los Ángeles como corresponsales que aceptan todo tipo de sobornos, regalos, invitaciones y lo que se tercie a cuenta de la industria del cine y de la moda.

Una periodista noruega, como ya comentamos en su día, fue la que destapó los excesos de sus colegas del sexo opuesto. Y éstos, incapaces de rectificar para no perder sus privilegios, se han limitado a nombrar una nueva presidenta. Pero siguen sin resolver el problema de la falta de diversidad en la cuestión racial o los tratos de favor con las productoras, por lo que el lavado de cara resulta a todas luces insuficiente.

Los Globos de Oro ya no pueden seguir siendo la antesala de los Óscar, que sí se han renovado de acuerdo con los tiempos cambiantes. Su futuro dentro de los premios anuales es el más incierto, aunque el próximo año cumplirían 80 años de existencia.

Lo siento por las películas ganadoras, porque Jane Campion y Steven Spielberg se merecían recibir sus premios en una gala de verdad.