Mikel Insausti
Crítico cinematográfico

La cumbre cinematográfica de Hamaguchi

DRIVE MY CAR
Japón. 2021. 179’. Tít. Orig.: ‘Doraibu mai kâ’. Dtor.: Ryûsuke Hamaguchi. Guion: Ryûsuke Hamaguchi y Takamasa Oe, sobre un relato corto de Haruki Murakami. Prod.: Teruhisa Yamamoto. Int.: Hidetoshi Nishijima, Tôko Miura, Reika Kirishima, Jin Dae-young, Sonia Yuan, Perry Dizon.

Ryûsuke Hamaguchi recibiendo premios en el Festival de Cannes.
Ryûsuke Hamaguchi recibiendo premios en el Festival de Cannes. (NAIZ)

Cuando se dice que Hamaguchi es el cineasta del momento hay que tomárselo en su sentido más literal, porque va mucho más allá de una obligada referencia al autor de moda.

Ocurre que el pasado año fue el triunfador de los grandes festivales por partida doble, en la Berlinale con ‘La ruleta de la fortuna y de la pasión’ (2021) y en Cannes con ‘Drive My Car’ (2021), llevándose el FIPRESCI de la crítica internacional y el premio de Mejor Guion. Éxitos a los que hay que sumar la nominación para el Óscar y el Globo de Oro a la Mejor Película Extranjera.

No se trata de establecer ninguna competición interna, pero ‘Drive My Car’ (2021) es su película con mayor puntuación media por parte de la crítica especializada, con un consenso que solamente suele darse ante una obra maestra incontestable. Ha llegado a la plenitud de su arte a los 43 años, lo que responde a la fulgurante evolución en apenas tres lustros de un joven talento que realizó su ópera prima ‘Solaris’ en el 2007.

Al principio se le comparaba con otros cineastas, pero hoy es el día en que Hamaguchi ha demostrado poseer un estilo personal, del que en su nuevo trabajo da una soberana lección. Aunque ‘Drive My Car’ (2021) no es de sus películas más largas, si comparamos sus tres horas con las cinco y cuarto que duraba ‘Happy Hour’ (2015), exhibe un domino absoluto del ritmo narrativo concentrado, dejando que los diálogos se incluyan en situaciones que son mostradas a tiempo real, sin cortes, lo que hace que los silencios se extiendan tanto o más que los parlamentos, para que todo fluya de forma natural con la tensión propia de la vida íntima.

Las dos relaciones del protagonista, primero con su malograda esposa y después con la chica que conduce su coche, son descritas en su más profunda complejidad, partiendo de un relato corto de Murakami, que alarga a fuerza de puro talento.