Carlos Gil
Analista cultural

Un discurso de hiel

Obra: Un Óscar para Óscar
Texto y dirección: Mario Hernández
Intérpretes: Jon Plazaola, Agustín Jiménez, Rebeca Sala, Mara Guil
Producción: Txalo y Lamandanga
Teatro Bellas Artes (Madrid) 23-06-22

Imagen del elenco de actores.
Imagen del elenco de actores. (NAIZ)

Es tarea de difícil logro la mezcla de diversos estilos cuando se intenta retratar una situación que parte de una anécdota reconocible como es la entrega de los Óscar, desde la mirada de un candidato a mejor cortometraje, si se introduce el esperpento de dos ministros en gira y acompañamiento, la figura de una actriz en Hollywood dedicada a tareas de escort y se juega con el humor más directo y simplón, añadiendo posteriormente la filigrana de unos conatos de enamoramiento que sirven para describir de una manera somera una realidad de la profesión del teatro, el cine, actores y actrices.

Cuando entra el metateatro se alcanza unas cotas de interés superior que cuando se maneja con el brochazo gordo de describir de manera graciosa la inconsistencia de los ministros de Cultura o Hacienda, que entra en la chocarrería, pese a que son la parte denunciada más clara, aunque al no matizar sobre las ideologías de esos pedazos de carne con cartera se pierde en un acto de rechazo a los políticos en general que no aporta otra cosa que desazón y abundamiento en un discurso desmovilizador.

La forma en la que se desarrolla es bastante simple: una habitación de un motel con terraza desde el que se divisa la montaña hollywoodiense. Y en ese espacio desdoblado, suceden todas las acciones, las situaciones se encadenan y aquí es donde la dirección logra unos objetivos de hiperactividad, de acumulación de gags verbales o físicos, de un ritmo endiablado que se acompaña, desgraciadamente, por una subida del volumen en la locución de los actores, lo que llega a saturar, hasta que en la propia estructura dramática se introducen los cortes, los cambios de ejes, las variables y se va empoderando, de alguna manera, la parte más dialogada, de personajes con más matices, de contenido, aunque rezume cierta nostalgia y se transmita un menaje de dolor ante una bella profesión, la de actor, actriz, guionista o director, que no siempre está suficientemente reconocida, llegando al final con un discurso de agradecimiento del premio muy significativo.

El equipo actoral cumple de manera eficaz, cada uno con sus exageraciones inducidas y sus recursos de experiencia, para ir desgranando un entretenimiento agradable que apunta en muchas direcciones direcciones y cada cual deberá acertar en la que mejor se siente identificado para dejase llevar por la trama enloquecida y muy dinámica.