Sergio Iglesias
Entrevue
Josele García
Componente de la banda Elle Belga

«La suma de todo aporta cuando hay un criterio»

‘Lagunak’ es el nuevo trabajo de la banda asturiana Elle Belga, formada por Fany Alvárez y Josele García. Cuatro temas grabados en Bonberenea con motivo del 25 aniversario del espacio autogestionado.

Fany Alvárez y Josele García.
Fany Alvárez y Josele García. (Laura RODRIGUEZ - ELLE BELGA)

Cuénteme, para comenzar, ¿cómo surge la idea de hacer este disco en Bonberenea?

Esto es una especie de proyecto con el que se cierra un círculo que se inició, hace ya unos veinte años, con la primera visita de Manta Ray a Bonberenea que, como ya sabéis, este año han estado de celebración de 25 aniversario. Para ello, han invitado a varios artistas que han pasado por este escenario a grabar un disco: Ama Say, Joseba Irazoki eta Petti… así que, para nosotros fue un orgullo y un inmenso placer recibir la invitación para participar, y además con el añadido de hacerlo junto a nuestro admirado amigo Karlos Osinaga, miembro de Lisabö, y que ya se está ganando una reputación como productor por su buen hacer.

¿Qué tiene de especial para ustedes este rincón de Tolosa?

En estos veinte años que han pasado desde la primera vez que vine con Manta Ray han pasado muchas cosas que han afianzado nuestra relación con Bonberenea y con toda la escena musical de Euskal Herria. Es un lugar del que hemos aprendido mucho, y hemos descubierto que, más que un espacio, es una manera de pensar; lo que más nos atrae es su visión de dinamizar culturalmente un área, en este caso esta parte de Gipuzkoa, haciendo que el mundo pase por aquí, y sin fijarse en relaciones externas, sino en lo que tienen alrededor.

Cuando recibes una propuesta de este tipo, con tanta personalidad, y basada en la honestidad y en el trato de la música sin fijarse en una perspectiva industrial o comercial, no puedes más que estar muy ilusionado y tomarlo como un gran honor; normalmente es muy difícil decirle que no a Patxi (Muñoa)… sobre todo cuando tiene razón, y cuando teníamos tantas ganas de participar con esta familia que es Bonberenea.

«Más que un espacio, Bomberenea es una manera de pensar; lo que más nos atrae es su visión de dinamizar culturalmente un área»


¿Cree que, a pesar de los cambios tecnológicos que se han producido en Bonberenea, han conseguido mantener sus señas de identidad en estos 25 años?

Yo pienso que, aunque estuviesen en mermas tecnológicas, que no es el caso, lo podrían suplir con el trato que el artista recibe al traspasar esas puertas. Y ya te digo que no es el caso, porque están dotados muy bien tecnológicamente… y no solo Bonberenea, sino infinidad de gaztetxes donde hemos tocado, que tienen mejores equipos de sonido que muchas salas comerciales del estado. De hecho, nosotros estamos dando a conocer esta escena a nuestra gente de Asturies, y lo primero que se preguntan es quién está detrás de esto.

A lo que siempre respondemos que, básicamente, es un concepto altruista de cómo tienen que pasar las cosas en tu pueblo, algo que, por cierto es muy difícil de mantener. Yo solo conozco algo tan arraigado en Euskal Herria y pienso que es un tema de orgullo bien entendido: la gente que trabaja en estos espacios se siente orgullosa de lo que hace por su pueblo, y por eso es importante que se reconozca el trabajo que se hace en estos espacios.

Quizá las coordenadas musicales de Elle Belga y las del resto de bandas de Bonberenea pueda parecer que están alejadas y, por eso, haber recibido esta invitación fue un honor porque con ello, lo que hacen es derribar los estereotipos que pueda haber, tanto en Euskal Herria, como en el resto del Estado. Nosotros hemos compartido escenario con bandas vascas y siempre ha funcionado muy bien, más allá del estilo o de las diferencias musicales de cada uno.  

De todas formas, ya hace tiempo que el tema de las etiquetas se va olvidando, sobre todo por la variedad de sonidos en la que se mueven las bandas, ¿no?

Sí, en ese sentido, podríamos hablar de los grandes descubrimientos que yo he recibido de Euskal Herria en los últimos años: Mursego, Amorante, Verde Prato, Anari… estamos hablando de una sensibilidad especial, así que, que a nosotros se nos vea hermanados con todo esto es un honor, porque nos vemos más aquí que en cualquier otra escena…

Por ejemplo, cuando se nos identifica como un grupo indie, algo que, con todos los respetos, es una palabra que, en cierto modo, nos puede parecer hasta malsonante. Nosotros consideramos que no pertenecemos a ningún ejercicio de estilo, y menos aún con lo que hoy en día se identifica como indie, y nos vemos más cercanos a la sensibilidad de los artistas del sello BideHuts, por ejemplo. Aunque, por otra parte, no me atrevería a catalogar qué es lo que hacen, más allá de considerar que es algo muy personal e inclasificable.

Rock radical vasco, Getxo Sound, Xixon Sound… ¿hay algo más injusto que las etiquetas? ¿Qué tenía que ver lo que hacía Manta Ray con lo que hacía, por ejemplo, Australian Blonde?

Yo creo que las etiquetas son herederas de tiempos pasados en los que, solamente con la palabra escrita, había que dar unas coordenadas para referenciar a la banda en algún espacio sonoro. Hoy en día, el lector, el oyente o el consumidor tiene una herramienta que le permite, en cuestión de segundos, acceder a archivos audiovisuales del artista para ver qué es lo que hacen. Y estas escenas lo que tenían en común es que todos coincidíamos geográficamente en un momento y en una ciudad, y había un apoyo entre nosotros, pero el fan de Dr. Explosión, Penelope Trip, Australian Blonde o Manta Ray podían ser muy diferentes.

¿Qué han aportado las diferentes colaboraciones que aparecen en ‘Lagunak’?

Todos esos artistas están porque les admiramos artísticamente y porque nos une una relación de amistad y admiración mutua. Las colaboraciones entendemos que siempre tienen que aportar una mirada distinta a tu universo sonoro, y por eso hemos contado con Verde Prato, Amorante, Borja Iglesias, de Inoren Ero Ni ,y con Pedro Vigil, que es como un hermano. Nunca dices lo que debe tocar a alguien a quien invitas, porque para eso, llamarías a un músico de estudio; lo que estás diciendo con la invitación es que te gusta su sensibilidad y quieres que inserte parte de ello en tus canciones, dándole total libertad porque, realmente, admiras lo que hace musicalmente. Y eso es lo que ha pasado con todas las personas que han participado en ‘Lagunak’.

«Se nos identifica como un grupo indie, algo que, con todos los respetos, es una palabra que, en cierto modo, nos puede parecer hasta malsonante»


En este disco se acercan a la copla e incluso a la tonada tradicional asturiana, ¿Se plantearon hacer cosas diferentes para este trabajo?

Nunca partimos de referencias preestablecidas a la hora de componer. Nuestro ejercicio de composición es muy libre y obedece a horas de trabajo en el local. Simplemente disfrutamos tocando, y ahí es cuando surge alguna idea, que ya ves que es tuya desde ese primer instante. No establecemos una separación estilística a la hora de hacer estas cuatro canciones… simplemente, cuando aparecen, por intuición, por fortuna, por instinto o por trabajo, tienes la capacidad de saber reconocer que eso va a ser una canción tuya y que merece la pena seguir trabajando esa idea. Las canciones son las que te van llevando a un lugar o a otro porque entendemos la música de una manera muy libre, y no militamos en ningún ejercicio estilístico.

¿Podríamos decir que el tema ‘Pequeñas treguas’ es un poco el compendio del espíritu del disco?

Efectivamente, es donde hay mayor información sonora y más colaboraciones, pero por su patrón rítmico, y por todo lo que aportan las personas que colaboran, es un ‘rara habis’ dentro de nuestra discografía; pero queríamos que estuviera esta canción para darle cierto empaque o diferenciarlo de todo lo anterior. Es un tema a destacar por lo que significa, ya que tiene una entidad propia muy definida y se ve ese espacio de “Lagunak”, en que las personas que se suman a participar en nuestro proyecto aporten de la manera más vehemente su manera de ver la música. La suma de todo aporta cuando hay un criterio.

¿‘Qué niño soy’ es un guiño a todo lo que se apreció a Manta Ray en Euskal Herria?

Totalmente. Como te decía antes, el círculo se cerraba con ‘Lagunak’, pero todo se inicia con Manta Ray, por lo cual la banda tenía que estar de alguna manera presente. Y lo más lógico era hacer una versión que, musicalmente, no tuviera nada que ver con la original, porque si quisiera hacer algo semejante, lo haría con mis compañeros… nunca encontraría a nadie mejor que ellos para hacer ese tipo de música, los quiero muchísimo y tengo magníficos recuerdos personales y musicales de todas las vivencias que tuvimos juntos.

Así que, lo que hemos hecho con ‘Qué niño soy’ ha sido afrontarlo desde la perspectiva actual de Elle Belga, respetando la melodía y deconstruyendo todo lo demás, manteniendo la esencia de la canción.