
Todos hemos escuchado alguna vez la broma de que, a menor tamaño de pene, más grandes son los coches que les gustan a los hombres. Ahora, la ciencia se ha encargado de arrojar luz sobre una teoría popular que se ha convertido en hipótesis confirmada gracias a unos investigadores británicos.
«El vínculo entre conducir un coche deportivo rápido y tener un pene pequeño es una idea culturalmente extendida, discutida por académicos, desde analistas freudianos a teóricos evolutivos. Por primera vez, demostramos que se basa en una verdad psicológica. Hemos descubierto que manipular experimentalmente a hombres, especialmente hombres mayores, para sentir que tienen un pene relativamente pequeño les hizo aumentar su deseo de coches deportivos de lujo», resumen.
Small Penises and Fast Cars: Evidence for a Psychological Linkhttps://t.co/cD2Dw1oAQu
— PsyArXiv-bot (@PsyArXivBot) January 10, 2023
Para llevar a cabo el experimento, los investigadores Daniel C. Richardson, Joseph T. Devlin y John S. Hogan del Departamento de Psicología Experimental de la University College de Londres manipularon a un número de hombres con información para hacerles creer que el tamaño promedio del pene era mayor del que es en realidad, para que pensaran que «relativamente y subjetivamente» su propio miembro era más pequeño que el resto. Por otro lado, a otros hombre se les dijo justamente lo contrario: que el tamaño promedio de un pene era menor que la auténtica media.
Con estos datos, pidieron a ambos grupos de hombres que valoraran cuánto les gustaría tener un coche deportivo. Para que no sospecharan, esta pregunta fue enmascarada entre otro tipo de cuestiones, como la valoración de otros productos de lujo. Los resultados sentencian que «los hombres, y los hombres de más de 30 años en particular, calificaron los coches deportivos como más deseables cuando se les hizo que tenían un pene pequeño».
«Esta hipótesis está respaldada por los datos de este artículo, y explicaría la existencia del recurso fálico en bromas cotidianas, anuncios y discursos académicos. La industria automovilística de lujo puede no estar dispuesta a reconocer este vínculo, pero nuestros resultados proporcionan algo de ayuda», concluyen los investigadores.
Greta Thunberg ya lo sabía
Las conclusiones de este estudio ven la luz solo unos días más tarde del desigual «combate» tuitero entre Andrew Tate y Greta Thunberg. En un primer mensaje en Twitter, el exluchador de kickboxing fardaba de tener hasta 33 coches, de los que destacaba marcas como Bugatti y Ferrari, con los que pretendía provocar a Thunberg mencionando sus «enormes emisiones» de CO2.
yes, please do enlighten me. email me at smalldickenergy@getalife.com https://t.co/V8geeVvEvg
— Greta Thunberg (@GretaThunberg) December 28, 2022
Lejos de entrar a discutir, la joven activista climática le respondió con ironía: «Sí, por favor, ilumíname. Envíame un correo a energíadepenepequeño@comprateunavida.com». Una respuesta que se ha convertido en el cuarto tweet con más «me gusta» en la historia de la red social y se ha demostrado nada alejado de la realidad científica.

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