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Ningún representante de la RFEF para colgar las medallas a las finalistas de la Supercopa

El Barcelona ha conquistado la Supercopa después de vencer en la final a la Real (0-3) gracias a los goles de Aitana, por partida doble, y de Oshoala, en el último minuto del partido. Sin embargo, la imagen surrealista de la final ha sido ver a las finalistas recogiendo ellas mismas las medallas.

Jugadoras de la Real recogen las medallas de subcampeonas de la Supercopa.
Jugadoras de la Real recogen las medallas de subcampeonas de la Supercopa. (RTVE)

Las comparaciones siempre son odiosas, más aún cuando no se quiere ver lo obvio: la discriminación entre hombres y mujeres que aún existe en la sociedad. El ejemplo más claro lo volvemos a encontrar en el fútbol, ese negocio global que prácticamente ya se nos escapa de las manos.

Pero la igualdad empieza por cuidar los pequeños detalles y, en pleno 2023, aún nos seguimos sorprendiendo por el trato discriminatorio que sufren las mujeres futbolistas –y deportistas, en general–. No estamos hablando de la brecha salarial –ni de los derechos de imagen ni del dinero que unos mueven o dejan de mover–, estamos hablando del trato.

Y es que más allá de que los equipos masculinos de la liga española disputen la Supercopa en Arabia Saudí para ingresar aún más millones de euros y los femeninos en Mérida sin apenas promocionar, este domingo se ha visto la imagen más surrealistas de los últimos tiempo: las propias jugadoras, campeonas y subcampeonas de la Supercopa, han tenido que recoger ellas mismas las medallas correspondientes. Una a una se han acercado a las mesas que estaban colocadas en un rincón del estadio y se las han colgado en sus cuellos.

Las capitanas del Barcelona, campeona de la Supercopa, y de la Real, subcampeona, Marta Torrejón y Nerea Eizagirre, respectivamente, sí han subido al palco para recibir el trofeo correspondiente y han saludado al presidente de la RFEF, Luis Rubiales, al presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, y al de la Real, Jokin Aperribay. La ausencia más notable ha sido del máximo directivo del Barcelona, Joan Laporta, que no ha acudido a Mérida para presenciar la final que disputaba el primer equipo femenino.

Sin embargo, el resto de jugadoras, se ha quedado en el césped y, una a una, han pasado a recoger las medallas de una mesa  para colocárselas ellas mismas en sus cuellos.

La versión de la RFEF

Ante la polémica que ha suscitado lo ocurrido, la RFEF ha salido al paso y ha argumentado que tiene dos protocolos respecto a la entrega de medallas. En esta ocasión, han llevado a cabo la misma que en la Copa, que se basa en que el trofeo se entrega en el palco y las medallas las recoge el delegado para entregar a las jugadoras en los vestuarios.

El otro protocolo es entregar las medallas en el palco, antes de que la capitana recoja el trofeo. Sin embargo, desde la Federación aseguran que el estadio Jose Fouto no reunía todas los condiciones para llevar a cabo este tipo de ceremonia.

«De acuerdo con los protocolos de premiación de la RFEF, y teniendo en cuenta tanto el elevado número de representación institucional, así como las infraestructuras para el acceso al palco desde el césped del estadio, el departamento de Protocolo decidió activar la ceremonia de entrega en el palco de la misma manera que se lleva cabo en la Copa del Rey: entrega de la Copa a la capitana del equipo campeón y entrega de medallas al equipo vencedor en césped/vestuario», ha publicado el organismo, asegurando que es la misma que se llevó a cabo en la Copa así como en la pasada edición de la Supercopa femenina. 

En la Supercopa masculina disputada en Arabia Saudí, por contra, la ceremonia de entrega de medallas se hizo a ras del césped, tal y como se aprecia en esta imagen.

Entrega de medallas a los campeones de la Supercopa. (RFEF)