Iñaki Uriarte

La bicicleta en el arte

Con motivo del Grand Départ 2023 Pays Basque del Tour, evidente acontecimiento ciclista, los responsables locales de la organización, Gobierno, Ayuntamiento y Diputación, solo han tenido una visión político turística. Pero la bicicleta, a lo largo de su historia, ha sido una referencia cultural.

Obra del pintor vasco José Arrue.
Obra del pintor vasco José Arrue. (NAIZ)

El origen de la bicicleta está en un mecanismo de dos ruedas enfiladas cuya invención y primer recorrido el 17 de junio de 1817 se atribuye a Karl Freiherr von Drais, con un pesado ingenio de madera con anchas ruedas sin pedales denominado laufmachine (máquina andante) y conocido como Draisine, que avanzaba con el impulso de los pies en el suelo. La rudimentaria máquina fue evolucionando con la incorporación de pedales de metal (1839). Posteriormente se incorporaron la propulsión por cadena en la rueda trasera (1879), frenos y ruedas de goma con cámara de aire y otras mejoras y materiales para una cómoda ergonometría, hasta llegar a la bicicleta actual en todas sus versiones, de paseo o de competición.

Estas sucesivas mejoras, posteriores versiones e implatación urbana, definieron un mecanismo tan novedoso al que se dio el nombre de velocípedo (del latín velox y pedis), fenómeno que atrajo la atención de Josef Strauss (1827-1870), quien en un ambiente de romanticismo compuso la obra rápida ‘Vélocipède Polka, Op.259’ estrenada en el carnaval vienés de 1869.

Con el paso del tiempo, su amplio arraigo popular como medio de locomoción y como artículo deportivo tan atractivo, suscitó el interés de grandes pintores artistas, creando obras de enorme interés a partir de mediados del siglo XIX hasta la actualidad.

En una selección de autores y cuadros más conocidos y trascendentes citamos: Henri Toulouse-Lautrec, muy aficionado a la bicicleta, que pinta, ‘Bruant à Bicyclette’ (1892) y ‘La Chaîne Simpson’ (1896), relativo a la famosa cadena de la bicicleta.

El amplio arraigo popular de la bicicleta suscitó el interés de grandes pintores, creando obras de enorme interés a partir de mediados del siglo XIX hasta la actualidad

En la misma época Ramón Casas, célebre por sus retratos de la élites burguesas y gran diseñador como cartelista en el Modernisme, crea dos bellísimos cuadros románticos: el primero ‘El descanso de los ciclistas’ (1896) y el segundo ‘Ramon Casas y Pere Romeu en un tándem’ (1897). Las bicicletas, reconocibles, eran de la acreditada marca francesa Cycles Gladiator.

El futurismo

El futurismo fue un movimiento de vanguardia predominantemente italiano, surgido en Milán. El poeta Filippo Tommaso Marinetti expone sus fundamentos en ‘Il Manifesto del Futurismo’ el 20 de febrero de 1909, en el diario ‘Le Fígaro’. Sus principios son contundentes, en el primer punto destaca: ‘I. Queremos cantar el amor al peligro, a la fuerza y a la temeridad’. Y en otros: ‘Declaramos que el esplendor del mundo se ha enriquecido de una belleza nueva: la belleza de la velocidad’ o ‘No hay belleza más que en la lucha’. Expresa su voluntad de olvidar las clásicas pautas del pasado introducidas por la burguesía.

‘Dinamismo di un ciclista’ (1913), de Umberto Boccioni, una exaltación del movimiento y la fusión dinámica del color.

Sus obras pictóricas se caracterizan por la intensidad del color y la figuración del movimiento y la velocidad, representando los objetos sucesivamente en varias posiciones superponiéndolos a modo de mancha multicolor. Los significados que supone la implantación social de la bicicleta, por su arraigo popular como medio de locomoción y los ciclistas campeones compitiendo, coincidían totalmente con los principios de los futuristas, por lo que inspiraron a pintores y poetas que vieron su actividad física, pasión y fatiga como parte integral de la vida humana destinada a transmitir energías vitales y creativas.

Los artistas exponentes de este estilo se caracterizaron por una ideología e interés por la dinámica y la mecánica y, como consecuencia, el movimiento y la velocidad de los vehículos, particularmente el de la bicicleta, motivaron obras maestras muy reconocidas y representativas del futurismo, entre ellas: ‘Dinamismo di un ciclista’ (1913), de Umberto Boccioni, una exaltación del movimiento y la fusión dinámica del color; ‘Ciclista’ (1914), de Gerardo Dottori; ‘Il ciclista’ (1916), de Mario Sironi; y ‘Ciclisti’ (1922), de Fortunato Depero.

Fuera de Italia destaca la obra de la polifacética artista rusa Natalia Goncharova, con su impactante obra ‘Velosipedist’ (1913). En el arte vasco tiene su expresión en estilo costumbrista mediante José Arrue, con dos conocidas obras relativas a aldeanos en bicicleta difundidas mediante postales y una publicitaria, de las bicicletas Fidelia Lapize entorno a 1920. Asimismo, es notable el cartel de la bicicleta Orbea del artista Aníbal Tejada, editado por Laborde y Labayen de Tolosa en 1932.

En el arte vasco tiene su expresión en estilo costumbrista mediante Jose Arrue, con dos conocidas obras, y el cartel de la bicicleta Orbea del artista Aníbal Tejada

En época moderna surge la creatividad de Marcel Duchamp con su obra ‘Roue de bicyclette’ en 1913, perdida y reconstruida en 1964, calificada como Ready-made, un objeto extraído de su contexto con una rueda sobre un taburete que constituye la primera obra artística cinética.

La fascinación que ejerció la bicicleta en el futurismo, tiene una semejanza con el gran atractivo que ofrece como juguete en la infancia y, poco después, con la satisfacción y desenvoltura que muestran las criaturas en su iniciático y ágil movimiento mecánico andante. Una felicidad rodante.

Finalmente, la Asamblea General de la ONU en su 82ª Sesión plenaria y con la resolución 72/272, de 12 de abril de 2018, declaró que se celebre, cada 3 de junio, el Día Mundial de la Bicicleta.