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«El asalto fue un infierno, pero luego fueron amables y cuidaron de nuestras necesidades»

Una de las dos mujeres de avanzada edad liberada la noche del lunes por Hamas ha descrito que, tras el «infierno» de los primeros momentos, la han tratado «bien» y ha visto cubiertas sus necesidades, también médicas. Tampoco ha escatimado en críticas a Netanyahu: «El Gobierno nos ha abandonado».

Yocheved Lifshitz, de 85 años, fue liberada por Hamas la noche del lunes junto a Nurit Cooper.
Yocheved Lifshitz, de 85 años, fue liberada por Hamas la noche del lunes junto a Nurit Cooper. (Erik MARMOR | AFP)

Apenas unas horas después de haber finalizado su cautiverio, Yocheved Lifschitz, una de las dos mujeres liberadas por Hamas la noche del lunes ha atendido a los medios de comunicación en el hospital de Tel Aviv para dar cuenta de lo vivido desde el pasado 7 de octubre, cuando fue secuestrada. Su relato, lúcido y detallado, no obvia el sufrimiento derivado de lo ocurrido, pero tampoco deja en buen lugar al Ejecutivo de Benjamin Netanyahu y la maquinaria israelí de propaganda.

Lisfhitz, de 85 años, ha destacado que «sufrió un infierno» durante el asalto del 7 de octubre, en el que milicianos del brazo armado de Hamas, las Brigadas de Ezzedin Al-Qassam, irrumpieron en el kibbutz Nir Oz, cercano a la valla de separación que delimita Gaza.

«Las masas arrasaron nuestras casas. Golpearon a la gente y secuestraron a algunos. No distinguieron entre jóvenes y ancianos, fue muy doloroso», ha lamentado.

Ha explicado que fue trasladada en una motocicleta «con las piernas a un lado y la cabeza al otro» mientras era golpeada. Asimismo, le quitaron el reloj y otras joyas antes de obligarla a atravesar una zona de campos hasta llegar a la red de túneles del enclave, que ha descrito como «una tela de araña».

«Nos trataron bien»

Sin embargo, ha contado que, una vez llegaron a los túneles de Gaza, todo cambió. Los combatientes de Hamas les comentaron que «eran creyentes en el Corán y no les harían daño».

«Nos dijeron que viviríamos en las mismas condiciones que ellos en los túneles», ha señalado,

«Nos trataron bien» durante el cautiverio, ha afirmado Lifshitz, que ha explicado que un médico visitaba a los rehenes cada dos o tres días y les daban los medicamentos necesarios.

«Fueron amables con nosotros y cuidaron de nuestras necesidades», ha respondido al ser consultada sobre por qué le dio la mano a un combatiente al ser liberada.

Ha descrito a sus captores como «muy amigables» y personas «muy corteses» que se habían organizado anticipadamente para tomar los rehenes.

«Parecían estar listos para esto, lo prepararon mucho tiempo, tenían todo lo que hombres y mujeres necesitan, incluso champú», ha indicado a periodistas.

«Comíamos lo mismo que ellos, pita con queso crema, queso derretido, pepinos. Esa era la comida para todo el día», ha comentado.

«El Gobierno nos ha abandonado»

También se ha mostrado muy crítica con el Gobierno de Benjamin Netanyahu, a quien acusa de haberlos «abandonado». En ese sentido, ha destacado que la valla de Gaza, que «costó 2.500 millones de dólares construir y que no ayudó en nada».

En las semanas previas al 7 de octubre, milicianos gazatíes se acercaron a la valla, «enviaron globos incendiarios para incendiar nuestros campos» y «el Ejército, de una forma u otra, no lo tomó en serio», se ha lamentado Lifshitz. Esto «nos hizo mucho daño», ha afirmado, antes de sentenciar: «El Gobierno nos ha abandonado».

Lifshitz fue liberada la noche del lunes junto a Nurit Cooper, de 79 años y residente en el mismo kibbutz, tras la mediación de Egipto y Qatar y con la colaboración del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). Tres días antes habían sido liberadas tres cautivas de nacionalidad estadounidense.

El marido de Lifshitz, también octogenario, permanece todavía en manos de milicianos palestinos.

«Ocupación y guerra perpetua»

En la comparecencia en Tel Aviv ha estado también la hija de Lifshitz, Sharone, quien ha indicado que su madre «parece estar bien» y que «quiere dar información» sobre la situación de otros rehenes.

Lifshitz, en medio de un enjambre de cámaras. (Erik MARMOR | AFP)

«Está muy lúcida y quiere compartir la información, hablar con las familias de otros rehenes con los que estaba», ha manifestado en declaraciones concedidas a la emisora británica BBC Radio 4.

«Ver a mi madre de nuevo es algo increíble», ha manifestado, antes de mencionar el vídeo sobre la liberación de Lifschitz, en el que se puede ver cómo vuelve y da la mano brevemente a un miliciano. «La forma en la que salió y luego volvió para dar las gracias fue bastante increíble. Es muy suyo», ha destacado, antes de recordar que «aún hay 200 personas allí y no hay que dejarse llevar por la alegría personal, sino trabajar para la liberación de todos».

Así, ha recalcado que la liberación de su madre «es un pequeño rayo de luz, pero hay una enorme oscuridad y la guerra sigue en marcha». «Hay atrocidades que no hemos empezado a procesar. No sé si mi madre sabe sobre la casa y que todo ha desaparecido», ha destacado Lifschitz.

En este sentido, ha reconocido que la familia aún no tiene información sobre su padre, que «estaba muy implicado en asuntos políticos en el kibbutz», así como «en los derechos de los palestinos y trabajar hacia la paz con los vecinos».

Lifschitz ha detallado que su padre era de la opinión de que «es necesario encontrar una forma de vivir juntos». «Sentía que era muy fácil encontrarla y estaba muy decepcionado y luchaba firmemente contra la idea de la ocupación y la guerra perpetua».

«Espero que esté allí, que se le esté cuidando y que tenga la oportunidad de hablar. Habla bien el árabe y puede comunicarse muy bien con la gente allí. Conoce a mucha gente en Gaza, así que quiero pensar que estará bien», ha zanjado.