Iñaki  Iriondo
Cronista político

Una campaña novedosa donde cada partido tiene sus propios fantasmas

Arranca una campaña inédita, con los principales candidatos a lehendakari prácticamente desconocidos hasta hace unos pocos meses y con la posibilidad de que no solo el PNV acabe por no ganar, sino que lo haga EH Bildu, que en los pasado comicios quedó a diez escaños y cien mil votos

(Endika PORTILLO | FOKU)

Arrancó a las 00.00 de hoy la campaña electoral. Hace años que ya no hay pegada de carteles con cola y escoba. Se ha sustituido por actos vespertinos pensados para ser emitidos en los noticiarios y programas especiales de televisión. La diferencia con la precampaña es que ahora ya pueden pedir el voto y, lo que es más importante, que el reparto de tiempos en los medios públicos está reglamentado.

En NAIZ tienen toda la información de los mítines de inicio de esta campaña atípica, con los principales candidatos a lehendakari recién estrenados y con la posibilidad no solo de que no gane el PNV, sino que lo haga EH Bildu, que hace cuatro años se quedó a diez escaños de los jeltzales.

En este contexto, cada partido se enfrentará durante las próximas dos semanas a uno o varios fantasmas que le acechan o marcarán su campaña.

EL PNV, FRENTE A LA REIVINDICACIÓN DE SU GESTIÓN

El PNV está basando su campaña en extender el temor a que pueda gobernar EH Bildu, y para ello asegura que «el único contraste que tenemos son los cuatro años de experiencia de gobierno en la Diputación de Gipuzkoa que fueron autoritarismo, imposición, y falta de diálogo con los partidos y sectores sociales». Se trata de un ejemplo llamativo, puesto que ya lo utilizaron el pasado 28 de mayo, en las elecciones forales, y el resultado fue que el PNV, que en 2019 tenía el 35,91% del voto y 20 escaños, bajó al 32,64% y 17 escaños, mientras que EH Bildu subió del 31,90% y 17 escaños, al 37,32% y 22 representantes en Juntas Generales. No parece que las guipuzcoanas y guipuzcoanos tengan una mala imagen de EH Bildu. De hecho, solo el apoyo del PP posibilitó que PNV y PSE sigan gobernando en la Diputación.

En la presentación de su programa electoral, el candidato a lehendakari jeltzale, Imanol Pradales, insistió en que «nos jugamos avanzar o retroceder en bienestar y calidad de vida. Hemos de decidir entre experiencia y gestión, o experimentos, ocurrencias e incertidumbre. En suma, elegir entre un futuro mejor o peor para Euskadi».

Fiarlo todo a la imagen de «buen gestor» es también un ejerció arriesgado, cuando hay una impresión generalizada, que recogen las encuestas, de que aunque la situación en líneas generales no es desastrosa e incluso puede ser mejor que la de otros puntos del Estado, pero los servicios públicos, y en especial Osakidetza, han empeorado en estos años.

Así se puede comprobar no solo en el estudio de Aztiker publicado ayer por este diario, sino también en otros muchos. Es más, las críticas a la gestión del PNV no solo han partido de los grupos de la oposición, sino que también Eneko Andueza, socio de Gobierno, ironizó sobre las prácticas de los jeltzales en las consejerías de Salud, Seguridad y Educación diciendo que «me encantaría ensalzarlas, pero no lo puedo hacer».

Por otro lado, no se puede olvidar que el PNV llega a estas elecciones después de que Sabin Etxea decidiera sacrificar en contra de su voluntad a Iñigo Urkullu, que parecía el principal activo del partido, y que el que estaba llamado a ser su sustituto, Imanol Pradales, confesó públicamente que se enteró del cambio de ficha cuando la bomba ya había estallado con una filtración a “El Correo” y que tuvo apenas una noche para pensárselo.

La imagen que ofreció el EBB para ejecutar una decisión de semejante trascendencia de futuro está lejos de la de un partido que pretenda vender la buena gestión como imagen de marca electoral.

EH BILDU SE ENFRENTA A SUS ALTAS EXPECTATIVAS

EH Bildu tiene en estos momentos 21 escaños, por lo que una subida a los 25 o 26 debería ser entendida como un enorme éxito. Pero esto era así hasta el inicio de febrero, cuando empezaron a publicarse las primeras encuestas que esbozaban un empate con el PNV.

Pello Otxandiano y su equipo deberán gestionar estas enormes expectativas con cuidado y habilidad, no sea que lo que pueda ser un triunfo objetivo se convierta en una decepción emocional. Es preciso recordar que EH Bildu tiene en el actual Parlamento diez escaños y 100.000 votos menos que el PNV.

Por el momento, EH Bildu está optando por alimentar la ilusión que las encuestas, los resultados de las elecciones de 2023 y la amplia movilización del Aberri Eguna demuestran que está creciendo en su electorado. En el arranque de campaña de ayer, su coordinador general, Arnaldo Otegi, afirmó que «todos queríamos llegar a este momento y ahora toca empujarlo. Estas elecciones son importantes, porque cada día somos más en EH Bildu y seguiremos sumando también en estos comicios». El candidato Otxandiano, por su parte, dijo que «hoy, aquí, podemos decir que el necesario cambio político es posible. Es posible, y es ahora. Y lo haremos como siempre, juntos, ofreciendo un nuevo impulso, el necesario impulso. Con una sonrisa y concitando más compromisos por la marea del cambio que viene con fuerza».

Por cierto, tanto PNV como EH Bildu optaron ayer por abrir campaña en Gasteiz, porque Araba se presenta como un territorio decisivo.

EL PSE ES VISTO COMO EL INEVITABLE ACOMPAÑANTE DEL PNV

El PSE fue el más madrugador a la hora de elegir a su candidato a lehendakari, en unas primarias en las que Eneko Andueza no tuvo rival. Y hubo un momento en el que cayó en la tentación de aprovechar la victoria en la CAV de Pedro Sánchez el 23 de julio, para intentar hacer creer que él mismo podía ganar el 21 de abril.

Parece haber corregido esa idea, y el lema de campaña del PSE es «vota al que decide», por lo que se sitúa ya en un papel más secundario. Aunque tampoco está claro qué decisión está en juego, cuando ya ha dicho y repetido que con EH Bildu no va a gobernar. Todo el mundo da por hecho que volverá a ser el socio menor del PNV y, de hecho, su aspiración confesada es que «solo con un Partido Socialista fuerte, las políticas progresistas estarán garantizadas en el futuro Gobierno Vasco».

LA IZQUIERDA CONFEDERAL MIRA DE CARA A SU DESAPARICIÓN

El espacio político que en 2015 y 2016 ganó las elecciones a Cortes en la CAV y que en las siguientes autonómicas logró 11 escaños, puede quedar fuera del Parlamento, dilapidando así todo su activo político por egoísmos partidistas.

EL PP INTENTARÁ SUPERAR SU ACTUAL INSIGNIFICANCIA

y para ello también ha renovado buena parte de su lista, aunque no parece que vaya a tener grandes efectos en su resultado.

Su candidato, Javier De Andrés, ha optado por intentar vender que el PNV es prácticamente un partido bolchevique ligado a Sánchez, Otegi e Irene Montero, para tratar de recuperar al votante derechista refugiado en la papeleta jeltzale.

Su sueño es que PNV y PSE no alcancen la mayoría absoluta y que pueda ser influyente, no en la elección del lehendakari -el sistema lo hace innecesario-, pero sí en futuras leyes y decisiones. Aunque cualquier entrada de Sumar o Podemos en la Cámara puede frustrar también esta opción.