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La huida masiva de Rafah recuerda que la Nakba nunca terminó

La huida de medio millón de personas en diez días de Rafah, desplazadas sin cesar en los últimos siete meses entre ruinas y bombas, recordó, en el aniversario de la Nakba, que la «catástrofe» palestina ha continuado durante 76 años, pero ahora sin refugio posible y más cerca del exterminio.

Palestinas cargan con sus pertenencias tras un bombardeo israelí en el barrio Zeitun, en la ciudad de Gaza.
Palestinas cargan con sus pertenencias tras un bombardeo israelí en el barrio Zeitun, en la ciudad de Gaza. (AFP)

La huida de medio millón de personas de la ciudad de Rafah, bombardeada por Israel y amenazada con una gran ofensiva, después de que más de un millón de personas se refugiaran en ella escapando de la destrucción en el resto de la Franja de Gaza, es la más clara constatación de que la Nakba nunca terminó en Palestina. La «catástrofe», el éxodo forzado de 760.000 personas por la creación de Israel en 1948, cuyo aniversario fue recordado ayer, en realidad ha sido permanente durante 76 años.

La mayor parte de los habitantes de Gaza descienden de los refugiados en 1948, expulsados por los grupos armados sionistas. Otros huyeron a países vecinos o a Cisjordania. Hoy son seis millones de palestinos fuera de sus hogares, ahora ocupados por judíos de origen europeo o americano.

Ahora, la población de Gaza, desplazada varias veces desde el inicio de la ofensiva, vuelve a las carreteras intentando encontrar refugio.

A diferencia de aquella Nakba, ahora no tienen dónde huir e Israel va más allá del desplazamiento forzado.

El historiador israelí de la Universidad de Exeter y autor de “La limpieza étnica de Palestina” Illian Pappe cree que algunos aspectos de lo que ocurre ahora «son aún peores» que en 1948.

No solo por la mayor cantidad de personas muertas, sino porque entonces se utilizaron las masacres para persuadir a la gente a que se fuera y ahora observa «un impulso genocida, es decir, matar gente para reducir el número de personas que viven en Gaza». En declaraciones a Al-Jazeera, indicó que Israel ha pasado de la limpieza étnica al genocidio como el método principal para apoderarse de la mayor cantidad posible de Palestina con el menor número posible de palestinos.

Además, subraya otra diferencia: el negacionismo occidental, «mucho más indigno y siniestro». A su juicio, la colaboración de los aliados de Israel es aún peor que en 1948, porque ahora «es imposible decir que la gente no puede saber lo que sucede cuando aparece en nuestras pantallas».

Con unos 45.000 muertos –35.233 registrados oficialmente–, en algo más de siete meses, EEUU sigue sosteniendo que no ve indicios de genocidio y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, alentó este negacionismo frente a las evidencias al afirmar que «la catástrofe humanitaria no ha ocurrido ni ocurrirá».

Mientras organismos internacionales insisten en que la catástrofe va más allá de lo imaginable, Netanyahu sigue adelante con la ofensiva en Rafah, donde, después de diez días desde su irrupción, las tropas israelíes concentran sus ataques en la parte oriental, que empieza a sufrir una destrucción generalizada.

Pero ya han alcanzado también la parte occidental de una ciudad en la que llegaron a hacinarse más de 1,4 millones de palestinos.

También siguen adelante intensos bombardeos en Yabalia y la ciudad de Gaza, zonas que ya fueron duramente golpeadas en los primeros días de la ofensiva sionista.

En 24 horas Israel sumó al menos 60 muertos y 80 heridos más, en bombardeos sobre una clínica en el barrio de Al-Sabra, en ciudad de Gaza; viviendas en Yabalia, y el campamento de refugiados de Bureij, entre otros objetivos. En Cisjordania, miles de palestinos marcharon en Ramalah, Nablus y Hebrón para conmemorar la Nakba, y los militares mataron a un joven de 20 años de un disparo en el cuello en  Al-Bireh, cerca de Ramallah.

Pese a todo, y por encima de declaraciones, Israel mantiene el apoyo occidental. EEUU comunicó ayer que entregará armas a Israel por un valor de unos mil millones de dólares (700 millones en municiones para tanques, 500 millones en vehículos tácticos y 60 millones en proyectiles de mortero), y son adicionales a los 28.000 millones de dólares aprobados por el Congreso hace unas semanas

La pausa, que no anulación, en el envío de unas 3.500 bombas anunciada por el Gobierno estadounidense fue criticada por los republicanos, que planean replicar con un proyecto de ley que ordena la entrega de armamento ofensivo a Israel. A la vez, la ayuda militar ahonda en la división del Partido Demócrata en plena campaña electoral.

La Unión Europea, por su parte, instó a Israel a «cesar inmediatamente» su operación en Rafah, de lo contrario «tensaría» su relación con Bruselas, aunque en siete meses de masacres no ha llevado a cabo ningún acto de presión.

Netanyahu replica a su ministro de Defensa

La falta de plan para Gaza más allá del exterminio aviva algunas discrepancias en el Ejecutivo israelí. El ministro de Defensa, Yoav Gallant, pidió públicamente a Netanyahu que busque una alternativa palestina a Hamas  para gobernar en la Franja que no involucre al Ejército israelí. «No aceptaré el establecimiento de un Gobierno militar israelí en Gaza», enfatizó Gallant, advirtiendo del esfuerzo militar que supondría.

Netanyahu no tardó en responder al responsable de Defensa, dejando claro que no se plantea nada más allá de la destrucción. En un mensaje en vídeo afirmó que «mientras Hamas permanezca, ningún otro actor gobernará Gaza, desde luego no la Autoridad Palestina».

 



Colonos
Un grupo de colonos volvió a bloquear y vandalizar arrojando la carga de un convoy humanitario jordano que transportaba ayuda a Gaza, donde no ha entrado nada en diez días. Es el sexto incidente de este tipo que se produce esta semana.