Vecunia, ¿un poblado romanizado en el corazón de Bilbo?

‘Vecunienses hoc munierunt’. Esta desaparecida epígrafe romana en un paso entre Loiu y Gatika ha llevado a los historiadores, apoyados en la toponimia y la experiencia, a sospechar que bajo la Basílica de Begoña se encuentra un poblado romanizado. Una excavación arqueológica tratará de confirmarlo.

Bajo la Basílica de Begoña podría hallarse una civitas romana y un poblado prerromano.
Bajo la Basílica de Begoña podría hallarse una civitas romana y un poblado prerromano. (Oskar MATXIN EDESA | FOKU)

Hace unas semanas, la Diputación de Bizkaia anunció un proyecto arqueológico muy ambicioso con la Basílica de Begoña como epicentro. «Se abre una ventana al pasado, una oportunidad única para conocer la identidad de los vizcainos y vizcainas», afirmaba la diputada general, Elixabete Etxanobe. Literalmente, es el suelo del emblemático templo vizcaino lo que se abrirá en busca, primero, de vestigios de la Edad Media y, más abajo, de una ciudad romanizada que se identifica con el nombre Vecunia.

La investigación comenzará en las próximas semanas con una prospección geofísica, y unos meses más tarde se iniciará la excavación, que se desarrollará en cuatro fases. Todavía hay que esperar, pero el jefe del Servicio de Patrimonio de la Diputación Foral de Bizkaia, Alberto Santana, ha atendido a NAIZ para explicarnos que es exactamente lo que se busca y quiénes podrían ser los vecunienses.

Una obra de ingeniería romana

Todo procede de un hallazgo singular, poco conocido hasta ahora para los bilbainos, pero al cual llevan dándole vueltas algunos historiadores desde hace años sin llevarse a cabo una investigación en profundidad. En un escrito del siglo XVII, el jesuita vallisoletano Gabriel Henao citaba que en una peña del camino de Lauroeta (Loiu) había una inscripción en letras capitales romanas que decía ‘Vecunienses hoc munierunt’ y significa ‘Esta obra la construyeron los Vecunienses’.

«En el Señorío de Vizcaya, en el camino de Bilbao a Gatica, en el distrito de Axpolueta, al pie de una gran peña, por la parte que cae al camino, hay unas letras de antigüedad romana, y la gente de la tierra piensa encierrase en ellas algún alto secreto» (sic), comenta el religioso. Añade que la inscripción hacía referencia a un camino «abierto a pico» entre dos peñas y cercano a un «apresurado arroyuelo».

Presentación del proyecto Vecunia/Begoña. (Aritz LOIOLA | FOKU)

Fue el recientemente fallecido arqueólogo foral Mikel Unzueta quien en 2003 recogió en un estudio estas apreciaciones. Indagó más y no fue la única mención que encontró. Añade otras como la realizada en el último cuarto del siglo XVIII por J. R. de Iturriza; otra de 1802 por el ‘Diccionario Histórico de la Real Academia de la Historia’; y otra de 1832 por J. A. Ceán-Bermúdez que, a grandes rasgos, repiten lo dicho por Henao.

«Es una obra característicamente romana, que se ve en otros lugares de Europa y que consiste en un desmonte»

Lo cierto es que esa inscripción ya se ha perdido. Probablemente se destruyó a mediados del siglo XX cuando se hicieron unas obras para ampliar y mejorar el paso con una carretera moderna. Sin embargo, los expertos no dudan de que existiese y de que se trataba de un epígrafe dedicatorio de la inauguración de una obra pública de época romana, de entre los siglos I-II.

«Es un paso clave que une las dos cuencas fluviales de la parte occidental de Bizkaia, la de Ibaizabal-Nervión a través del Asua y la del Butrón. Pero hay que crearlo porque está limitado por una gran peña. Y eso fue lo que hicieron los vecunienses por mandato romano. Es una obra característicamente romana para abordar estos problemas, que se ve en otros lugares de Europa y que consiste en un desmonte», detalla Alberto Santana sobre el camino por el que hoy en día se puede pasar en coche.

Una civitas romana

El epígrafe menciona un gentilicio: vecunienses. Y esa es la clave de toda la investigación. ¿Quiénes eran los vecunienses? ¿Dónde vivían? ¿Qué relación tenían con Roma? ¿Desde cuándo estuvieron en Bizkaia? Estas son las preguntas que se quieren contestar ahora. Y aunque Unzueta mencionaba otras posibles ubicaciones para ese lugar llamado Vecunia, el actual barrio bilbaino de Begoña es, dada la similitud del topónimo, el que más aceptación gana.

Incluso el propio Henao realizó esta hipótesis en el siglo XVII: «No es fácil acertar, qué gente sea esta. Si de la igualdad de nombres hemos de valernos, serían los de Begoña, nombre de la treinta y seis Anteiglesia de Vizcaya con título de Santa María, porque aunque ahora el término de esta Anteiglesia, vecina a la villa de Bilbao, está muy distante del de Axpolueta oí a algunos que se extendía antiguamente aún hasta Zondica. Si esta nuestra conjetura fuese admitida, se califica la antigüedad de los begoñeses aun en tiempo de los Romanos, cuyos caracteres son los de la peña».

Alberto Santana durante la entrevista sobre la búsqueda de Vecunia en Begoña. (Jaizki FONTANEDA | FOKU)

Los expertos de la actualidad también coinciden en esta evidencia toponímica. Sin embargo, y como pasa en otros lugares, el topónimo puede haberse movido y que la Vecunia romana no esté exactamente en el emplazamiento que hoy llamamos Begoña. Pero Santana asegura que hay buenas razones que invitan a pensar que sí. «La topografía y orografía de Begoña es similar a la de otros asentamientos con vestigios romanos que hemos descubierto en las últimas décadas, como San Martín de Finaga en Basauri o San Pedro de Abrisketa en Arrigorriaga. Están en un rellano a media ladera, relativamente cerca del fondo de una cuenca. Otra de las razones es la tradición de ocupación de este emplazamiento a lo largo de la historia (al menos desde hace mil años) y su importancia», explica.

Por ello, con estas excavaciones, esperan encontrar bajo la actual Basílica de Begoña restos de un asentamiento romanizado con una cierta relevancia. «Es una población romanizada que hace dedicatorias de obras públicas. Si, tal y como esperamos, su centro neurálgico estuviese en la actual Begoña, y está haciendo obras públicas de Loiu hacia Gatika, quiere decir que domina un territorio comarcal importante», destaca Santana. Por tanto, sería lo que se conoce como una civitas romana, un concepto integral en la organización social, política y administrativa del Imperio Romano que se refiere a una comunidad o entidad política que poseía ciertos derechos y privilegios otorgados por Roma.

«Esperamos encontrar un mínimo urbanismo. Una ordenación en calles, algún espacio con edificios públicos y otro espacio con edificios privados como podrían ser viviendas», concreta Santana confiando en que, con suerte, se podrá llegar a hallar algún tipo de templo religioso o incluso objetos de la vida cotidiana.

¿Un castro prerromano?

Pero la excavación no se detendrá en la búsqueda de esa civitas romana, sino que continuará una capa más abajo, buscando algún vestigio de una época anterior. Hay indicios para ello. Y es que aunque para los siglos I y II queda evidenciado que los vecunienses eran una comunidad romanizada, los expertos señalan que Vecunia no es una palabra latina. «Por lo que resulta razonable suponer que eran un pueblo indígena que fue romanizado y que debajo de su ciudad de Vecunia de época romana es posible que se encuentre el castro o poblado indígena amurallado de la Segunda Edad del Hierro, en el que residían antes de la llegada de los romanos y al que ya llamaban Vecunia», concreta la Diputación en su informe.

«Este tipo de emplazamientos en época romana suelen ser la pervivencia de asentamientos anteriores»

Además, Santana añade que no sería común que una población romana de nueva fundación se instalase a media ladera. «Este tipo de emplazamientos en época romana suelen ser la pervivencia de asentamientos anteriores. Si hubiese sido una fundación ex novo los romanos la hubiesen fundado en el entorno que hoy es el Casco Viejo o Bilbao La Vieja», explica. Sobre a qué pueblo prerromano podrían pertenecer estos habitantes también se cierne un manto de dudas.

Sobre todo porque no están demasiado claros los límites de esos pueblos que nombraron los romanos (vascones, várdulos, autrigones, caristios…). «Si atendemos a las fuentes más fiables, como Plinio el Viejo, entre el Ibaizabal-Nervión y el Bidasoa estarían los várdulos, así que Vecunia podría ser una de las ciudades várdulas. Pero, aun así, no sabemos si esta es una geografía preexistente o se la inventan los propios romanos por razones administrativas, para gestionar mejor el territorio a su manera», señala Santana.

Además, la filiación de esta población será muy difícil saberla con esta excavación en Begoña, porque estos pueblos prerromanos, a nivel arqueológico, no están bien identificados. «Puede que esta investigación nos ayude en esa dirección», añade.

Mapa en el que se localizan la civitas Vecunia y el Castro de Malmasín. (BIZKAIKO ARKEOLOGI MUSEOA)

Hay que recordar que en el entorno de Bilbo ya se tiene constancia de otros castros. Muy cercano al hipotético castro de Begoña/Vecunia, está el de Malmasín (entre Bilbo, Basauri y Arrigorriaga) y unos 10 kilómetros más al norte, cerca de donde se encontró la inscripción romana sobre los vecunienes, está el de Berreaga (entre Zamudio, Mungia y Gamiz-Fika), donde se encontró una gran colección de estelas funerarias expuestas hoy en día en el Bizkaiko Arkeologia Museoa de Bilbo.

«Ojalá nos muestre luz sobre etapas históricas profundas»

Aunque, tal y como indica Santana, la excavación estaría justificada en sí misma solo por hallar las distintas fases de Begoña como templo cristiano durante la Edad Media (algo de lo que ya se tiene constancia). De hecho, también se espera que esta excavación aporte algo de luz sobre la poco conocida tardoantigüedad en Euskal Herria y la Alta Edad Media, pero esto daría para otro reportaje. Sin duda, es la búsqueda de esa Vecunia romana y prerromana lo que más expectación acapara.

«Es una investigación movida por el afán del conocimiento. Estamos yendo a validar una hipótesis bien expuesta y razonada. Si no sale nos quedaremos un poco frustrados, pero el proyecto merece la pena. Ojalá nos pueda mostrar algo de luz sobre etapas históricas profundas. Nos va a obligar a recomponer el discurso histórico sobre nosotros. Y hay que hacerlo sin prejuicios y dejándonos llevar por lo que el propio yacimiento nos ofrezca», concluye Santana.