Ainara Lertxundi
GARAren edizio taldeko kidea / Miembro del equipo de edición de GARA

De Gaza a Bilbo, el testimonio de una evacuación médica

Seham Qaddoura llegó en julio a Bilbo acompañando a un niño herido de gravedad en un bombardeo y que en un primer momento fue evacuado a Egipto. Su marido y sus siete hijos siguen en Gaza. En entrevista con NAIZ relata su periplo. Solo pide la reagrupación familiar, para ella y el niño.

Seham Qaddoura, quien fue evacuada de Gaza a Egipto el 9 de marzo de 2024, en la sede de CEAR en Euskadi, en Bilbo.
Seham Qaddoura, quien fue evacuada de Gaza a Egipto el 9 de marzo de 2024, en la sede de CEAR en Euskadi, en Bilbo. (Oskar MATXIN EDESA | FOKU)

La gazatí Seham Qaddoura llegó a Bilbo procedente de El Cairo el 25 de julio de 2024 junto al niño J.R.J.O., a cuya madre impidieron viajar con él. En el grupo evacuado desde Egipto viajaban otros ocho menores de edades comprendidas entre 2 y 14 años, y la madre de uno de ellos. Fueron derivados a los hospitales universitarios de Cruces, en Barakaldo, y Donostia con patologías de diversa índole: lesiones traumatológicas, quemaduras, problemas neurológicos, oftalmológicos y cardíacos.

Qaddoura accede a compartir su testimonio con NAIZ en las oficinas de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) en el barrio de Errekalde de Bilbo, donde recibe apoyo psicológico, asistencia jurídica y aprendizaje del idioma.

Su mirada, sus gestos, sus silencios transmiten el desarraigo, el temor, el dolor, la angustia... por un genocidio transmitido en tiempo real. Sobre la mesa, un teléfono móvil. Al otro lado de la línea, la intérprete que hará de puente.

«Mi nombre es Seham, tengo siete hijos, cuatro varones y tres mujeres, 13 nietos, y cinco hermanos y hermanas. Somos una familia extensa. Antes del 7 de octubre tenía una vida normal, estable, como la de cualquier otra familia de Gaza, pese al bloqueo israelí. Vivía con mi marido y mis hijos en Khan Younis», se presenta.

Hasta el 9 de marzo de 2024, fecha en la que fue evacuada de Gaza acompañando al menor J.R.J.O., Seham vivió en primera persona el desplazamiento forzado, el terror de los bombardeos, el olor a muerte.

Su voz se quiebra mientras asoman las lágrimas al recordar el momento en que tuvieron que desplazarse. «23 personas de mi familia nos tuvimos que ir del barrio en que vivíamos a Al-Mawasi. Eso fue en enero de 2024. Fue muy duro, muy duro. Estábamos en tiendas de campaña. No había ningún tipo de intimidad, ni baños ni nada. Allí estaba con mi marido, mis hijos, los hermanos de mi marido con sus familias –cuenta–. Varias personas de mi familia murieron en un ataque contra las tiendas de campaña en las que nos refugiábamos».

La conversación se detiene unos minutos, pero las miradas siguen hablando.

Pese a haber sido designada por Israel como «zona humanitaria», el área de Al-Mawasi, que según la descripción de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) comprende un área de aproximadamente 41 kilómetros cuadrados sin infraestructura y servicios básicos, ha sido regularmente atacada por el Ejército hasta el día de hoy.

Como el 10 de septiembre de 2024, cuando al menos 20 tiendas de campaña se incendiaron tras el impacto de cuatro misiles. El 13 de julio de ese año, un centenar de personas murieron y 300 resultaron heridas. Solo dos meses antes, en mayo, 21 gazatíes perdieron la vida. 

J.R.J.O. resultó herido de gravedad en un bombardeo contra una escuela de la Unrwa en Khan Younis en el que fallecieron 26 niños, entre ellos una hermana. A las dos semanas de hospitalización, le llegó el permiso de evacuación a Egipto para seguir con su recuperación.

El traslado a Egipto

«Su madre llegó desplazada desde el norte de Gaza a Khan Younis. Cuando nosotros nos tuvimos que ir a Al-Mawasi, ella y sus seis hijos buscaron refugio en una escuela de la Unrwa. Varias personas de su familia murieron en un ataque, entre ellas su hija de 5 años, y el niño sufrió heridas graves. Mi hijo me preguntó si podía ir con él a Egipto porque yo tenía el pasaporte en vigor. La petición me impactó. No sabía qué hacer. Lo consulté con mi marido, quien me dijo: ‘Ve con el niño a Egipto’. En solo media hora me fui. Dejé a mi marido e hijos; no sé cómo los dejé entre la muerte. Pensé que mi salida de Gaza sería temporal, que podría regresar en pocas semanas. No me imaginé que Israel cerraría el paso fronterizo de Rafah y que me quedaría cuatro meses en Egipto, a donde llegamos el 9 de marzo», recuerda.

«Estuvo dos semanas hospitalizado. Después nos llevaron a unos alojamientos para palestinos. Cuando nos comunicaron que teníamos la posibilidad de viajar a España, lo consulté con mi hermana y mi primo, que vive en Alemania. Me dijeron que era una oportunidad para que el niño recibiera tratamiento médico –asegura–. También lo consulté con su madre y mi marido. Me dijeron que los accesos a Gaza estaban totalmente cerrados y que mejor que quedarse en Egipto era ir a España. Doce familias salimos hacia Madrid el 24 de julio. Allí nos repartieron, algunas a Barcelona, otras a San Sebastián y yo vine a Errekalde».

La coordinación del viaje estuvo a cargo de la ONG Accem dentro del Proyecto de atención psicosocial a familias con hijos e hijas con necesidad de asistencia sanitaria urgente procedentes de Gaza.

«El niño tenía tres años cuando salimos hace ya un año y dos meses de Gaza, y dentro de poco va a cumplir cuatro años», añade. Fragmentos del artefacto explosivo quedaron incrustados en su cerebro, lo que le impedía hablar y andar.

Mientras muestra en el móvil una fotografía del pequeño, comenta que «ahora es capaz de caminar y, afortunadamente, parece que las esquirlas se han estabilizado y que no será necesario que lo operen. Menos mal, porque se trata de una intervención quirúrgica muy complicada. Gracias a dios va mejorando y recuperando el habla, aunque por ahora solo dice papá y mamá».

Con ellos habla «cada diez días por videollamada a Gaza, pero entrecortada por los problemas de conexión y los cortes de electricidad. El niño es muy pequeño. Yo le cuido, le baño, me ocupo de él. Intento pasar momentos divertidos con él pero, claro, es difícil porque yo ya soy una mujer mayor, tengo 58 años. Mi hija menor es de 2005, con lo cual hace tiempo que ya no es una niña. Que Dios nos ayude en esta etapa en la que estamos tan lejos él y yo de nuestras familias respectivas», resalta.

«Mis hijos no tienen qué comer, ¿cómo voy a hacer yo tres comidas aquí? He perdido 25 kilos en este tipo de guerra»

Petición de reagrupación familiar

El pasado 13 de enero resolvieron favorablemente la petición de protección internacional que presentó tanto para ella como para el menor. Asimismo, ha solicitado la reagrupación familiar para ambos, gestión que está a cargo de CEAR en Euskadi, que también les está brindando apoyo psicológico, legal y lingüístico, así como en materia de vivienda.

«La acogida ha sido muy buena, nos hemos encontrado con un contexto a nivel humano bueno y acogedor. Nos cuidan, se preocupan por nosotros. Estamos muy agradecidos», subraya.

Su voz se vuelve a quebrar ante la pregunta de cómo están su maridos e hijos y cómo es la comunicación que ellos.

«¡Qué te voy a decir! La situación en Gaza es muy, muy difícil. Como las bombas seguían cayendo sobre Al-Mawasi, en septiembre, mi marido y mis hijos decidieron regresar a nuestra casa pese a que está en muy mal estado por los bombardeos. La intentaron arreglar un poco poniendo cartón en las ventanas. Mejor estar ahí, pese a esas condiciones, que en una tienda de campaña sobre la arena. Todos los días hay muertes, hablo con ellos, pero no todos los días, porque la conexión es difícil. En cualquier momento pueden morir. A esto se añade la pobreza, la falta de comida y agua. Yo vivo con mucha ansiedad, no duermo por la noche. He pedido que traigan a mi marido e hijos, por lo menos los que no están casados, dos hijas y un varón. Y, ojalá venga la madre del niño para poder cuidar de él porque es muy pequeño y la necesita a ella y a sus hermanos. ¡Qué más te puedo decir!», exclama.

Sin alimentos

En medio del genocidio que empezó el 7 de octubre de 2023, el breve alto el fuego «supuso un alivio. En ese periodo pude dormir por la noche. Ellos me llamaban contentos contándome qué habían hecho y aquello, que estaba entrando comida, agua y productos antes prohibidos, como fruta, carne, pollo. Podían comer. Ahora no tienen comida. Solo latas de conserva, algunas habas y lentejas. La harina que antes costaba lo equivalente a unos 20 euros, ahora ronda los 300 o 400 euros, si es que hay. Yo no les digo lo que yo como aquí –admite–, de hecho, solo como una vez al día. Mis hijos no tienen qué comer, ¿cómo voy a hacer yo tres comidas aquí? He perdido 25 kilos en este tipo de guerra».

«Sobre el terreno, la situación es aún peor de lo que se oye en las noticias. Cuando Israel retomó los bombardeos, fueron aún peores que antes»

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha denunciado que medio millón de gazatíes se encuentran al borde de la hambruna por el «bloqueo deliberado» de Israel a la entrada de ayuda humanitaria a Gaza, donde 57 niños han muerto a causa de la desnutrición.

«Medio millón de personas están en una situación de hambre catastrófica, de desnutrición aguda, de enfermedad y muerte», ha advertido desde Gaza el representante de la OMS, Rik Peeperkorn. Si el bloqueo persiste, unos 71.000 niños menores de cinco años sufrirán desnutrición aguda en los próximos once meses.

«Ya sabemos que los daños provocados por la falta de alimentos deja secuelas de por vida. Esto incluye, entre otros, problemas cognitivos. Sin alimentos ni agua potable una generación completa se verá afectada de forma permanente», subraya.

Antes de finalizar, Qaddoura quiere hacer un llamamiento. Pide al Gobierno español y a las agencias humanitarias «ayuda para traer a nuestras familias. Que tengan compasión por los que hemos salido. Mi marido está enfermo, en Gaza no hay tratamientos, medicinas, no hay nada. La infraestructura está totalmente destrozada. Sobre el terreno, la situación es aún peor de lo que se oye en las noticias. Cuando Israel retomó los bombardeos, fueron aún peores que antes. Casas, escuelas, hospitales, las tiendas de campaña… nada se libra de las bombas».

 

Gazatik Bilbora, mediku premiagatik

Seham Qaddoura joan den uztailaren 25ean iritsi zen Bilbora, hiru urteko haurtxo batekin, tratamendu medikua jasotzeko. Unrwa-ren eskola baten kontrako aire eraso batean zauri larriak pairatu zituen. Qaddoura Egiptora joan zen umearekin, pasaportea indarrean zeukalako eta amaren haurrari Gazatik irteteko baimena ukatu ziotelako. Aste gutxiko kontua izango zela pentsatu zuen, baina jada urtebete eta bi hilabete pasatu dira Gazatik alde egin zuenetik. Bi familia elkartu ahal izatea besterik ez du eskatzen.