Kazetaria / Periodista

40 años del drama en vivo y directo de Heysel, una final maldita

Fue una tragedia televisada en directo. Aquel de 29 de mayo de 1985, antes del partido entre Juventus y Liverpool en el estadio de Bruselas se desató la locura a causa de los disturbios provocados por los hooligans ingleses: 39 muertos y 600 heridos en una falta de organización sin precedentes.

Llanto y espanto en Heysel, ahora hace 40 años.
Llanto y espanto en Heysel, ahora hace 40 años. (Dominique Faget | AFP)

Recordar Heysel aún provoca escalofrios. Un nombre terrible, un lugar que ya no existe pero que se ha quedado en la memoria de todos. Ocurrió el 29 de mayo de 1985, ahora hace 40 años, en la final de la Liga de Campeones (entonces Copa de Europa) en el estadio de Bruselas entre Juventus y Liverpool. El balance: 39 muertos antes del partido, una pesadilla y una de las mayores tragedias causadas por los hooligan ingleses.

Marcó también un antes y un después en lo que respecta a la seguridad en los estadios. Y en las competiciones europeas, puesto que tras ello la UEFA decidía cancelar a los equipos británicos de las campeonatos continentales durante cinco años. El peaje humano fue sobre todo italiano.



Los hechos del Heysel

Aquella tarde maldita había empezado a cocerse realmente la noche anterior, con los disturbios provocados por los seguidores del Liverpool, muchos sin entrada para el partido. Abarrotada de ingleses, la capital belga no sabía cómo controlar tal flujo de gente sin control, y especialmente en un estadio vetusto y poco apto para competiciones deportivas de alto nivel.

Un aficionado de la Juve malherido, evacuado por otros hinchas italianos. (Dominique Faget | AFP)

El Heysel necesitaba de hecho profundas reformas. Por ejemplo, de las paredes se podían quitar ladrillos enteros que pronto se convertirían en armas. La colocación de las dos hinchadas en el estadio de Bruselas resultó nefasta: en un lado estaban los de la Juventus y en otro los del Liverpool, pero estos tenían a su derecha una especie de «punto de desahogo», un sector del Heysel llamado Z donde se ubicaron aficionados neutrales y, juntos a ellos, otros tifosi de la Juve.

Dos horas antes del partido los fans ingleses (muchos habían conseguido entrar sin billete, simplemente gracias al empuje hacia arriba de los que estaban ya dentro) se fueron justo a por aquel sector Z, rompiendo una barrera inexistente, una red que se caía a trozos. Y no lo hicieron en calma sino agrediendo a los que estaban sentados allí, que tuvieron que escaparse hacia una muerte violenta, brutal, horrorosa.

El estadio era tan vetusto que no costaba arrancar ladrillos de la pared para arrojarlos y la barrera del sector Z era una simple red que se caía a trozos

 

Cientos de personas corrieron hasta chocar con la única vía de fuga, una pared, amontonándose uno encima de otro, hasta que aquella misma pared se vino abajo, derrumbándose. Una trampa mortal. Los más desafortunados hicieron de alfombra para los que estaban encima de ellos, muriendo asfixiados, mientras la Policía a caballo, como en un desfile de la ‘Belle Epoque’, intentaba restablecer el orden.

Algunos pocos consiguieron escaparse llegando al césped, mientras que las ambulancias no podían entrar al campo. Camillas inexistentes, policías dando porrazos a ciegas sin saber realmente lo que estaba pasando... Y todo esto a escasos minutos del partido que tenía que empezar a las 20.15 y quedaba al borde de la suspensión.

El caos se estaba desatando en vivo y en directo en las pantallas de todo el mundo, con imágenes durísimas y emitidas sin filtro. Al final, 39 muertos (36 italianos) y 500 personas más o menos que acabaron heridas.

Los restos del drama en el estadio de Bruselas. (Dominique Faget | AFP)


Una victoria más que amarga

Nunca se ha sabido con claridad qué noticias y de qué forma recibieron los jugadores en el vestuario. Hay quien asegura que la mayoría de los de la Juventus (Michel Platini entre ellos) no querían seguir, algunos ya se habían duchado. Y que la decisión de disputar igualmente el partido, justificada en razones de orden público, no había agradado nada.

El caso es que los dos equipos fueron realmente obligados a jugar un encuentro en un estadio convertido en hospital, incluso en tanatorio, con los cadáveres diseminados de alguna manera en los alrededores del Heysel y sanitarios intentando lo imposible para reanimar a los afectados.

Era gente que había sacrificado uno o dos días de trabajo para ir a Bélgica, y que ahora estaba intentando encontrar con vida a algún conocido, algún pariente, perdido entre la multitud desordenada.

Gente que tuvo que escalar las gradas para ir a pedirle al comentarista de la televisión italiana, Bruno Pizzul, que avisase a Italia de que él, por lo menos, se encontraba a salvo. Pizzul hizo una crónica detallada de la situación de manera conmovedora, sin dejarse caer emocionalmente en ningún momento, mientras que en otros países se decidió no seguir con las retransmisiones o hacer un seguimiento «mudo» del partido, enseñando el listado de los muertos que se iban conociendo.

Gente que escapó del Heysel en una Bruselas donde ya había anochecido, intentando buscar un teléfono, o a alguien que pudiese ayudar, recibiendo a menudo portazos o incluso insultos, porque los italianos en Bélgica no eran especialmente bienvenidos, o simplemente por miedo.

Y a todo esto, el partido, iniciado con la lectura por parte de los dos capitanes (Scirea y Neal) de un mensaje tranquilizador a través del altavoz del Heysel. Un partido tenso, donde nadie estaba realmente pensando en lo que se estaba jugando. Hasta el penalti pitado por el árbitro suizo Daina, una falta de Gillespie sobre Boniek claramente fuera del área pero mal vista por el colegiado. Desde los 11 metros, Platini fue implacable con una celebración exagerada, visto el contexto, y justificada luego por parte del francés cómo una manera para sacar la enorme tensión acumulada.

Acabó 1-0 para la Juventus, que ganó así por primera vez la liga de campeones. Pero nadie quiso realmente festejar el acontecimiento. Aquel partido iba a ser recordado solamente por la matanza de los seguidores del equipo italiano provocada por los hooligans ingleses, como establecerían varios juicios. Y también por toda una serie de errores que crearon un efecto dominó desastroso, mostrando una falta de preparación dramática por parte las autoridades, y en un periodo complejo por la conocida actuación de los hinchas radicales sobre todo en Inglaterra.

Dos semanas antes habían muerto 56 personas en Bradford y cuatro años después ocurriría el desastre de Hillsborough, pero esta vez fue visto en todo el mundo, no solo Inglaterra

 

Dos semanas antes, en Bradford, había ocurrido algo parecido, con 56 muertos por culpa de un incendio provocado en una grada. Y cuatro años después se produciría el desastre de Hillsborough (Sheffield), con 97 muertes, todas de aficionados del Liverpool, por cierto.

Sin embargo aquello lo habían visto solamente en Inglaterra y no en el mundo entero, como ocurriría con la tragedia del Heysel, hoy reconstruido como ‘Rey Balduino’. Hasta 2005 los dos equipos no se reencontrarían, y en el encuentro de Liverpool la Kop, la histórica hinchada de los reds, enseñaría una gran pancarta en italiano: ‘Amicizia’ (‘amistad’), a modo de petición de perdón. Un gesto significativo que simbolizaba también la dureza de aquella tragedia para la historia del club inglés.