
El 3 de julio de cada año se celebra el Día Internacional Libre de Bolsas de Plástico, con el objetivo de reducir los residuos de plástico y fomentar su consumo responsable por el daño que causan al medio ambiente y a los seres vivos.
Según afirman las organizaciones ecologistas, a nivel mundial se generan más de 220 millones de toneladas de residuos plásticos, de las cuales se recicla menos del 10%. Asimismo, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en 2024 se generaron más de 220 millones de toneladas de residuos plásticos, de los cuales cerca de 70 millones fueron gestionados de forma inadecuada, por lo que terminaron en ríos, mares, suelos e incluso en la atmósfera.
Tal y como informa Greenpeace, cada persona utiliza y desecha una media de «144 bolsas de plástico de un solo uso al año», con una vida útil de apenas 12 minutos, pero que tardan más de cinco decenios en degradarse.
«Aunque en los últimos años se ha extendido el uso de otros materiales para las bolsas, como las de tela, papel reciclado, rafia, esparto o incluso las compostables y biodegradables, su uso sigue estando muy extendido», lamentan desde la organización ecologista.
Las bolsas de plástico, en uso desde los años 50 y popularizadas en los 70 del siglo XX, se clasifican según su espesor en tres tipos: muy ligeras (menos de 15 micras), usadas para productos frescos o a granel; ligeras (menos de 50 micras) y gruesas (más de 50 micras), reutilizables y con un coste superior a las ligeras.
La inacción política y la complacencia con la industria del plástico «han agravado un problema de contaminación mundial que requiere soluciones de raíz y una regulación mucho más estricta», ha advertido Greenpeace.
Alternativa a la venta a granel
En este sentido, Greenpeace ha presentado objeciones al proyecto de orden ministerial que determina qué frutas y hortalizas no están obligadas a venderse a granel cuando se comercialicen frescas y enteras en lotes de menos de 1,5 kilos.
La organización ecologista califica la lista de excepciones como «innecesariamente extensa» y advierte que perpetuar el uso de envases plásticos en esos productos es un «claro ejemplo de uso superfluo», por lo que reclama a la orden ministerial ser «mucho más ambiciosa y coherente» a la hora de frenar la contaminación por plásticos.
El responsable de residuos de Greenpeace, Julio Barea, se ha referido a este tipo de contaminación como «una emergencia ambiental y sanitaria» y ha señalado que «la lista de excepciones propuesta es excesiva y carece de justificación científica» en la mayoría de los casos.

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