Indurain, 30 años de la llegada del ‘Extraterrestre’ al planeta de los 5 Tour
Este miércoles se cumplen 30 años del quinto y último Tour de Miguel Indurain, con el que entró en el selecto grupo de corredores que lo han logrado: Jacques Anquetil, Eddy Merckx y Bernard Hinault.

Fue un 23 de julio de 1995 cuando Miguel Indurain (Atarrabia, Nafarroa, 61 años) entró en la historia del Tour al convertirse en el primer ciclista en ganar cinco veces consecutivas el maillot amarillo en París, una cifra que le permitió además ingresar en el selecto ‘Club de los 5’, junto a Jacques Anquetil, Eddy Merckx y Bernard Hinault.
Con cinco Tour, dos Giros de Italia y los títulos mundiales y olímpicos contrarreloj en un palmarés de 88 victorias, Indurain recordará este miércoles aquella hazaña del quinto título que disfrutó en los Campos Elíseos hace 30 años.
«El hombre tranquilo» entre un Caníbal y un Tejón
Indurain no fue un «caníbal» como Merckx, ni un «tejón» como Hinault, pero tal vez compartió el magisterio contrarreloj con Jacques Anquetil, ‘Míster crono’. Los medios, sobre todo franceses, se inclinaron por el apodo de ‘Extraterrestre’ por su forma de arrasar a los rivales en la lucha contra el reloj.
La figura de Indurain fue y sigue siendo más silenciosa que sus compañeros del cuarteto de oro. Nunca se comió a nadie; no se caracterizó por su hambre voraz a la hora de lograr triunfos, más bien fue considerado como un ciclista generoso porque, a veces, repartía gloria entre los rivales.

Una «clásica» dentro del Tour 95 fue el despegue hacia el quinto
En la séptima etapa del Tour 95, la víspera de una crono de 54 kilómetros ideal para él, explotó la carrera en las Ardenas valonas camino de Lieja. Ese día, la fama de conservador y poco ambicioso quedó aparcada ante una maniobra excelsa.
La ONCE de Jalabart y Bruyneel estaba controlando la etapa y los planes le estaban saliendo a la escuadra de Manolo Saiz. Cerca de la Cota de Mont Theux, clásica en la Lieja-Bastoña-Lieja, se formó un grupo de avanzadilla, que terminó en fuga de Indurain y Bruyneel.
Una alianza en momento clave. Su rival no le dio a Indurain un relevo con la excusa de que llevaba a Zulle y Jalabert por detrás. El navarro lo llevó en butaca para que ganara la etapa y se enfundara el maillot amarillo en casa.
Gloria en 1995, ocaso en 1996
Al día siguiente, en la contrarreloj entre Huy y Seraing, Indurain impuso su ley, aunque con menor autoridad de lo esperado. En aquellos dos días cimentó el quinto Tour. Desde entonces, maillot amarillo hasta París. Indurain mandó en el palmarés del Tour entre 1991 y 1995. En la modalidad de crono no tenía rival, y en la montaña marcaba su ritmo para estar con los mejores.

Su leyenda se acabó en 1996, en un Tour triste, imborrable. Los aficionados se pegaron al televisor para ver una etapa de alta montaña entre Chambery y Les Arcs. Aquel día, un 6 de julio, la leyenda se esfumó para siempre. A 3 kilómetros de meta perdió 4 minutos respecto al vencedor, el francés Luc Leblanc, con el ruso Berzin como líder.
Tres décadas de humildad, sin «exceso de batallitas»
Tres décadas después del quinto Tour, Indurain, ya sesentón, apuesta por la vida tranquila. De vez en cuando se deja ver participando en carreras de bicicleta populares o de montaña, como la Titan Desert, y atiende campañas publicitarias y pruebas populares.
Con el paso del tiempo, Indurain recuerda que el frío no le gustaba nada y que prefería el calor. A pesar de su palmarés de oro, aún gusta de recordar los momentos más históricos, «pero sin abusar contando las mismas batallitas de siempre». El exceso de protagonismo nunca fue con el campeón navarro.
Indurain considera que el ciclismo actual «está más influido por la tecnología, lo que ayuda a controlar el esfuerzo». Advierte, en relación a su época, que «tiene menos contrarreloj y es menos intuitivo».
Puestos a comparar el ciclismo de los 80-90 con el actual, Indurain señala que en su época «te preocupabas de no olvidar el sándwich». «Hace 30 años lo más importante era no olvidarse de comer un sándwich en carrera».
Fuerte contraste con la alimentación actual del corredor con los geles, la nutrición milimetrada y los cálculos de carbohidratos. «En 1992 empezamos a tomar las primeras sales minerales y pastillas de glucosa. Pero ni siquiera puedo decir cuántos gramos de carbohidratos por hora tomé», añade con asombro ante lo que ve hoy.
«Hoy en día –comenta Indurain– el ciclismo es un deporte global. En mi época, todo o casi todo pasaba en Italia, Francia y España. Hoy los corredores tienen cascos, ruedas y materiales increíbles. Cuando yo ganaba, apenas tenía un monitor de frecuencia cardíaca. No lo digo con arrepentimiento, cada uno tiene su época».
No será fácil que Pogacar gane 5 Tours
Indurain considera que el esloveno Tadej Pogacar «no tendrá fácil llegar al quinto Tour», a pesar de que este domingo es muy probable que se anote el cuarto. «El resumen lo haces cuando cuelgas la bicicleta. Ahora tiene que ir año a año, luchar por cada Tour», explica.
«Aunque tengas tres, hay que entrenar y pelear por el siguiente», dijo recientemente tras recibir el premio Europa por Sanfermín, que lo distingue como «embajador de Pamplona». Embajador eterno del Tour y del ciclismo. 30 años después, sigue brillando la sonrisa del «hombre tranquilo».
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