
«Yo lo llamo tesoro de guerra, un tesoro de guerra que quieres quedártelo para ti», explica un veterano pescador de atún del puerto de Donibane Lohizune, aunque prefiere mantener el anonimato. La cuestión de las cuotas de atún rojo es demasiado sensible. Tanto que un grupo de profesionales de pequeñas empresas del sector ha llevado el asunto a los tribunales. El 5 de junio, el Consejo de Estado envió la causa al Tribunal Administrativo de Apelación de Toulouse, que deberá pronunciarse sobre la cuestión.
En 2017 varias entidades presentaron un recurso ante el Tribunal Administrativo de Montpellier por «abuso de poder» contra el Estado francés por las condiciones en las que distribuía las cuotas. Tras vencer en dos juicios, en 2021 y en 2024, los pescadores artesanales están impacientes.
«Nada ha cambiado. El Estado debería haber ejecutado la sentencia, pero esto pondría en cuestion todo el sistema de distribución de cuotas», señala Anne-Marie Verges, expescadora lohizundarra y copresidenta de la plataforma de pequeña pesca artesanal estatal antes de conocer que el Consejo de Estado anuló la orden del Tribunal Administrativo de Toulouse. Esta decisión alargará la espera de los pescadores artesanales.
Verges siente que pierden el tiempo. «El atún rojo sería una bendición para las pequeñas empresas. Si cada una tuviera cinco toneladas, los barcos tendrían suficiente para vivir. Si estas cifras se hubieran concedido hace diez años, ahora habría el doble de barcos en Donibane Lohizune», explica. Frente a ello, el que fuera primer puerto atunero en la década de 1950 se vacía de buques. Actualmente, hay unos 40, más o menos activos.
«Seis se quedan el 80% de las cuotas»
Tras un periodo de escasez de atún rojo en las décadas de 2000 y 2010, la abundancia de este recurso en los últimos años ha aumentado el cansancio de los pescadores menos beneficiados, ante «un monopolio» de cuotas que algunos prefieren definir como «concentración».
Los pelágicos Sanaga, Saint-Jean-Priez-Pour-Nous, La Pérouse y Bougainville, junto a Attalaya Berria y Airosa, que trabajan con cañas, obtuvieron conjuntamente caso el 80% de las cuotas de la Organización de Pescadores de Aquitania (OP). En esta cooperativa, que gestiona la práctica totalidad de las cuotas, hay 31 titulares de una Autorización Europea de Pesca (AEP) de atún rojo para 2025. 22 de ellas están en los puertos de Donibane Lohizune-Ziburu y Hendaia, aunque no todos están activos.
«Antecedentes»
Todos quisieran tener derecho a acceder a este «bien común», como lo describe el Estado, pero la realidad es que el reparto de cuotas está «privatizado y bloqueado», según señala otro pescador que se beneficia del sistema y tampoco quiere revelar su identidad.
El director de la Organización de Pescadores de Aquitania, David Milly, no lo ve de la misma manera. «Las cuotas se vinculan al barco. Hay un historial de pesca del que se beneficia el comprador», explica. A esto se le llama «antecedentes». Tienen en cuenta la cantidad de atún pescada entre 2001 y 2003, antes del descenso del stock. Algunos armadores han recuperado los «antecedentes» de otros barcos comprándolos.
El término «monopolio», por tanto, no sería adecuado, según el director. «La pesca del atún rojo sigue preocupando a varios agentes económicos. Son pocos, pero con una diversidad al menos tan importante como hace veinte años. Junto a ello, una empresa pesquera con varios barcos puede concentrar los permisos en uno solo. Por tanto, existe un riesgo de concentración a largo plazo, pero no es algo específico del atún rojo», explica el responsable de gestionar las cuotas asignadas por el Estado entre Hendaia y Arcachon (Gironde).
Concentración
Es lo que ocurre con la pareja de arrastreros pelágicos del puerto de Hendaia, el Sanaga y el Saint-Jean-Priez-Pour-Nous, que en 2023 tenían una cuota de 74 toneladas, y con el Attalaya Berria, que acumuló casi 82 toneladas. Este último recuperó los derechos de pesca del Airosa (26,3 toneladas), un barco emblemático de la pesca con caña y cebo vivo en el puerto de Donibane Lohizune, un monumento histórico hoy en el dique seco. Su armador de Sète es un multipropietario en la costa mediterránea, lo que le ha valido el sobrenombre de «El Señor de Sète» en la costa atlántica.
Muy bien valorado económicamente para la venta, el atún rojo podría hacer equilibrado las cuentas de barcos en dificultades
Muy bien valorado económicamente para la venta, el atún rojo podría haber equilibrado las cuentas de algunos barcos en dificultades, especialmente en épocas de escasez de otras especies, según varios entrevistados. «Todos los 3.000 barcos que hay en la costa atlántica y en el Canal de la Mancha quieren una parte de atún rojo. No hay que caer en la tentación, ya que esto supondría unos cientos de kilos por barco. Queremos mantener los barcos especializados en atún rojo», advierte el director de la OP.
«La concentración de derechos provoca debates»
El nivel de aceptación de las cuotas cambia según el interlocutor. Algunos se contentarían con unas pocas toneladas, otros estiman que con quince toneladas ni siquiera podrían cubrir los costes, teniendo en cuenta que un barco puede costar 1,2 millones de euros.
Lo cierto es que la concentración de los derechos de pesca en pocas manos provoca debates en el seno del consejo de administración de la OP. «Tener en cuenta el histórico de trabajos y de barcos y, por tanto, la elección de trabajos realizada, para la distribución de una cuota para justo para algunos. A otros les parece menos justo y a otros no les gusta nada», añade Milly.
Grandes armadores
Cada organización de pescadores decide cómo gestionar las cuotas asignadas por el Estado a través de su consejo de administración. El de Aquitania se compone de doce administradores electos. «Los administradores tienen el 95% de la cuota del atún rojo, no van a votar a favor de los demás», explica una fuente interna de la OP, que revela que «hay debates [en el consejo de administración], pero se resuelven rápidamente. Ha sido así antes y no cambiará».
El director de la OP confirma la existencia de desacuerdos. «Las opiniones difieren sobre el concepto de equidad», señala antes de querer matizar el papel de los directores. «Obviamente, formar parte del consejo de administración no es un criterio para la asignación de cuotas. La mayoría de los administradores no se preocupan o se preocupan muy poco por la pesca del atún rojo». Sobre todo cada administrador tiene derecho a un voto.
Los distintos pescadores entrevistados, con o sin AEP, señalan no obstante el peso de los grandes armadores en la OP. Se trata de Ramuntcho Dumora, propietario de los dos pelágicos amarrados en el puerto de Hendaia, el Sanaga y el Saint-Jean-Priez-Pour-Nous; la sociedad Armement Attalaya Berria de Raphaël Scannpieco, de Sète; Olivier Mercier, armador del Océane y del Kraken, que no pescan atún; y Scapeche Bretagne Ouest, filial del grupo Les Mousquetaires (Intermarché y Nettto) y propietaria del Mirentxu y del Tximistarri 2, que tampoco se benefician de cuotas de atún. Contactado por teléfono, Dumora no quiso responder a nuestras preguntas.
Dar visibilidad
Ante esta impresión de desposesión del recurso, los responsables de la OP de Aquitania hacen referencia al marco fijado por el Estado en el código rural y de pesca marítima, uno de cuyos objetivos es dar visibilidad al futuro de las empresas. «Esto no evita un sentimiento de frustración, porque el recurso del atún rojo se ha vuelto muy abundante en el Atlántico», reconoce Milly.
En este contexto, es muy complicado que la juventud apueste por el atún. Solo pueden lograrlo comprando un barco atunero con cuotas lo suficientemente grandes como para pagar su coste. Y obviamente no todo el mundo está preparado para ello.

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