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El volcán Nevado del Ruiz arrasó Armero hace 40 años elevando a símbolo a Omaira

Hace 40 años, la erupción del volcán Nevado del Ruiz arrasó la próspera localidad colombiana de Armero acabando con la vida de más de 23.000 de sus 25.000 habitantes y elevando a la categoría de símbolo a la menor Omaira, que falleció tras una agonía de 60 horas retransmitida por los medios.

Escultura que representa a Omaira Sánchez, en el lugar donde murió tras una agonía de 60 horas que estremeció al mundo.
Escultura que representa a Omaira Sánchez, en el lugar donde murió tras una agonía de 60 horas que estremeció al mundo. (Juan BARRETO | AFP)

La localidad de Armero arrasada y la chica de 13 años Omaira Sánchez elevada a símbolo fueron las principales consecuencias de la catastrófica erupción del volcán Nevado del Ruiz en Colombia, una tragedia que se cobró más de 23.000 vidas y de la que este jueves 13 de noviembre se cumplen 40 años.

A pesar de que no faltaron las voces que alertaron de que la actividad del volcán podía llegar a provocar una avalancha al descongelar la nieve acumulada en el cono del Nevado del Ruiz, el entonces presidente de Colombia, Belisario Betancur, y el ministro de Minas, Iván Duque, minimizaron el riesgo.

Pero la naturaleza llevó su curso y ese fatídico 13 de noviembre de 1985, los flujos piroclásticos emitidos por el cráter del volcán fundieron cerca del 10% del glaciar de la montaña, lo que generó cuatro corrientes de lodo, tierra y escombros, conocidas como lahares, que descendieron por las laderas del Nevado del Ruiz a 60 kilómetros por hora.

Tras alcanzar los barrancos cercanos, esas corrientes de lodo aumentaron de velocidad destrozando todo a su paso hasta llegar a la localidad de Armero, ubicada a unos 50 kilómetros del volcán, arrasándola por completo. También se vieron afectados los municipios de Chinchiná y Villamaría.

Los equipos de rescate desplazados al lugar se vieron obstaculizados por ese mar de lodo, que hacía imposible llegar a la zona sin quedar atrapado. Para cuando consiguieron alcanzar Armero doce horas después de la erupción, la mayoría de las víctimas con heridas graves y habían muerto.

Pero hubo una que se convirtió en un símbolo, ya que su lucha por sobrevivir dio la vuelta al mundo gracias a la cobertura que ofrecieron los medios de su heroica resistencia.

Agonía de 60 horas

Se trataba de Omaira Sánchez Garzón, de 13 años de edad. Había quedado atrapada bajo los escombros de su casa después de que un lahar la derrumbase y quedara sostenida por el brazo de su tía fallecida.

Así la encontraron los equipos de rescate, que le acompañaron en medio del lodo durante tres días, al igual que los periodistas desplazados a la zona. A lo largo de esas 60 horas, la menor, a la que se veía aferrada a un tronco y asomando la cabeza en medio del agua, demostró una entereza y una valentía que conmovió al mundo, que seguía con interés los intentos por rescatar a Omaira.



Finalmente, los esfuerzos por liberarla de la trampa mortal en la que se encontraba atrapada resultaron infructuosos y terminó falleciendo a causa de la gangrena que le habrían generado las heridas sufridas o la hipotermia.

Su figura es especialmente recordada tras dar el salto a la música, la literatura e incluso convertirse en objeto de culto popular. En el lugar donde falleció se levantó una escultura que ha sido rodeada de centenares de placas de agradecimiento y que se ha convertido en el espacio más visitado de la zona.

Una imagen de la joven tomada por el periodista Frank Fournier poco antes de su muerte fue elegida como foto del año 1986 por el World Press Photo of the Year.

Vista aérea de Armero tres días después de ser arrasado por la erupción del volcán Nevado del Ruiz. (Cris BOURONCLE/AFP)


Un pueblo fantasma

Cuatro décadas después de la tragedia, Armero es un pueblo fantasma y un enorme cementerio cubierto de frondosos árboles, matorrales, tumbas y casas marcadas con apellidos de familias que luchan contra la intemperie para que no se borren los nombres de quienes las habitaron.

Allí donde antes hubo vida, la erupción volcánica seguida de la avalancha de lodo dejó un valle lleno de cadáveres, animales muertos, casas destrozadas, rocas gigantes arrastradas por la furia de la naturaleza, coches volcados y árboles arrancados de raíz. El barro endurecido por el sol aparece como un testigo de una tragedia que marcó a Colombia.

Para contar la «verdadera historia» de lo que sucedió y la situación actual del lugar, José Nova y su hermano, Hernán Darío, crearon el Centro de Visitantes de Armero.

«No viví la tragedia físicamente porque mi Diosito a mí me quiere mucho», asegura este agrónomo, que aquel 13 de noviembre se salvó porque salió temprano hacia Bogotá para una práctica universitaria.

Sus hermanos, su madre y una tía se habían ido unos cuatro meses antes de la tragedia. Ellas, dice José, tenían el presentimiento de que iba a pasar algo y se fueron para la localidad de Guaduas, de donde era oriunda la familia. Sin embargo, otros 18 familiares, entre tíos y primos, «quedaron acá cuando todo pasó», recuerda.

Nova se convirtió en guía turístico para «divulgar la memoria histórica de Armero» y su experiencia y deseo de entender lo sucedido lo han llevado a investigar la tragedia, de la que dice que fue «enorme» no solo por la gente que murió, sino por la magnitud del desastre.

Cien millones de metros cúbicos de lodo

«Fueron cien millones de metros cúbicos de lodo, rocas y agua los que arrasaron Armero», relata, añadiendo que el amasijo de muerte viajó a gran velocidad «con un ruido infernal». Por eso, «cuando la avalancha llegó, como todo venía encajonado por el cañón, fue como si se abriera una llave», explica.

La avalancha destruyó casas, bancos, iglesias, molinos de arroz y todo lo que encontró a su paso y en algunos puntos alcanzó una altura de hasta cinco metros.

A un costado de la carretera que corta el antiguo Armero se alcanzan a ver las ruinas del hospital San Lorenzo, sepultado casi hasta la segunda planta.

Nova asegura que de las 3.500 hectáreas del pueblo, más de 3.000 quedaron sepultadas, lo que equivale a «cubrir de barro 5.500 campos de fútbol».

«Y saber que la tragedia se pudo evitar...», lamenta al recordar que no faltaron voces que alertaron de lo que podía ocurrir y que no fueron atendidas por las autoridades.

Esta fue la segunda erupción volcánica más mortífera del siglo XX, superada solo por la del monte Pelée en 1902, y el cuarto evento volcánico más mortífero desde el año 1500.

La de 1985 fue la más mortal del Nevado del Ruiz, pero otra erupción documentada del mismo volcán causó la muerte de por lo menos 1.000 campesinos, en su mayoría cultivadores de tabaco, en 1845. Fue el precedente de la tragedia que hace 40 años conmovió al mundo por la destrucción de Armero y la heroica agonía de la joven Omaira.