Jokin Revilla

¿A qué esperamos?

¿A qué esperamos para cuestionarnos el consumo desaforado y el derroche? Actuamos como los nuevos ricos, a los que todo les parece poco. Aquí, por ejemplo, abusamos de botellas de vidrio de un solo uso, cuando en Alemania las cobran y si las devuelves te dan el dinero que has pagado.

Sí, esta pregunta me la hago todos los días.

¿A qué esperamos para sumarnos a la ola de movilización mundial a favor de salvar el planeta? El 27 de setiembre hay una cita para todas que parte de la acción de protesta que comenzó, en solitario, Greta Thunberg de 16 años manifestándose, ante el Parlamento sueco, exigiendo salvar el planeta.

¿A qué esperamos para convencernos que no es necesario viajar a miles de kilómetros para suponer que así somos más felices? Un engaño que esta implicando un abuso del transporte aéreo en los desplazamientos turísticos y que representa una de las principales causas de contaminación de la atmósfera.

¿A qué esperamos para cuestionarnos el consumo desaforado y el derroche? Actuamos como los nuevos ricos, a los que todo les parece poco. Aquí, por ejemplo, abusamos de botellas de vidrio de un solo uso, cuando en Alemania las cobran y si las devuelves te dan el dinero que has pagado.

¿A qué esperamos para empezar a reutilizar todos los objetos cuya vida útil lo permite? Hace treinta años, recuerdo que amueblé un piso de alquiler con muebles abandonados. Hoy sigo recogiendo muebles de todo tipo que reparto entre amigos. No soy muy viajado, pero no conozco en Europa ningún país que derroche tanto y que tenga las neveras tan llenas. ¿De qué tenemos miedo?

¿A qué esperamos para dejar de adquirir todos los productos innecesariamente envasados?

¿A qué esperamos para dejar de usar tantos y tantos objetos de un solo uso?

¿A qué esperamos para evitar el desaforado consumo de productos plásticos? ¿A que llegue la prohibición de Europa?

¿A qué esperamos para ajustar nuestra forma de vida, en todos los ámbitos, a los limites del único planeta que tenemos?

¿A qué esperamos para dejar de tirar comida?

¿A qué esperamos para dejar de derrochar ropa y calzado?

¿A qué esperamos para utilizar menos el transporte privado y reivindicar mas y mejores transportes públicos?

¿Cuando vamos a darnos cuenta de que disfrutar con la compañía de los amigos, nos evita convertirnos en consumidores voraces de espectáculos prefabricados?

Quizás estemos esperando a que se forme gobierno en el Estado para que nos organicen mejor nuestras vidas. O a que la ponencia del estatuto, de frutos de una vez, y aporte mas racionalidad a este pequeño país. O quizás, a que la incineradora de Gipuzkoa acabe de envenenarnos, destruyan Bolintxu –uno de nuestros últimos parajes virgen– o empiece a funcionar el TAV, para poder presumir de cuan modernos somos, aunque ese «progreso», suponga vivir cada día en peores condiciones. Suponga, dejar las decisiones mas importantes de nuestras vidas, en manos ajenas de «expertos» y «tecnócratas».

Todas esas infraestructuras, que nos venden como «imprescindibles», responden siempre a intereses económicos que nos son ajenos, y que además contribuyen en grado sumo al deterioro de nuestro medio ambiente mas cercano. ¿Cuándo vamos a entender que lo que cada persona hace –o permite hacer– cotidianamente, influye en todo y a todas?

Afortunadamente, cada día hay mas personas (y cada vez mas jóvenes) que han tomado conciencia de la gravedad de la situación, y están pasando a la acción. Así, el próximo día 27, miles de estas personas saldremos a la calle, en una jornada mundial de protesta contra la situación de emergencia climática que vive nuestro planeta. Porque nuestros gobernantes, no solo no están afrontando el problema, sino que en muchos casos son directamente los causantes del mismo, con su apoyo suicida a muchos de esos desmanes que se están cargando el clima, y de paso el planeta Por ello, esa tenaz lucha emprendida por Greta Thunberg esta siendo semilla de rebelión mundial. Una lucha por mantener una tierra habitable para todas las generaciones que nos sucedan.

Sumémonos, pero mejor no solo ese día, sino modificando, desde ya, aquellas de nuestras actitudes, que alimentan el previsible colapso. Y sobre todo, organizándonos colectivamente con todas las personas que buscan una vida mejor para todas, en un planeta que no es propiedad de nadie, sino la casa de todas. Aún estamos a tiempo.

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