Alfredo Ozaeta

Agravios

Está a la vista que se hace necesario un cambio en el modelo policial antes que a sus responsables se les vaya de las manos o se les vuelva en contra.

En un plazo de aproximadamente quince días el destino ha querido que dos Sres. Gómez se hayan visto afectados por las «proporcionadas y protocolarias», a decir por los dirigentes del actual gobierno de nuestra comunidad, cargas de la policía autonómica vasca a «nuestro servicio» también a decir por los mismos dirigentes. Uno de los Sres. Gómez, Javi, con contusiones y rotura del tabique nasal y el otro, Nahuel, también con contusiones y rotura de mandíbula.

También por casualidades de la vida uno de los Sres. Gómez agredidos resulto ser el secretario general de la Federación de Industria de un sindicato estatal en su versión autonómica vasca, con lo cual una vez comprobado este extremo corrieron raudos y veloces desde el Sr. Lehendakari hasta mandos de la policía a pedir disculpas por la «desafortunada» acción, e incluso llaman a Madrid para igualmente disculparse ante los máximos responsables del sindicato del agredido.

Una vez digeridos estos tristes e injustos sucesos uno se pregunta porque a uno de los Sres. Gómez se le pide disculpas y al otro no, ¿tal vez porque uno es menos joven que el otro?, ¿o porque uno es responsable de un sindicato y el otro no, e incluso igual es un parado?, ¿o tal vez uno se lo merecía y el otro no?, etc. Sin entrar en especulaciones o en las circunstancias de cada caso que dieran lugar a las cargas y agresiones, que para mi entender deben ser irrelevantes, ya que todos demos gozar de los mismos derechos y también por supuesto obligaciones, algo que no se aplican los propios políticos y sus policías, sí que resulta llamativo el eco mediático otorgado y tratamiento periodístico político dado a cada caso.

El tratamiento y agravio comparativo por parte de los responsables es más que evidente, personalmente no conozco a ninguno de ellos, ambos me merecen, al igual que el resto de personas afectadas, el máximo de mis respetos y mi más sincera solidaridad, y a los que les deseo su pronta y total recuperación y por supuesto la justa solución a todos los problemas y reivindicaciones origen de sus manifestaciones de descontento y disconformidad.

No quedan lejos otras cargas y actuaciones de la misma policía en diversos escenarios e igualmente en legitimas manifestaciones en defensa de derechos sociales, laborales o políticos en distintos puntos de nuestro pequeño país con personas golpeadas e incluso con fallecidos. Sin olvidar detenciones e imputaciones a jóvenes de delitos de desórdenes y terrorismo sin más base que el ser precisamente jóvenes y en algún caso con el agravante de simpatizantes de la izquierda abertzale. Curiosamente en todos los casos siempre por boca de los dirigentes políticos mencionados así como por responsables de sindicatos de la Ertzaintza, la responsabilidad es en todo momento de los agredidos repartiendo y descargando también culpas a organizaciones políticas de la izquierda abertzale por no se sabe bien qué estrategia o manual de directrices que nadie conoce ni ha visto y que recuerda al imaginario manual de denuncias torturas que todavía siguen buscando. Pero fieles a su manido y conocido discurso nunca admiten ni política ni policialmente ningún tipo de responsabilidad o culpa, con la excepción de las disculpas solicitadas ya mencionadas a Javi por «el error». Su exceso de soberbia y falta de autocrítica les obliga a descargar en todo momento la culpa hacia los otros.

Este problema no es nuevo, el tirar a dar tampoco es de ahora, ni sobrevenido por el covid-19. Estos episodios y similares se vienen sucediendo prácticamente desde la puesta en marcha de esta policía. El talante partidista y represivo contra ciertos sectores tiene una génesis politica, con vicios y estereotipos diseñados para un fin muy marcado. Su formación y actitud está más desarrollada en reprimir a los jóvenes, estereotipados como independentistas y socialmente activos, que a la delincuencia en general y a garantizar la seguridad ciudadana.

Desde mi punto de vista se perdió una gran oportunidad de crear y desarrollar una policía diferente de las tristemente conocidas, se contagiaron de los mismos vicios y actitudes prepotentes con comportamientos autoritarios y represivos por una gran parte de sus miembros que les alejan de cualquier cualidad empática aconsejada en el servicio y convivencia en sociedad. Desgraciadamente las intenciones, si realmente las hubo, de crear una policía cercana a la ciudadanía al modelo del «bobby ingles» como en su día nos decían quedo fagocitada de inmediato como otro ejemplo más de asimilación al estado dominante.

No solo es que su reloj se ha parado en el tiempo sino que creo que nunca ha estado en hora, siempre retrasado. Su sesgo político de «policía de partido» y talante corporativo unido a su escasa simbiosis con la sociedad a la que se deben se traduce en un alejamiento y desconfianza hacia su propio pueblo. Este rasgo partidista es más que evidente, prevalecen las directrices de despacho sobre los intereses y las necesidades de la sociedad y del pueblo al que deben servir. Solo hace falta ver la profusión de anuncios para cautivar a que los jóvenes opten a plazas de policía, se ofrece estabilidad laboral sin mencionar para nada vocación, servicio o esfuerzo. Algo falla en una sociedad que utiliza medios e ingentes recursos económicos y publicitarios para cubrir puestos de policías y no los destina a informar, formar, ofrecer y motivar a los jóvenes para otros puestos de trabajo y/o salidas a las actuales necesidades laborales.

Está a la vista que se hace necesario un cambio en el modelo policial antes que a sus responsables se les vaya de las manos o se les vuelva en contra. Hay que desterrar hábitos y actitudes individuales y de colectivos dentro de la propia Ertzaintza que ven a la sociedad como su enemigo máxime si la identifican con ciertas adscripciones políticas. Los tensionamientos no vienen de los ciudadanos por reclamar derechos o manifestar sus desacuerdos, vienen cuando se reprime y agrede al que en su legítimo derecho manifiesta su opinión. Todos debemos cambiar inercias del pasado, por parte de algunos sectores estos cambios creo que se han percibido, pero para los mentores o responsables de la que debiera ser la policía del y para el pueblo parece que todo sigue igual.

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