Víctor Moreno
Profesor

Amistades peligrosas

Comparar los pactos entre partidos políticos con unas relaciones amatorias es muy habitual. Así, cuando se rompen, se habla de ruptura. La de Pamplona, entre PSN y UPN es historia. Quizás, hasta Cristina Ibarrola se convierta en calcomanía de la marquesa de Merteuil −que no de «La ilustre fregona» cervantina−, quien, como cuenta Laclos en "Las amistades peligrosas", madame Merteuil trajinó una venganza acorde con su orgullo herido.

UPN, monógamo como junco de ribazo, se quedó sin pareja. Doloroso. Su partenaire de hace mogollón de años se fue con otra. Le puso los cuernos. Terrible e «inesperada» infidelidad, porque el PSN le había «jurado» que su sí era para siempre. Despecho que Ibarrola elevó a categoría de infamia, lo que sería palabra esdrújula para su entorno, aunque llana para la gramática.

La reacción en fusión nuclear de UPN como amante despechado tiene razón de ser. Y comprensible el azogue de Ibarrola. Nunca UPN había encontrado un amante tan bueno, barato y bonito dispuesto a recibir por delante y por detrás lo que dispusiera su consentido partenaire. Ni el PP lo mimó tanto.

En estas estaba, cuando alguien me interrumpió diciendo que «no entendía que los dirigentes de UPN, tan bien vestidos y alimentados, educados en colegio de pago, no hubiesen respondido a tal alevosía como personas civilizadas. Y, si me replicas que son hipócritas, te diré, entonces, que más a mi favor, porque la hipocresía es vitola de personas educadas. Cuanto más educadas, más hipócritas».

No sé. Lo que no se negará es que pocas personas en situaciones parecidas de abandono amatorio se habrán librado de transformarse en animales de bellota y de estabulación. Y, ojalá que, en tales momentos, el sujeto desahuciado de amor se limitara a dar alaridos o a proferir esdrújulas como Ibarrola.

Pero, de eso a pensar que las derechas son modélicas en el género de la buena educación a la hora de responder a una «afrenta», va un tramo. La hemeroteca demuestra que la derecha, cuando se siente ofendida, es peor que un tigre de Malasia en celo.

Un ejemplo. En las elecciones a Cortes Constituyentes del 28 de junio de 1931, los sectores del Bloque de Derechas navarras −jaimistas, integristas y católicos independientes, intitulados como Candidatura católico-fuerista−, acordaron ir juntos para defender la causa de la Religión, de los Fueros y del Orden Social. Tras negociar con el PNV, este decidió formar parte de la cuadrilla de los carlistas Beunza y Domínguez de Arévalo, de los monárquicos alfonsinos Rafael Aizpún y Miguel Gortari. El jefe del nacionalismo vasco, José Antonio Aguirre, fue «añadido a última hora como garantía de éxito» (sic).

Los nacionalistas vascos se tragaron sus agresivas diatribas publicadas en "La Voz de Navarra" contra lo que representaban dichos candidatos católico-fueristas, pues para ellos era mucho más importante ganar los republicanos y socialistas, que eran como súcubos del diablo.

En el mitin de Estella, día 25 de junio, intervinieron Aguirre con Sánchez Marco, Rodezno y Pelayo Moreno. Elogiaron la incorporación del PNV al bloque de las derechas para acometer la defensa religiosa y foral de Navarra. Dieron el ongi etorri al nuevo candidato Aguirre y este agradeció «su inclusión en la candidatura católico-fuerista». El 1 de julio, publicaba "Diario de Navarra" el rumor de que Aguirre, elegido diputado por la circunscripción electoral de Navarra y de Vizcaya, renunciaba al acta por Navarra. Aguirre Lecube desmintió el rumor, añadiendo que, «de haber sido cierto hubiera sido un desprecio hacia sus electores navarros que con sus votos habían querido designarlo representante suyo en las Cortes Constituyentes». Fue el delirio general.

Y llegó el aciago 18 de julio de 1936. En contra de lo que esperaban los golpistas navarros, el Gobierno Vasco de José Antonio Aguirre dijo que no se sumaba a la rebelión de Franco y sus conmilitones africanistas. Aguirre era cristiano, sí, pero demócrata. Automáticamente, Aguirre dejó de ser el compañero de viaje de la familia católico-fuerista que barrió a republicanos y socialistas navarros para convertirse en el enemigo número uno. De la noche a la mañana, tuvo la consideración de traidor e infame. Que los socialistas de "¡Trabajadores!", en 1933, lo trataran como «el insigne chocolatero, hijo ilustre de la Compañía», «afeminado exfutbolista» y «racista», entraba en la lógica de las descalificaciones de sus «enemigos políticos», pero ya no lo era en quienes hasta ese día fueron compañeros electos en las Cortes de España bramando contra Azaña.

La negativa de Aguirre a secundar el golpe de Estado le supuso al presidente de Euskadi tales insultos de las derechas españolas que los propinados por UPN contra los socialistas del PSN actual se quedan en virtuosos adjetivos.

Y ninguna pieza de oratoria insultante podrá compararse a la que José María Areilza, conde de Motriko, le dedicó a Aguirre en su discurso pronunciado en el Coliseo Albia de Bilbao cuando las tropas fascistas entraron en Bilbao y que reprodujo "El Correo Español. Diario de la Falange y de las Jons" (9.7.1937).

Ni siquiera este golpista tuvo la educación, y eso que era conde, de citar a Aguirre por su nombre. Le bastó con dirigirse a él con un despectivo «tú»: «Para siempre has caído, tú, rastacueros del nacionalismo vasco, mezquino, rencoroso y ruin que jugaste a personaje durante los once meses de robo y crimen en que te encaramaste al poder, mientras los pobres gudaris, cazados a lazo como cuadrúpedos en las aldeas se dejaban la piel en las montañas de Vizcaya».

Rastacueros, rencoroso, mezquino y ruin. ¿Qué son las palabras de Ibarrola y cohorte de UPN comparadas con las del fascista Areilza, ese «diplomático ejemplar de la dictadura»?

Las derechas han insultado siempre. El problema es que son tan ególatras, modelo Aznar XL, que tienen sus insultos como si fueran ideas de Kant, pero son mierda. Como la de todos cuando sustituimos la razón por babas sintagmáticas.

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