Aprender euskara en tiempos de coronavirus
No sabemos cuándo podremos volver a vernos en clase. Cuándo volverá la mintza-praktika en vivo y en directo, los juegos de rol, las risas en clase, los momentos difíciles, las tablas de verbos, las sinónimos, las conversaciones... pero en el momento en el que el Departamento de Educación nos lo permita, abriremos nuevamente las puertas del euskaltegi Zubiarte para reencontrarnos.
El pasado 5 de marzo tuvimos constancia de que una alumna del euskaltegi Zubiarte tenía una compañera de trabajo en cuarentena. Al día siguiente pusimos en marcha un plan de limpieza específico para los lugares comunes y el profesorado comenzó a prepararse para ver qué podía hacer, aunque, debemos admitir, no éramos conscientes de lo que nos venía.
En el Euskaltegi público partíamos con la ventaja de que una parte de nuestro alumnado está matriculado en la modalidad de autoaprendizaje, por lo que solo nos quedaba solucionar la sesión semanal de conversación. El resto del alumnado tiene acceso a las unidades didácticas correspondientes a su nivel por medio de la plataforma Moodle. En este caso, se hacía necesario articular un nuevo modelo de enseñanza-aprendizaje que respondiese a la necesidad creada. Al igual que en otras etapas educativas, también en el euskaltegi público nos hemos tenido que reinventar a la hora de impartir la enseñanza de euskera a personas adultas.
Este año, en enero, pusimos en marcha un aula virtual dirigida al alumnado de EGA. Varias alumnas y alumnos del euskaltegi comenzaron a utilizarla y, hoy en día, siguen normalmente las clases con muy buena respuesta por parte del alumnado. La idea es que para el curso que viene, todo el profesorado conozca esta herramienta para poder utilizar los recursos que ofrece en cualquier nivel y en cualquier momento si la situación así nos lo exige.
Este no ha sido el único recurso utilizado. En un tiempo récord, no solo hemos tenido que articular un modelo de enseñanza virtual para todo el alumnado matriculado, también hemos tenido que acompañar en muchos casos a estas personas en el manejo de las nuevas tecnologías. En este sentido, ha quedado en evidencia la brecha digital en el caso de algunas personas, relacionada en la mayoría de los casos con la edad del alumnado. Pero esta debilidad también ha supuesto una fortaleza en su resolución. De una u otra manera, mediante una u otra plataforma virtual, o mediante llamadas de teléfono, hemos llegado a todo el alumnado. Hoy más que nunca, las relaciones entre la personas del grupo se han visto fortalecidas.
El profesorado está aprendiendo a relacionarse de otra manera: como equipo directivo, comisión pedagógica, reuniones de nivel, claustro... Hemos comprobado que todas esas sesiones de formación en nuevas tecnologías nos sirven más que nunca; hemos aprendido a no decaer en el ánimo, a repartir el trabajo, a ayudarnos mutuamente, a continuar con el proceso de enseñanza y a seguir cuidando las relaciones interpersonales con nuestro alumnado. Porque no podemos olvidar que al otro lado de la tecnología también hay personas que lo están pasando mal. Algunas en estado precario, otras con circunstancias familiares difíciles. Es por eso que hemos respetado el silencio de quien ha decidido posponer las clases para más adelante. Pero también muchas de ellas nos hacen llegar lo importante que es en este momento el seguir con el proceso de aprendizaje del euskera.
No sabemos cuándo podremos volver a vernos en clase. Cuándo volverá la mintza-praktika en vivo y en directo, los juegos de rol, las risas en clase, los momentos difíciles, las tablas de verbos, las sinónimos, las conversaciones... pero en el momento en el que el Departamento de Educación nos lo permita, abriremos nuevamente las puertas del euskaltegi Zubiarte para reencontrarnos, para continuar con el maravilloso viaje que supone el aprendizaje del euskara. Será el momento en el que realicemos un balance de lo aprendido en este tiempo (que no es poco) así como de revisar los aspectos a mejorar y de dejar claro ante nuestro alumnado y la sociedad navarra que la enseñanza pública afronta los retos con decisión y que la implicación del profesorado –en todas las etapas educativas ha sido encomiable–.
Atrás dejaremos una etapa difícil y nos veremos las caras –quién sabe si con mascarilla y manteniendo las distancias– pero volveremos a clase en mayo, en junio, o en septiembre. Y lo haremos con total seguridad.